16 abril 2007

LA MENTIRA COMO FORMA DE MANIPULACIÓN

Creo que nunca sabrán los productores del sello independiente británico World Circuit lo eternamente agradecidos que les estamos los aficionados a la buena música por el puñado de maravillosos discos que han publicado desde que en 1997 rescataran aquellos magníficos interpretes de la música tradicional cubana, que durante buena parte de la etapas castrista de la isla estuvieron silenciados porque la oficialidad sólo apoyaba lo que se conoció como Nueva Trova, y que en su conjunto sumaban siglos y siglos de sabiduría musical tras la ya mítica grabación Buena Vista Social Club. Aunque viendo el documental que hizo Win Wenders parecía que aquellos octogenarios iban a ser eternos la muerte les ha ido llegando y hace ya un año que falleció Pío Leyva que fue, probablemente, el mayor improvisador que ha existido. En el disco A toda Cuba le gusta nos dejó la guaracha Pío Mentiroso de la que no me resisto copiar un fragmento: Yo he visto un chivo cantar y un guanajo maromero, un cangrejo pelotero, y he visto un gato nadar. He visto un perro bailar el ritmo del Guaguancó, una vaca que nació con colmillo de elefante. Pero no he visto un cantante más mentiroso que yo.

Después del 11 de marzo de 2004 esta canción siempre me ha recordado a Ángel Acebes, probablemente el mentiroso más descarado del que se ha tenido conocimiento nunca, porque con todo el respeto a la memoria de las personas asesinadas en aquel atentado de Al Qaeda su patética tenacidad por implicar a ETA con las bombas de los trenes siempre me pareció algo casi jocoso. Está claro que la solemnidad nos puede, escuchar determinadas cosas en un acto procesal como es un juicio impone mucho, y después de la sesión del juicio del 11M del pasado 11 de abril he sentido escalofríos y vergüenza, como nunca antes, por todas y cada una de las declaraciones que la cúpula policial que investigaba el atentado hizo de la secuencia de hechos de los días posteriores al atentado. No sólo es que Acebes mintiera hasta la nausea, eso ya lo sabíamos, sino que a medio día del 11 de marzo, sólo cinco horas después de las explosiones, la policía barajaba como hipótesis fidedigna que el atentado fuera obra de radicales árabes mientras que el entonces ministro del interior siguió durante tres días hablado del grupo vasco. El ex ministro, en vez de callarse la boca para no cagarla más, declaró tras esta sesión del juicio que él decía a la prensa lo que las fuerzas de seguridad le contaban cuando se sabe que aquello no fue así. Uno se pregunta sí esto puede tolerarse, sí es posible que alguien que durante esa época estuvo a nómina pública cobrando del dinero de los impuestos que todos pagamos haya podido mentir de una manera tan descarada para interferir deliberadamente en los resultados electorales del día 14, y que no haya pasado nada. Un cargo público que debe su lealtad a los ciudadanos para los que está obligado a servir, y no al revés como parece que siempre muchos políticos se empeñan en hacernos creer, no puede exhibir esas actitudes y quedarse tan tranquilo. Dada la gravedad del atentado y de la ligereza con la que Acebes se tomó éste lo lógico es que su actitud deba tener alguna trascendencia penal y no que siga escupiendo mierda por su boca todos los días con la estrategia del miente que algo queda.

El caso de Acebes, paradigmático por lo patético, nos sirve para reflexionar sobre el mundo ancestral de la mentira que no sólo se ha convertido en un arte de manipulación social sino también en un estilo general de vida. Estos días escuchaba a Juan Goytisolo hablar de las terribles artimañas del poder en torno a la mentira que pudo constatar personalmente en sus viajes al Irak de la Primera Guerra del Golfo, Chechenia y también el genocidio de más de 8 mil personas en el pueblo de Srebrenica siendo corresponsal destacado en alguno de estos conflictos. Al tiempo que la destrucción se cebaba contra Irak, no sólo contra sus infraestructuras sino también contra sus gentes, desde instancias políticas y grandes medios de comunicación se pervertía el lenguaje de una manera descarada. Las miles de víctimas se minimizaban en número y ahora eran desafortunados daños colaterales, las armas, con un potencial destructor nunca antes conocido, inteligentes, los bombardeos nocturnos sobre Bagdad se asemejaban a un enorme árbol de navidad y aparecían falsas imágenes como la del cormorán machado de petróleo en una época en la que esa ave no había migrado todavía hacía el Golfo Pérsico. No digo aquí que antes de 1991 nadie que se dedicara al gobierno no mintiera a los ciudadanos, esto siempre ha sido así en mayor o menor fortuna, pero sí que a partir de esta época se inauguraron unas nuevas formas de manipulación de millones de ciudadanos nunca conocida antes y que hace sonrojar por ingenuas las terribles visiones de George Orwell de su novela 1984. En los pocos años de este siglo XXI hemos asistido a mentiras masivas que tratan de hacer parecer como normales guerras para buscar inexistentes armas de destrucción masiva y apoderarse del petróleo, vuelos de presos sin garantías jurídicas y secretos de la CIA, limbos jurídicos como los de Guantánamo y Abu Ghraib o alertas sobre amenazas constantes de terrorismo global cuando gobiernos como el de Estados Unidos son hoy más terroristas que nadie porque son los mayores impulsores de violencia a escala global. Las perversiones del lenguaje están, hoy más que nunca, al servicio del poder.

Sin duda no me equivocaría al afirmar que Acebes sería capaz de superar la prueba del polígrafo porque ya nos han explicado muchas veces cómo con entrenamiento, y bastante cinismo que al número dos del PP le sobra, es posible engañar a detectores de mentiras. En este sentido el ex ministro es un auténtico maestro. En Canarias nuestros singulares políticos y altos cargos por pasar no pasarían ni de cuarto de la ESO sí tuvieran que volver a estudiar hoy si no es con una manga pues tal es el nivel de adicción de éstos al amiguismo. Aquí el yo cumplo o el yo acuso no son más que imposturas de un sistema que está corrupto desde su base. Un sistema que permite que los cargos políticos se pueda llegar a profesionalizar ya que una persona puede estar más de 30 años ocupando cargos públicos cuando la política no debería entenderse como una forma de hacer carrera profesional sino como un servicio al ciudadano. Las mentiras de destrucción masiva, y a toda costa, que hemos tenido que sufrir en Canarias que llevan el más alto grado de cinismo que jamás se han conocido antes tienen que ver con las cientos de irregularidades cometidas en torno al puerto de Granadilla. No voy a hablar otra vez de todas las mentiras con las que las administraciones, CC, PSOE y PP han tratado de justificar la construcción de este puerto y que han sido dichas por cargos públicos que son capaces de sacar humos a un polígrafo con tan sólo mirarlo. Eso ya está más que dicho por personas con más autoridad que yo y se encuentran fácil con un par de clips en la red. Lo que sí señalaré como mejor ejemplo gráfico de lo qué es y de cómo funciona Canarias es la cacicada descarada de la concesión de las obras del dique exterior de este puerto que fue otorgada en un consejo extraordinario, con sólo 9 de sus 25 miembros presentes, de la autoridad portuaria por un presidente presuntamente implicado en una trama de cohecho. Las obras, entre otras empresas, fueron a para a Promotora Punta Larga propiedad de Antonio Plasencia otro presunto implicado por la Fiscalía Anticorrupción por el pelotazo de la playa de Las Teresitas. Las personas que llevamos años en movimientos sociales no hemos olvidado todavía cuando Luis Suárez Trenor nos insultó llamándonos terroristas sociales por oponernos a sus presuntos y posibles delitos. Algún día se podrá estudiar en las facultades de historia, sociología o economía este caso descarado de depredación del patrimonio público ya que éste no es sino una versión descarada de lo que ha acontecido normalmente en Canarias en estos 27 años de gobierno autonómico.

Nuestra obligación como ciudadanos es estar permanentemente vigilantes para tratar de desenmascarar los engaños que normalmente nos bombardean a diario desde grandes multinacionales, instituciones y medios de comunicación. Es complicado y la verdad es que nos equivocaremos muchas veces porque cuando nos contaron de pequeños lo de los reyes magos nos metieron en el subconsciente la idea de que todo es fácil. Esto, también, era otra mentira porque en la vida nada es gratis. Ni siquiera la paella que el ayuntamiento de Santa Cruz repartió el sábado 14 de abril en la Plaza del Príncipe durante la manifestación contra el puerto de Granadilla, la corrupción y a favor de la democracia real que tan bien fotografió el compañero David mostrando a gente que se comía una ración mientras por la calle pasaba la gente gritando contra la descomposición de las instituciones. Esa paella se pagó con nuestros impuestos y tenía como intención la de comprar el voto fácil. Habrá que ver qué es lo qué echan en estos embostes preelectorales que hacen que muchos lleguemos a ser estómagos agradecidos.

Canarias Digital, 16 de abril de 2007.

Sello World Circuit.