08 septiembre 2008

Movilidad e inteligencia (artificial o natural)


En cierta ocasión probando una asistenta virtual que tiene en su web una conocida tienda Sueca de muebles, en ese tiempo todavía estaba en fase beta, el programa me desvió a la sección de camas del centro porque yo, con toda la maldad del mundo, había hecho una pregunta de connotaciones sexuales. Por mucho tiempo ha sido y será para lo que se conoce como inteligencia artificial un problema de difícil solución técnica el reconocimiento semántico de las expresiones del lenguaje natural humano. Reconozco que Anna, así se llama este robot, me sorprendió y hasta me sonrojó con esta respuesta que no me esperaba. Se llama Test de Turing al procedimiento para analizar el carácter inteligente de una máquina o sistema de computación y pasar correctamente la prueba significa que la persona que interacciona no encuentre diferencia alguna cuando se trate de un ser humano o de un programa de ordenador. Anna no pasó este test porque enseguida empecé a preguntarle por derechos laborales o gestión ambiental de esta empresa y me decía que no me comprendía. Hoy, tiempo después, este robot ha sido perfeccionado para que cuando se le pregunte por este tipo de temas presente enlaces programados que cuentan lo buena que es esta multinacional con los derechos sociales y demás. Aún así este robot está muy por debajo de las almejas en capacidad semántica.
Muchas veces me he preguntado si un político en ejercicio pasaría el Test de Turing. Por como yo veo a la clase política en general, gente nula que no han utilizado la inteligencia natural para llegar a dónde están sino ha sido con el trapicheo, la puñalada y la zancadilla, mi tendencia siempre ha sido a decir que no. Después de haber escuchado a Pepa Luzardo, la que fuera alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, estos días hablando sobre el conflicto de la empresa Guaguas Municipales debo de decir que esta gente puede pasar cualquier test dependiendo de si están en la oposición, en el gobierno o en la vida cotidiana. Y es que la supuesta falta de inteligencia de algunos no es más que una pose que sirve para esconder los intereses ocultos que defienden. A pesar de haber sido una gran antóloga del disparate cuando esta mujer tuvo el gobierno de la ciudad con el PP al hablar hace poco de esta crisis dijo una serie de verdades de inteligencia natural que muchos tenemos hace días claras. El hecho sin precedentes de que los más de 600 trabajadoras y trabajadores de la empresa municipal de guaguas de Las Palmas de Gran Canaria no hayan cobrado todavía la nómina de agosto es una maniobra descarada de Jerónimo Saavedra para justificar la privatización de esta empresa y representa una desfachatez que los cargos municipales hayan cobrado su paga engordada este verano mientras hay compañeros de una empresa municipal de transportes que no ha recibido un céntimo. Habría que ver a la señora Luzardo cómo habría reaccionado si fuera ella la que le toca gobernar defendiendo los mismos intereses oscuros que defiende hoy en día Saavedra pero este hecho es digno de mención a su favor. Y es que este hombre, que lleva 30 años viviendo de la política, representa hoy en día unos intereses que no son nada transparentes y cercanos a la ciudadanía. Medró y sobrevivió como político mediocre dentro del PSOE ultra liberal de Felipe González y hoy, en virtud de una ley aprobada por el ejecutivo de Adán Martín, podía disfrutar de un retiro dorado como ex presidente de la autonomía que prefiere no ejercer para hacer de alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y conspirar contra Juan Fernando López Aguilar a un mismo tiempo. Lo malo es que personas de este tipo, hagan lo que hagan, nos van a salir siempre caros a los ciudadanos que pagamos sus sueldos con nuestros impuestos porque no saben vivir de sus recursos sino de los que nosotros les ofrecemos.
El circo en el que se ha convertido la movilidad en Canarias tampoco pasaría ningún Test de Turing. Mientras en Las Palmas de Gran Canaria Saavedra se empeña en privatizar a toda costa una empresa que es básica para la movilidad en esta capital en Tenerife existe el transporte más caro del estado español porque, una vez más, los ciudadanos debemos pagar los caprichos de los políticos que han dejado morir a TITSA para fomentar un transporte rígido como el tranvía con una empresa suministradora como Alstom que está en el punto de mira de la justicia de varios países por repartir sobornos a políticos de medio mundo. En el caso de las islas menores, en las que siempre las cosas son más difíciles a la par que el caciquismo más manifiesto, el tema de la movilidad esa algo para llorar y la promoción del vehículo privado es casi absoluta.
Cuando se privatizan servicios como la educación, la sanidad o el transporte en cualquiera de sus formas las empresas y gestores que toman estos servicios dejan de llamarnos ciudadanos para cosificarnos con la expresión que nos acerca a las mercancías y que es de usuarios. Nadie nos pregunta nunca qué tipo de sociedad queremos, sólo nos dejan participar en una urna cada cuatro años, y las vías administrativas para que los ciudadanos participen en las decisiones políticas están cerradas, se ocultan o son de mala calidad. En el tema de la movilidad todas y todos tenemos mucho qué decir. Por ejemplo, no es inteligente ni pasaría el Test de Turing que en Tenerife se haya impuesto un tranvía que tarda 40 minutos en recorrer una distancia que una guagua haría en menos de 15 cuando ésta ha sido la gran perjudicada en todo este tinglado. Y es que los ciudadanos que pretendemos usar el transporte público lo tenemos muy mal ya que es muy difícil asociarnos, los mecanismos para reclamar a las autoridades son inexistentes y no hay asociaciones de transporte o cuando las hay carecen de todo tipo de legitimidad democrática o, lo peor de todo, son tan autoproclamadas que no representan a nadie y corren los rumores de que persiguen fines oscuros.
La movilidad en las islas, el transporte en general, debe pasar por repensar el sistema en términos de huir de la dependencia de materias primas que generan guerras y conflictos y son políticamente dependientes de decisiones caprichosas como los combustibles fósiles. No se puede seguir pensado, como se hace en Canarias, en estructuras desarrollistas que están ancladas en el pasado como la construcción de puertos o aeropuertos innecesarios o carreteras que amenazan con cubrir todo el paisaje de asfalto. Parece que para político cualquiera en estas islas vale y algunos se eternizan en sus cargos, el falangista de formación Luis Mardones estuvo desde el franquismo ocupando cargos hasta hace algo más de un año, y no hay un sistema positivo para que, cuando éstos cometen fallos cosa que sucede muchas de las veces, estos cargos deban dar cuenta de sus errores sino que todo ello se diluye en un sistema oscuro de responsabilidades que es lo que se ha convertido la política. Y es que o se acaba con esto o éstos acaban de una vez por todas con las islas.
Canarias 24 Horas, 8 de septiembre de 2008.