Sabido
es que desde que ICAN rompió por todas partes a Izquierda Unida de
Canarias para aliarse con los caciques de CC de la ultraderecha
canaria, Fernando Clavijo y Blanca Pérez han sido, si se permite
esta expresión sin mordaza, como el culo y la mierda pues
donde ha ido el uno ha enchufado a la otra que presume de Licenciada
en Filosofía cuando nunca ha acabado la carrera. Son esas amistades
creadas por intereses que más vale no revolver porque puede salir
mucha basura.
Estaba
cantado que cuando Clavijo llegara a la Presidencia del Gobierno de
Canarias, ese que tiene una grabación intentando enchufar a un colega
en la empresa de basura de La Laguna tan clara como el agua pero que
la misma Fiscalía no observó delito y acabó persiguiendo al Juez
Pamparacuatro que es el que ordenó las escuchas, se llevaría a
Blanca Pérez consigo. Esa que en abril de 2012 circuló borracha como un piojo por La Avenida de Los Menceyes en dirección contraria durante muchos metros, salió corriendo del coche cuando la policía
la detuvo, se cayó a los pocos metros por la masiva ingesta
alcohólica y de otras cosas que llevaba encima y cuando fueron a
detenerla dijo quién era y que llamaran a un amigo suyo para
resolver el
asunto.
A los cinco días fue citada para un juicio rápido por lo penal, que
no llegó a celebrarse, porque se llegó a un acuerdo extra judicial:
pagó 1.800 euros de multa y aceptó la retirada del carnet de
conducir por un año. Esa salvajada que esta señora hizo la hacemos
usted o yo y de la pena de cárcel con antecedentes penales no nos
hubiéramos librado pero ella tiró de abogados coleguitas
y catedráticos
muy cercanos a la carrera judicial porque el poder llama al poder y les gusta compartir mesa y mantel, siempre que pueden, más si la cuenta la pagamos nosotros.
Al final el asunto nos salió más caro a los contribuyentes porque
Blanca, como buena política, es alérgica al transporte público y
había que traerla y llevarla a la casa por un servicio municipal ad
hoc.
¡Qué lejos está esta mediocridad de gente de una persona como
Carmena, alcaldesa de una ciudad de más de 4 millones de habitantes,
que cuando fue Vocal del Poder Judicial iba en metro y bicicleta a
trabajar porque siempre lo ha hecho así y lo sigue haciendo!
El
caso de Blanca Pérez y su marcha con su padrino Clavijo tiene dos
vertientes que indignan profundamente. ¿No tenía el Presidente un
sitio un poco más discreto para enchufarla, después del populismo
que ha ejercido esta mujer en los barrios repartiendo a diestro y
siniestro favores en los barrios y asociaciones de vecinos afines a
CC, que ponerla, nada menos, que de Viceconsejera de Seguridad y unas
cuantas cosas más. No sé, se me ocurre que hubiera sido mejor
vincularla a un organismo que tuviera que ver con el consumo de
estupefacientes para que se
cure
de sus adicciones que no sólo ponen la vida en peligro de ella, que
haga con su vida lo que quiera ahí nadie tiene derecho a juzgarla,
sino con la de otras personas inocentes que podía haberles jodido la
vida en 2012 o que podrá si sigue conduciendo en tan lamentable
estado como el de aquella vez. La otra vertiente son los
nuevos, así
llaman muchos funcionarios y algunos políticos de la vieja escuela a
gente de Podemos en el archipiélago, de Sí Se Puede o de Unidos
por La Laguna porque no se enteran de nada, y nadie, salvo la falange
de UpyD, se ha atrevido a criticar ese esperpento, porque están ocupados buscando sus parcelas de
poder y chupando de sus liberados, a algo tan grave como poner de
Director General de las mujeres Víctimas de malos tratos a un
maltratador reconocido o a un pederasta incurable a dar clases en
infantil y primaria.
Estas
cacicadas quedan así a la sordina en las publicaciones de Boletín
Oficial de Canarias, que muy pocos leemos, y nos convierten en lo que
somos y seremos eternamente en estas islas: una asquerosa República
Bananera.