19 marzo 2020

Desde la casa


Fue una enfermedad muy particular la que me alejó de este blog después de años de militancia en organizaciones sociales y de estar escribiendo y dando mi opinión muy particular durante mucho tiempo. Ahora es una pandemia mundial la que me atrae a este rincón de nuevo. Tranquilidad, que ya bastante tenemos todas y todos con este encierro y no quiero dar la turra a nadie con este inevitable mono tema del coronavirus. Simplemente quiero hacer unas consideraciones como siempre muy particulares y en mi línea.

En primer lugar decir lo que desde todos los medios y redes sociales nos han dicho esta semana por todos lados por activa y por pasiva: vamos a quedarnos en casa lo que haga falta. Tiempo tendremos de criticar a los inútiles que nos gobiernan, los reyes que nos roban, lo inconscientes que hemos sido, lo obedientes que somos de que nos retiren nuestros derechos civiles estilo China y todos los robos y latrocinios que han orquestado en 38 años el PSOE y el PP, que ahora nos tienen encerrados, para que los servicios públicos no tengan capacidad de afrontar esta crisis de otra manera porque estos sinvergüenzas han desmantelado, privatizado y repartido entre sus amigos sectores públicos como la energía, las comunicaciones, la sanidad o la educación y que ahora están empezando a colapsarse. Está muriendo mucha gente, es algo que tiene escala global, y ni una sola de estas vidas que se pierdan se pueden justificar como el mantenimiento de sectores comerciales y económicos. Ni una sola persona muerta estos días son efecto colateral plausible de las cuentas de resultados de las grandes empresas y conglomerados transnacionales. Ya hemos adoptado una vía para retener el avance del COVID19, ya criticaremos sus resultados, y no podemos estar cambiando la estrategia e improvisando otras porque no sabemos estar solos con nosotros mismos y con la gente que hemos elegido para estar juntos. Confiemos, no tanto en los que nos mandan, sino más bien en los científicos, una profesión que ha precarizado el PPSOE, y que están detrás de estas decisiones.

Un análisis, que seguramente esté superado dentro de no muchos días porque escribo dentro de la pandemia y con días de reclusión en mi casa, es que sin duda estamos asistiendo a un fracaso técnico y moral del sistema capitalista. Un sistema que solo funciona en visión a los resultados de los más poderosos y que se construye sobre el sudor, el dolor y la vida de miles de millones de personas de este mundo y que por si mismo ni es legítimo ni es ético ni mucho menos iba a tener un futuro asegurado a largo plazo. El virus del COVID19 es un efecto del cambio climático. No es la primera ni será la única vez que uno de estos organismos saltan de la cadena animal a la humana y este coronavirus se ha visto especialmente favorecidas por nuestros estilos de vida: megaciudades con millones de personas, contaminación a gran escala, explotación de los animales para alimentación de manera completamente irracional y de que en este planeta existen planes para favorecer a los poderosos mientras se ha desmantelado todo sector público a escala global. La crisis económica mundial que nos va a afectar es, desde hace ya muchos días, inevitable.

La cuestión que viene ahora es quién va a pagar la factura de esta enorme recesión que se nos viene encima. Yo lo veo claro porque no tengo confianza en los que nos gobiernan ni el los que dirigen el capital que son los que lo hacen de verdad. La factura irá para nosotros, para los que somos de clase trabajadora, para los marginados de este mundo, para las mujeres que siempre tienen que hacer el doble que cualquier hombre para ser reconocidas y las personas que tiene cerradas las fronteras de este mundo porque al capital no se le puede poner límites y sufren en sus regiones explotadas de materias primas la mayor de las miserias del mundo y por ello quieren llegar hasta el nuestro. En un momento que el fascismo crece a escala global recuerdo aquella tesis de la serie Years and Years en la que los europeos cogíamos pateras para salir de las ciudades que se habían vuelto aterradoras para salvar nuestras vidas. Sería una suerte de venganza poética que tuviéramos que abandonar las regiones, hasta ahora opulentas, porque una crisis brutal nos prohíbe prosperar. Si esto sucediera me gustaría acabar en una de estas barcas con Santiago Abascal para comentarle un par de cosas.

Que no paguemos esa factura no depende del todo de nosotros porque, como siempre, harán los que les dé la gana con nuestras consciencias manipulado no solo los medios de comunicación sino Internet y las Redes Sociales a través de esa arma de doble filo que tenemos todos en nuestros bolsillos. Sin embargo, en una parte sí que dependerá de nuestras consciencias. Después de la crisis, cuando en meses salgamos de ella, deberemos ser más activos como ciudadanos tratando de delegar lo menos posible en las castas políticas de todo signo que dicen representarnos y que, en realidad, lo que hacen es salvaguardarse. Debemos ser más activos y totalmente escépticos a los que nos van a contar para pasarnos la factura, cosa que han de hacer los grandes conglomerados y grandes fortunas. Yo particularmente no creo en los estados, son la mayor expresión de la represión y el desengaño, pero sí que creo en lo público, lo comunal y lo horizontal. Hoy en día tenemos la capacidad, el talento y la tecnología para autoadministrarnos y mantener a gobiernos y partidos políticos que atentan contra la ciudadanía a distancia de lo público pues ya sabemos cómo de podridas tienen sus manos. El debate de los meses y años que nos vienen debe estar en decrecer, en respetar el medio ambiente y no sobreexplotar a los animales por cuestiones alimentarias y en crear una renta básica universal guiada por las necesidades de la ciudadanía y no de las transnacionales que ven ésta cómo un método de caridad para seguir siendo más ricos todavía. Empezaba hablando de mi particular enfermedad y sé que de las crisis podemos salir siendo más fuertes a nivel individual. Creo que esto a nivel general y social, incluso a escala global, se puede aplicar también. Confío en que sí.