08 septiembre 2018

Un siglo menos en Canarias



Soy uno de esos casi cuatro millones y medio de ciudadanos de la Unión Europea que este verano de 2018 acudió al llamamiento de la Comisión Europea para manifestar su opinión, contraria por supuesto, al doble cambio de hora que se produce sin sentido ni lógica alguna dos veces al año desde hace décadas. En mi caso puedo decir que vivo esto de toda la vida pues no sé qué significa que la hora no se cambie todos los finales de invierno y verano y que nos adaptemos paulatinamente a la evolución de la luz solar y a la natural diferenciación de los días y las noches. Lo hice en inglés porque se recomendaba este idioma como más seguro para tener en cuenta la opinión y sacar conclusiones. Sinceramente, no me creo que ni la UE ni la Comisión se hayan creído nada de la democracia participativa ni de tener en cuenta lo que opina la ciudadanía en determinados asuntos sino que, seguramente, alguien tenía tomada la decisión de detener este despropósito horario, por razones que nunca sabremos, y se ha apuntado a la moda del like y lo social para que determinadas cosas parezcan más coherentes. Me da igual cómo haya sido el tema pero no puedo negar que el último viernes de agosto me alegró mucho la propuesta de la Comisión de que se detuviera el absurdo cambio de hora al que nos enfrentamos y que significa una hipocresía porque no se produce un ahorro cierto de energía en un planeta abocado al despilfarro absoluto y sin remedio. Tampoco estoy para defender furibundamente unos estudios inciertos que acusan a este cambio de hora de miles de males sobre la salud, de más accidentes de tráfico o de alterar la vida de los niños y los viejos porque cada vez me creo menos cosas. Lo que si sé es que a mi, particularmente, esa hora de más o menos todos los meses de marzo y octubre me sientan muy mal, tardo casi un mes en recuperarme y ya he manifestado en algún lado que el cambio es una expresión del sistema productivo capitalista que gusta recordarnos que puede controlar nuestros cuerpos porque así lo hace con nuestras mentes. El caso es que, como ya digo, me alegré mucho de la noticia que creo que es una de las mejores que he he vivido en mi vida, algo que estoy seguro de no exagerar.
Días después el gobierno de Sánchez soltaba uno de sus globos sondas para atrapar progres proponiendo abrir un debate para unificar la hora de la Península con la de Canarias, de tal manera que solo contásemos con un huso horario en España, cosa que parece lógica viendo la corta extensión de nuestro territorio y sabiendo que en los más de 4 mil kilómetros de Estados Unidos solo existen cuatro husos en su superficie continental. Sin embargo, este tema considero que me sobrepasa y tampoco me apetece un debate sobre éste pues, para mi, ya es un éxito muy grande que el infame cambio de hora al que me he tenido que enfrentar dos veces al año durante toda mi vida pase para siempre a la historia. Estoy dispuesto a aceptar que ese debate no toca ahora o que, mejor, le puede corresponder a otra generación.
Hace tan solo unos días escuchaba primero con sorpresa, después con carcajadas y finalmente con asco y vergüenza ajena que Coalición Canaria se unía a este debate metiendo la diferencia horaria como un aspecto identitario del Archipiélago Canario y al hecho diferenciador innegociable que, teniendo en cuenta cualquier hora que tuviese la metrópolis peninsular en Canarias debería de haber, siempre, una menos porque esto era parte de nuestra idiosincracia y una promoción gratuita impagable para una tierra abocada al turismo como la nuestra. Estos eran los argumentos de determinados popes de esta formación, que ha gobernado caciquilmente nuestras islas durante 25 años a pesar de ser la tercera fuerza actualmente en votos, y la del Presidente Fernando Clavijo que ya no sabe donde meterse para que no se lo lleve la grúa que están a punto de imputarle y con la que siendo alcalde de La Laguna hizo que su patrimonio personal aumentara exponencialmente.
No cabe duda: para ATI CC ser menos es una cuestión identitaria, que impregna carácter nacional y un hecho diferencial. Canarias es la región que menos invierte en sanidad, en educación, en justicia, que tiene menos gente trabajando porque tiene más parados, que menos políticas sociales tiene entre sus prestaciones, donde la igualdad y la dependencia representan menos porque aquí los ricos son más ricos, la que menos transparencia democrática tiene, la que menos aprecio a la cultura siente y la que más se vanagloria de su tierra a pesar de que son las administraciones canarias y CC las que más daño ambiental han hecho a nuestro territorio porque son las que menos lo han respetado en el actual periodo de democracia ceremonial.
En Canarias siempre hemos estado gobernados primero por una aristocracia y luego por una burguesía improductivas, depredadoras del territorio, que ha ganado muchísimo gracias a matar de hambre a la mayor parte de su población y a que una parte importante de canarios y canarias hayan tenido que emigrar tradicionalmente y a engañar a los de fuera, se llamen peninsulares, godos o el sistema de subvenciones de la Unión Europea, adoptando siempre una posición de criollos superiores que gobiernan, de manera bananera, a una población indígena de categoría inferior, que somos los millones de canarios que hemos vivido aquí desde la conquista del archipiélago, a base de dar pena por ser ultraperiféricos, atrasados o tener una hora menos. Coalición Canaria representa a este tipo de burguesía a la perfección y en sus cinco lustros de existencia este es el verdadero hecho diferencial que representa a esta formación y con el que se ha producido una riqueza improductiva y miles de sinecuras. Si CC pudiera elegir el horario de Canarias, sin duda los canarios no tendríamos que soportar solo una hora de atraso respecto a nuestro entorno sino que a los ciudadanos nos habrían situado un siglo por detrás de nuestra posición en el globo terráqueo y de nuestros referentes culturales porque así ellos serían inmensamente ricos, poderosos sin límites y no se tendrían que enfrentar a ese simulacro de democracia que llaman elecciones y que los merma de tener el poder absoluto que desean a pesar que todas las fuerzas políticas, ahí tenemos a esos traidores de las franquicias de Sí se puede, metidos completamente en el aro y coqueteando con CC cuando no llamando a su puerta, cuando pillan poder acaban sirviendo a éste.