11 abril 2011

El mal de Santino Pe

Para mi ha sido un absoluto honor recibir la invitación de Juan Jesús Afonso, al que tanto he admirado estos años, para escribir la entrada número 3.000 de las noticias del Foro Contra la Incineración de Residuos. Lo que siempre me ha gustado de él es que se puede estar o no de acuerdo con su forma de decir las cosas pero que el tiempo y las circunstancias le acaban dando la razón. ¡Siempre! Desde aquí te envío un abrazo y te vuelvo a agradecer tu petición de colaboración, Juan Jesús.

Entre muchas otras habría que reseñar como constante una cierta desgracia que habían marcado la vida de Santino Pe y que se resumía en el hecho de que, indefectiblemente, nadie le hiciera el menor caso un día sí y otro también. Esto se reflejaba de manera notable en dos polos extremos de su vida y que iban desde el partido en el que militaba hasta su casa a la hora de comer.
Ese día en el almuerzo tocaba algo que le era especialmente indigesto y que solía revolver de manera pensativa porque en verdad aquella comida, una suerte de sopa de letras que para ser más autóctono debiera llamársela potaje, siempre se le acababan manifestando palabras, siglas y hasta frases enteras de lo que le había pasado durante el día. Hoy sobre aquella agua amarilla le saltaban a la vista tres grandes grupos de siglas que decían pesoe, cecé y pepé y por mucho que removiera con la cuchara no había manera que se mezclaran y le dijeran otra cosa. Empezó a comer sin ganas, la cocinera de la familia que lo había amantado y que lo conocía desde pequeño se permitía el lujo de gritarle desde la cocina que comiera o se iba a quedar sin postre a pesar de ya era mayor y calvo, y aquel día las oes y las eses de la sopa le hacía un daño especial al tragar porque él nunca se había identificado de verdad con los que se afirmabas socialistas y obreros pues Santino Pe no se le conocía oficio, ni beneficio, alguno que saliera de la fuerza de su trabajo y había conseguido medrar en la vida quedando siempre segundo en todo pero siempre con un cargo de consolación asegurado. Para su disgusto el plato estaba soso y a pesar de que el médico le había dicho que por la tensión no le convenía comer con mucha sal Santino Pe, siempre que podía, se saltaba la dieta y de un pequeño salero, hurtado a escondidas de la cocina, echaba unos buenos golpes de sal sobre los alimentos, como hacía ahora con la sopa, para darle sabor pues él mismo decía, nadie le solía hacer caso la verdad, que cuando muriera lo habría de hacer tras haber saboreado algo de la vida.
El caso es que mientras las diminutas piedritas de sal yodada caían en el plato la sopa de siglas cambiaba de manera significativa y ahora éstas se agrupaban de otra forma diciéndole cosas como iucé, enecé, peiele, ceceene mientras sobre una hoja de hierbabuena se podía leer perfectamente algo que decía losverdes. Santino Pe, que tantas revelaciones parecidas había creído tener en su vida con las que lo único que había conseguido siempre era permanecer en segundo lugar, pensó que aquella era la definitiva que lo habría de encumbrar en el liderazgo que jamás había tenido, no se sabe si por gandul que lo le gustaba trabajar o por cobarde que tampoco le gustaba trabajar. Mientras la cocinera de la familia había estado aquella mañana cocinado la sopa que se estaba comiendo, unos represaliados del partido en donde Santino Pe lo más que había llegado había sido a segundo le habían pedido que fuera con ellos para ser el primero sin hacer nada, sólo valía su nombre, y además no tenía que mancharse los dedos de cola para pegar carteles pues otros, como siempre, harían el trabajo de sucio por él.
Encantado de la vida apuró en rápidas cucharadas la sopa para ir a buscar un teléfono, al que tan aficionado era y con el que tantas intrigas había celebrado, y mientras se limpiaba la boca con una servilleta de tela, con sus iniciales bordadas por supuesto, se fijó que habían quedado en el plato blanco las siglas SXTF. Con rabia cogió el cuchillo para el segundo plato, que ese día se quedaría sin comer por la excitación de haberse encontrado a sí mismo en otro partido, e hizo añicos la ese de socialista que tanto daño a él, y a otros de su pelaje, le había hecho en la vida por la exigida coherencia quedando en el plato el mensaje vacío de XTF. Mientras la cocinera de la familia le regañaba por no haberse comido todo lo que le había preparado y lo amenazaba con dejarlo sin postre hasta después de las elecciones en la web del Foro Contra la Incineración de Residuos de Tenerife se publicaba este texto, que representa la entrada número 3.000 en más de ocho años de continuo trabajo y que el que escribe esto tiene el honor de ver publicada. Esperemos que algún día Santino Pe se encuentre por algún lado pero mientras le doy la enhorabuena al amigo Juan Jesús por tanto trabajo desinteresado sin buscar el protagonismo barato.