Nuestra memoria sobre el tiempo meteorológico es siempre pésima y se limita al periodo relativo de nuestras vidas, siempre mal recordado, acompañado de un lacónico antes llovía más. Que un indocumentado como Mariano Rajoy cite a su primo para, tras confundir conceptos como tiempo y clima, criticar las investigaciones sobre el cambio climático o que un personaje oscuro como Al Gore se esté forrando por hacer causa sobre el tema vienen a alterar más nuestra percepción de los fenómenos meteorológicos. Además los medios de comunicación terminan por rematar la confusión muchas veces de manera intencionada. En Canarias tenemos varios ejemplos sobre el tema.
Lluvias como las que se produjeron el pasado 13 de diciembre y que paralizaron el área metropolitana de Santa Cruz La Laguna, incluyendo la línea de tranvía por la inundación de algunos túneles y cuyas obras le costaron al contribuyente más de 300 millones de euros, no son, como se ha podido dar a entender, un fenómeno meteorológico excepcional sino una forma peculiar por la que se presentan las lluvias en estas islas durante esta época del año. Ya el 1 de noviembre de 2006 hubo también un fenómeno lluvioso parecido y que produjo graves efectos sobre las estructuras viarias pero que al ser festivo sus efectos se no se dejaron notar tanto. Históricas son las descripciones de esta manera peculiar de llover sobre el Archipiélago Canario y siempre me acuerdo de la que narra las lluvias torrenciales que hace siglos se llevaron la anterior imagen de la Virgen de Candelaria, la iglesia en la que estaba alojada, los curas que estaban allí y los fieles que equivocadamente se fueron a refugiar bajo su techo. El 28 de noviembre de 2005 una cola de una tormenta tropical, el famoso Delta, vino a tocar el archipiélago trayendo vientos fuertes que dejaron sin servicio eléctrico durante casi una semana a esta misma área debido al mal estado de conservación de un tendido eléctrico que acabó casi todo por el suelo. Desde fuentes cercanas a la multinacional Unelco Endesa que monopoliza la generación, transporte y comercialización de la electricidad en Canarias, con cargos en excedencia en el Cabildo de Tenerife, se habló de vientos de más de 200 kilómetros por hora y hasta se reseño la tormenta como un huracán. La estrategia, que sin duda se ha conseguido, era la de confundir a una opinión pública cada día más mansa y resignada con las arbitrariedades del poder.
Hace pocos días escuchaba unas declaraciones del Catedrático en Economía Aplicada y Premio Nacional de Economía y Medio Ambiente Federico Aguilera Klink, un tanto tristes por cierto, en una radio local sobre la construcción del puerto de Granadilla y la responsabilidad que tenemos los ciudadanos por resignarnos con estas cosas que nos vienen. Quizás esta actitud sumisa debería aplicarse, con el permiso de Federico, a la práctica generalidad de cosas que están ocurriendo en las islas. Hemos dejado que PSOE, PP y CC edifiquen auténticas redes clientelares y mafiosas en las islas con multinacionales y empresarios y apenas sí nos hemos quejado y hemos puesto es su sitio a eso que tan mal llamamos clase política pues nos hemos resignado a que sus prácticas sean un mal necesario dentro del sistema. Lo desesperanzador del asunto es que no se ven visos de que esto vaya a dejar de ser así ni siquiera a medio plazo.
En diciembre de 2005 llegué a pensar que lo que había pasado con el Delta era la gota que colmaría el vaso y que de aquella negligencia iba a cortar cabezas. Hoy, dos años después, a Unelco Endesa no sólo no ha sido penalizada por el apagón sino que le ha salido hasta rentable. Lo mismo sucede con las autoridades responsables de este hecho que no sólo jamás dieron la cara sino que siguen estando en sus puestos de responsabilidad agazapados tras una maraña administrativa en la que se ocultan y protegen. Trato de recordar en toda la historia de la autonomía canaria un alto cargo que haya dimitido y no encuentro ninguno y eso que en estos años ha habido casos muy graves de corrupción, desviación de fondos públicos y mala gestión en la administración.
Lo que pasó el día 13 con la paralización del servicio de tranvía entre Santa Cruz y La Laguna ha sido muy grave, deberían de pedirse responsabilidades por malversación de fondos públicos, y demuestra que este tranvía es un capricho personal muy caro de Ricardo Melchior que sólo funciona cuando no llueve o lo hace ligeramente. Que unas lluvias que pueden ser consideradas ligeras paralicen un área donde se mueven casi medio millón de personas se debe a la modificación, muchas veces irreversible, de nuestro territorio que en pocas décadas ha sufrido cambios de una magnitud superior que las que se han podido dar en siglos. El causante de todo este estropicio ha sido la aplicación de un modelo de desarrollo errado, caducado, insolidario, que busca el beneficio rápido para unos pocos y que ha surgido en foros nada democráticos y donde los ciudadanos no hemos podido controlarlo. El caso es que ya nadie protesta, nadie dice nada y todo nos parece bien. Triste sino que tenemos los canarios.
Canarias 24 Horas, 16 de diciembre de 2007.