24 marzo 2011

Economistas aterrados, ciudadanos horrorizados

Si los economistas más progresistas que hay hoy en día en Europa se encuentran asustados, así lo han querido decir con un texto titulado Manifiestos de Economistas Aterrados elaborado en Francia, cuánto más no deberíamos estar los ciudadanos que pasamos la mayoría de las veces por despistados a lo que se son viene encima de forma aparentemente inexorable porque ya se sabe que la gran maraña de árboles que no nos dejan ver el bosque. Este manifiesto se elaboró en septiembre de 2010 y en el momento que escribo estas líneas lo han suscrito 3.428 economistas que en principio muchos eran de origen francófono pero que gracias a la red se ha extendido por todo el mundo. Creo firmemente que la economía no es ni será nunca una ciencia completamente independiente de, por ejemplo, la sociología y que ésta se mueve más en los ámbitos de la creencia cuando no de la manipulación política más burda y descarada. Sin embargo textos como este me parecen no sólo pertinentes y valientes sino también necesarios porque no sólo denuncian el ámbito de la creencia en la que se mueve la economía formal sino que presenta soluciones que tienen que ver con la profundización de la democracia y de la transparencia que debe tener ésta. Mi exposición de más abajo no es la de criticar el texto en sí sino de clarificarlo en la medida de mis posibilidades. En muy pocas páginas se hacen afirmaciones que servirían para cientos de estudios serios y la densidad del texto es enorme pero aún así vale la pena leerlo con calma pensado cada uno de sus puntos por no decir de sus renglones. Para simplificar he condensado lo que se denuncia como 10 falsas evidencias en tres puntos: las que hablan de la falsedad de los mercados, las que señalan las falsedades sobre la deuda pública y las que hacen una crítica brutal a la Unión Europea.
Según este manifiesto los mercados no son eficientes (falsa evidencia 1), ni favorecen el crecimiento económico (falsa evidencia 2) ni son buenos jueces para indicar la solvencia de los estados (falsa evidencia 3). En nombre de los mercados se están sacrificando conquistas sociales, el bienestar social y económico de millones de personas, las prestaciones sociales a las que tenemos derecho en virtud de nuestra contribución a los gobiernos vía impuestos y, lo que es más importante, la garantía de transparencia democrática de nuestros gobiernos hacia la ciudadanía. Las agencias de calificación han entrado a saco en lo que se conoce como globalización y son una parte importante del problema en cuanto a que no son capaces de ser árbitros completamente parciales sino que tergiversan las evidencias en pos de las especulaciones que han entrado de manera brutal contra los estados y las deudas públicas. En forma de corolario el manifiesto propone al final de cada epígrafe, que llaman falsas evidencias, una serie de medidas que en este caso van a resumirse en un mayor protagonismo de los gobiernos y un control estricto en lo económico y financiero de los mercados de especulación financiera que tanto afectan a la economía productiva proponiendo desvincular  a las empresas de la financiación financiero especulativa y restringiendo el uso que hacen los sistemas bancarios de los mercados financieros. La mayoría de estas medidas implican un fortalecimiento de lo público frente a las especulaciones opacas de los llamados mercados.
El núcleo central de este manifiesto se basa en la revisión de lo que significa la deuda pública pues hemos visto que después de la crisis inmobiliaria de 2008 que afectó a las hipotecas en Estados Unidos la crisis se ha traducido en una brutal especulación de la deuda pública de los países. Según este manifiesto las deudas de los gobiernos no se deben al exceso de gasto (falsa evidencia 4), señalando que es una creencia interesada que reduciendo el gasto público se reduzca la deuda (falsa evidencia 5), que es una falacia que la deuda pública de la actualidad sea una herencia a nuestros nietos (falsa evidencia 6) y que deba ser un imperativo tranquilizar a los mercados financieros (falsa evidencia 7). Está claro, la deuda pública de países como España no se debe a que se gaste de manera desmesurada en prestaciones sociales sino que la armonización fiscal a la que las grandes economías del mundo se han vistos obligadas por el imperativo neoliberal priorizan la bajada del impuesto sobre sociedades, el del patrimonio y de las rentas más altas por lo que tenemos que es  la gran masa de ciudadanos la que financia el funcionamiento de los gobiernos en todo el planeta. La macroeconomía se ha reducido, de una manera muy perversa y malintencionada desde la etapa de Tatcher y Reagan, a un como si fuera la microeconomía doméstica de nuestros hogares y esto es una visión no sólo burda, simplificadora de la realidad sino que ha sido completamente nefasta. Los suscribientes afirman que la reducción del gasto público no sólo es malo para la actualidad sino que en el futuro implicará un agravamiento de la misma deuda pública. Con ello tenemos que se han establecido mecanismos de redistribución de la riqueza en sentido contrario al lógico: desde las clases populares hacia los grandes intereses del capital. Los corolarios a estos cuatro apartados van en la misma línea del documento y son la potenciación de lo público en la economía con un Banco Central Europeo que permita financiar los gobiernos de manera directa, el control de los mercados financieros recuperando el factor verdaderamente redistributivo que deben tener los sistemas fiscales, profundizar en la transparencia democrática e incrementar el gasto público en sistemas de protección por el empleo y en desarrollo de la educación, la sanidad y el bienestar social que están pasando a manos privadas y cuyo ejemplo más absolutos es la privatización de facto de las pensiones que se produce en España con la jubilación a los 67.
El manifiesto acaba haciendo un buen repaso a la Unión Europea que se ha convertido en un monstruo opaco y antidemocrático de liberalizar la economía puesto que no es cierto que la Unión Europea defienda un modelo social (falsa evidencia 8), ni que el Euro sea un escudo ante la crisis (falsa evidencia 9) ni tampoco que la crisis griega, luego la intervención de Irlanda, puede que la de Portugal y muy probable que la de España, haya significado una profundización de los mecanismos de solidaridad europeos (falsa evidencia 10). La Unión Europea tal y como está funcionando hoy en día es un mecanismo más de la imposición de los dogmas financieros neoliberales de la globalización y está sirviendo de correa de transmisión de este tipo de doctrinas sobre millones de ciudadanos. La rigidez del Euro, un entramado monetario hecho para proteger los intereses financieros mundiales que resta capacidad de acción no sólo a los gobiernos sino al propio Banco Central Europeo, ha acabado por favorecen un endurecimiento de las condiciones laborales de los trabajadores y unas bajadas salariales donde las desigualdades han crecido de manera exponencial. En este punto no puedo sino mirar con desprecio a un vende motos, que se las da de hombre de estado, como Felipe González y que desde sus privilegios como ex presidente y su poltrona en Gas Natural, pago a favores prestados en el pasado, todavía se permite el lujo de dar consejo a los millones de desfavorecidos que políticas como las que llevó a cabo siendo el primer presidente del PSOE produjeron. En 2009 los mercados financieros, a falta de otra cosa mejor con la que especular, han empezado a hacerlo con los déficits públicos de las economías mundiales que debido a la rigidez de tratados como el de Maastricht que obligan a los países a financiarse mediante los mercados atacando especialmente a economías de países débiles como España, Grecia, Irlanda y Portugal, las famosas PIGS en denominación del ultraliberal Financial Times y de aquel famoso artículo de los cerdos que creía poder volar, Pigs in muck. Las medidas que se proponen para el debate en este documento son las de poner coto a la libre circulación de capitales no sólo en el seno de la UE sino en todo el mundo, buscar un sentido común dentro de los países de la Unión que no sea la imposición de los principios neoliberales y sí la cohesión social y desarrollar una verdadera fiscalidad europea que vaya encaminada hacia lo público con un verdadero funcionamiento de la solidaridad interterritorial europea.
Los autores definen este texto no como algo dogmático y doctrinario, tienen claro que poner a multitud de países de acuerdo sobre estas medidas de adelgazamiento de las doctrinas neoliberales es complicado, lleva su tiempo y deberá tener múltiples vías y distintas velocidades, y lo que propone con este manifiesto es abrir un debate que libere a los Estados de la presión perversa de los mercados financieros. Hoy en día es casi una irreverencia afirmar que hay que dar marcha atrás en muchos supuestos avances que se hicieron en la imposición antidemocrática de la construcción de la Unión Europea para que tengan más protagonismo los ciudadanos y exista por vez primera cosas que nos parecen una entelequia como una democracia real, no ceremonial, y una transparencia absoluta en la toma de decisiones políticas. Este Manifiesto de Economistas Aterrados, sin ser un documento dogmático ni absoluto, es una buena base de partida para el cambio hacia un sistema más justo y equitativo y que un servidor, con todas sus carencias, ha querido hacer un poco más accesible al lector. Eso sí, sigo diciendo que su lectura es imprescindible no sólo para conocer la encrucijada en la que nos encontramos sino, lo más importante, como una guía para poder salir de ella.
Canarias 24 Horas, 21 de marzo de 2011.