12 agosto 2011

A golpe de mercados



El año 2008 va a significar un año de inflexión de cosas que se van a recordar por mucho tiempo. Ese fue el último año en el que ya no fuimos ricos nunca más a base de endeudarnos hasta las pestañas, en el que el crédito era fácil y en que la burbuja inmobiliaria producía ingresos a las arcas públicas para vivir en cierto superávit mientras el motor de aquella economía no era la base productiva sino la corrupción y la inmoralidad que nos ha llevado hasta estos fangos. Fue el año en el que José Luis Rodríguez Zapatero ganó sus segundas elecciones haciendo promesas electorales falsas mientras perdía un tiempo precioso para actuar negando tozudamente la crisis económica, en la que ya estábamos envueltos, por el electoralismo más sucio y miserable que nunca se había conocido. Fue el año en que la Selección Española de Fútbol ganó la Eurocopa y llenó las calles de millones de personas celebrando la victoria pero que mucha gente con esta pasión futbolera, a pesar de tener condiciones de vida francamente miserables, no se echan ahora a la calle a protestar en las convocatorias organizadas por los ciudadanos concienciados tras el 15m. Pero, sin duda, aquel año de 2008 fue el decisivo para hacer algo que, aunque ya era tarde, tenía que haberse hecho y no se hizo: establecer un control social, político y hasta ciudadano del sistema financiero internacional y gravar con una serie una serie de tasas e impuestos a todas aquellas transacciones meramente especulativas realizadas por eso que se ha venido en llamar con el eufemismo de mercados.
Desde el estallido de esta gran crisis de 2008, pasando por las medidas que sólo pueden ser calificadas como violentas puestas en marcha por el PSOE de Zapatero en mayo de 2010, hasta estos días lo único que hemos visto como parche, que no solución, a esta crisis es que los de siempre paguemos con nuestro sudor, infelicidad y hasta nuestras vidas una crisis de la que somos corresponsables pero que nunca iniciamos. Enseguida se nos viene a la cabeza la imagen de humoristas gráficos como Forges o El Roto con una especie de dios del mercado exigiendo y engullendo víctimas humanas para seguir en con su aparente inexorabilidad una senda ultraliberal trazada hace tres décadas por Thatcher, Reagan o Wojtyla del chiste inteligente donde hemos pasado a una realidad que nos ha superado a todos por causa de la avaricia. ¿Cuánto más nos podrán seguir apretando? Seguramente mucho más y, aunque lo pudiera parecer, todavía pueden ir más en contra de nosotros si el sistema sigue por estas vías, cosa que para nada es descartable.
En aquel 2008, en realidad mucho antes probablemente en los noventa del siglo pasado cuando pinchó la primera burbuja especulativa, los diferentes organismos políticos internacionales debieron haber puesto en marcha un control político y democrático de los sistemas financieros mundiales estableciendo límites a la economía meramente especulativa, cobrando impuestos y poniendo en funcionamiento bancas públicas que tuviera el objetivo de salvaguardar los intereses de los ciudadanos y no de los llamados mercados. El caso se ha vuelto tan grotesco y ha llegado a unos niveles tan salvajes que es el propio dinero puesto por un pequeño ahorrador en un fondo para su pensión, en realidad millones de ellos, el que está creando una inestabilidad económica mundial sin precedentes que han hecho como objeto de la especulación más dura la deuda pública del país en el que vive y que ha visto como sus supuestamente legítimos gobiernos le han recortado algo tan legítimo como su derecho a una pensión digna tal que ha hecho el PSOE en España por mucho que traten de maquillar el recorte brutal de derechos que ha supuesto la reforma nuestras pensiones. Mientras, un país como Estados Unidos es objetivo de los propios monstruos que creó, unas repugnantes agencias de calificación que por dinero maquillan cuentas públicas y privadas y que en Europa no se ha puesto en la cárcel a responsables de Goldman Sachs como Mario Draghi que ayudaron a maquillar el estado real de las cuentas de Grecia, cuyo premio a esto ha sido verse ascendido a Presidente del BCE, y está rebajando la deuda norteamericana creando mucha más tensión dentro de los mercados internacionales.
La solución es complicada y si alguien sabe las claves para detener toda esta escalada que está contagiando irremediablemente a la economía productiva mundial seguramente no se le dejará hablar porque esto sólo se soluciona con formas bastante radicales. Lo que está claro es que cada día en menor medida la economía ni es ni podrá ser una doctrina científica no sólo porque en ella se falla más que tirando a una diana con una escopeta de feria, sino porque todos, absolutamente todos, los grandes gurús de la economía mundial no han sabido ver lo que se nos viene encima, más bien tratan de hacer gestos psicológicos para calmar a esta bestia sin forma llamada mercados, sino que no han acertado ni una sola vez con lo que puede pasar y apenas llegan a poder explicar lo que ha pasado hace unos pocos días.
Yo también soy de los que desconfía del estado pero por otros motivos ya que éste es una forma de legitimar el todo vale impuesto durante estas tres décadas de expansión de la economía ultraliberal sobre todo el planeta y sobre todos sus habitantes. Temo los totalitarismos que, en nombre de una supuesta doctrina comunista que siempre ha sido falsa pues esta entelequia nunca se ha llegado a poner de verdad en práctica, tiende a hacer una economía de mercado que beneficia a las élites del estado y que hemos visto, en distintas formas y medidas, ponerse en mala práctica en países como la Unión Soviética, China, Cuba e incluso Venezuela con unos resultados bastante desastrosos. También es cierto que esta crisis que estamos viviendo no se arregla sin una importante intervención de la economía no sólo que mitigue los efectos que millones de ciudadanos, incluida el hambre que pasan en Somalia, estamos atravesando con un control político de las finanzas mundiales luego de un control ciudadano directo de estos sistemas. Está claro que ya nosotros hemos perdido mucho con esta crisis y que ahora les toca perder a los que más tienen gracias a que nosotros somos su carne de cañón. Aunque lo parezca el sistema, y la forma en la que se tratan de resolver los problemas y hasta se justifican no sólo éstos sino estas fórmulas, no es algo inexorable y que es posible otro tipo de formas de salir de esta crisis de manera permanente cosa que sería labor de muchas décadas de trabajo y que probablemente nunca llegásemos a ver terminadas muchos de los que ahora estamos vivos. Cuando no se huyen de modelos oxidados y sin nada de futuro, esta grave crisis le tocó a Zapatero pero le hubiera podido tocar a cualquier otro presidente de la democracia porque lo que falla es el sistema y no los personajes, no nos queda otro remedio que acabar en la que estamos metidos y cuyas consecuencias son no sólo irreversibles sino que han venido para quedarse.
Canarias 24 Horas, 8 de agosto de 2011.