24 septiembre 2007

LA CICATERÍA EN LAS POLÍTICAS SOCIALES

Aparentemente tanto a anarquistas como a neoliberales no les gusta el Estado. A los anarcas se los critica por defecto, salvo alguna experiencia concreta como la Comuna de París o los núcleos agrarios de Asturias y el Norte Peninsular durante la llamada Revolución Española del 1936, pues apenas sí se ha podido demostrar que las personas somos capaces de organizarnos perfectamente en comunidades libertarias, autogestionadas y democráticas. Conociendo lo mal que le ha ido hasta ahora al ser humano con la experiencia de los distintos tipos de Estado, el estado es la mayor expresión de la represión o razón de estado es razón de establo, debiérase darnos una oportunidad para resolver nuestras vidas de manera comunitaria. Sin embargo ahí está la economía neoliberal que es la mayor beneficiaria del Estado aunque se llenen la boca diciendo que éste debe ser mínimo y que todo debe ser mercado. Quizás como en el texto de Pessoa El Banquero Anarquista piensen ellos que su condición de liberales en la economía los hacen más libertarios que nadie.

Si el Estado fuera mínimo y sólo tuviera las competencias de seguridad, defensa, judiciales y de arbitraje en la economía como los sectores más liberales y todo lo demás estuviera a cargo de la iniciativa privada las grandes empresas no serían ni tan rentables ni tan ricas como son. En el caso de las infraestructuras es donde mejor se ven estas cosas. Éstas son mayormente un sistema de transferencia de dinero público, recaudado por los gobiernos a los contribuyentes, a sectores privados que se hacen con los contratos mediante sistemas de presión normalmente no muy regulares que funcionan en los grandes centros de poder y gobierno. Normalmente las infraestructuras se hacen sin un debate democrático sobre su auténtica necesidad sino por una supuesta necesidad general que, según nos ha enseñado bien el amigo Federico Aguilera Klink, responde más bien a los intereses privados de las grandes empresas. No estoy diciendo que no haya que hacer o mejorar infraestructuras y que estaríamos mejor en las cavernas sino que tal vez si se nos preguntara sobre si de verdad es necesaria una carretera que atraviesa un espacio natural singular para ahorrarnos diez minutos seguramente tendríamos la posibilidad de buscar una alternativa mejor.

En Canarias sabemos muy bien cómo funciona este tema de las infraestructuras inútiles porque en las islas se construyen puertos inutilizados por los vientos y hasta se pretende arrasar las costas de Granadilla para hacer un puerto inútil en lugar de potenciar el que ya está o se habla de segundas y terceras pistas de aeropuertos que mejor gestionados estarían sobrados con sus actuales instalaciones. Las fortunas de los empresarios constructores y de muchos políticos que compran coches de lujo mediante testaferros para que no se note la cosa se basa en este trasvase de dinero público a través de las subvenciones europeas que salen, principalmente, de los impuestos que pagan los trabajadores alemanes. Esta es una virtud del capitalismo global y hace que el capital no tenga fronteras aunque se consideran ilegales a las personas que marchan de sus países buscando un mayor bienestar.

Otra es que los bancos changas norteamericanos sean capaces de prestar dinero para hipotecas basura y lo debamos de pagar el resto de los ciudadanos del planeta. Las inyecciones que los grandes bancos emisores hacen en los sistemas de especulación financiera mundial provienen de nuestros fondos. La gran rentabilidad de los sistemas especulativos hace que se construyan burbujas especulativas y si hay problemas somos nosotros los que con nuestros ahorros vamos a rescatar el sistema y padecer las consecuencias de una crisis económica. Es hora de volver al debate sobre la necesidad de un impuesto sobre las transacciones financieras especulativas, como la llamada Tasa Tobin que defiende ATTAC, que sirva para gravar este tipo de economía especulativa y cuyo resultante sirva para el desarrollo a fondo perdido de los países en vías de desarrollo.

A seis meses de las elecciones generales estamos viendo un intenso debate entre dos partidos que asumen la economía neoliberal sin problema, uno está manejado directamente por la ultraderecha heredera de la dictadura de Franco, como son PSOE y PP. Haciendo electoralismo, si bien es verdad que cierto asomo a las políticas sociales se puede destacar en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ahora el gobierno se ha puesto a sacar una batería de medidas sociales como las ayudas a las hipotecas, a los alquileres, a la natalidad o una atención bucodental completa a los niños de hasta 14 años tomando como base el superávit de caja que el Estado ha hecho estos últimos años. Los sectores más reaccionarios, que siempre están de acuerdo con que el Estado financie las infraestructuras más disparatadas, han puesto el grito en el cielo diciendo que estas medidas sociales van a reventar el Estado. Acostumbrados en este país como estamos a que las reformas educativas o la ley de dependencia se hayan hecho sin partidas presupuestarias no puedo más que alegrarme de estas medidas que, a pesar de ser electoralistas, son necesarias para que el estado social no se acabe de liquidar como se hace en las comunidades donde gobierna el PP o en Canarias que no existe ya casi sector público sino que ya todo está privatizado, o en vías de, a los amigos de los que gobiernan.

El PP mientras gobernó rebajo el impuesto sobre la renta que es precisamente un tipo de impuesto cuyo recorte beneficiará siempre a las rentas más altas al tiempo que la presión fiscal se incrementa sobre el ciudadano en los impuestos indirectos. En Canarias tenemos el caso de la RIC por el que los grandes empresarios y profesionales liberales pueden ahorrarse de pagar muchos impuestos por lo que al final las pequeñas rentas que provienen de una nómina que no tienen posibilidad de hacer artificios contables son las que financian el sistema. Cuando vemos la cicatería del la extrema derecha diciendo que las mejoras sociales, que al final se cifran en unos pocos centenares de millones de euros, hipotecan el estado al tiempo que se sigue invirtiendo en grandes infraestructuras, se suben los sueldos de los altos cargos y Zaplana hace desaparecer la pasta de las comisiones irregulares de Terra Mítica no podemos sino sentir que nos están intentando tratar como bobos.

El Estado, ya que existe, no debe ser un simple árbitro que corrija las desigualdades del capital tratando de llegar como una forma de beneficencia allí donde el capital no llega porque no le es rentable. Debe tomar las riendas de la economía y someter a las grandes empresas a las leyes. He aquí la importancia del Sector Público. A Hugo Chavés en Venezuela se le pueden criticar muchas cosas, como a cualquier gobernante, pero el hecho de que haya plantado cara a las grandes petroleras y haya nacionalizado los recursos petrolíferos de su país para que los beneficios reviertan sobre la población es algo que no le perdonarán muchos. Esta es la diferencia entre un gobernante lacayo y otro que se planta contra el sistema.