07 julio 2011

El tufo de la SGAE




De ser ciertos los cargos de lo que se les acusa a lo que se ha dado en denominar desde los medios y entidades policiales como cúpula de la SGAE, se les imputan delitos societarios y de apropiación indebida, nunca habrá estado tan oportuno el famoso dicho de que cree el ladrón que todos son de su condición. No sólo esta sociedad de gestión de derechos de autor nos ha sableado a todos los ciudadanos con impuestos sobre la copia privada, el famoso canon de los soportes digitales, sino por lo que se desprende de las actuaciones policiales y judiciales esta sociedad parecía tener un sistema interno bien organizado con el objetivo especial de robarse a sí mismos y desviar fondos, que se supone que pertenecen a sus socios, a cuentas particulares por un montante de hasta 400 millones de euros según uno de los abogados denunciantes Josep Jover. Asistimos al fracaso de la gestión privada de los derechos de autor, derechos que siempre se han gestionado de manera abusiva, con un sistema que más o menos siempre ha sido mantenido por todos los gobiernos de la democracia ceremonial en la que nos encontramos y cuyo mayor valedor ha sido el PSOE que ha llegado a respaldar a toda costa como Ministra de Cultura  a una infame como González-Sinde que se ha olvidado de todo lo que representa la cultura en general para concentrarse en eliminar trabas, léase la ley anti descargas, para que sociedades de este tipo se enriquezcan de manera ilícita como se desprende de las actuaciones judiciales y policiales.
Sería de agradecer que la chulería con la que muchos creadores hacen gala siempre ante importantes sectores de la ciudadanía, algunos llevan mucho tiempo sin hacer ni una triste canción, como Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Caco Senante, que con un nerviosismo exagerado se precipitó a relacionar a los denunciantes con el sindicato de ultraderecha Manos Limpias, o el imputado Teddy Bautista, la rebajaran. Y no sólo la crítica feroz y hasta miserable a la que han sometido a millones de ciudadanos cansados de los abusos en la gestión de los derechos culturales que se ven abocados a pagar hasta tres y cuatro veces por el mismo producto cultural que consumen sino porque deberían de reconocer que estos años lo han estado haciendo muy mal. Tanto que han sido capaces de infiltrar a una ministra que ha tratado de defender sus intereses exclusivos haciéndoles una ley ad hoc copiada, cuando no dictada, por las oficinas de comercio exterior de Estados Unidos. Es bueno recordar esto ahora para que se vean las cosas en perspectiva y se ponga a cada cual en su sitio porque una cosa está clara, las personas que compartimos archivos en internet no somos delincuentes pero, sobre todo, no abogamos por el todo gratis que tan demagógicamente han usado desde la SGAE para incriminar a la ciudadanía cuando sus prácticas han rozado la extorsión, amenazas a locales de ocio y peluquerías, y la actuación mafiosa, el envío de detectives privados a ceremonias privadas como bautizos, bodas, comuniones y fiestas.
Si el canon por copia privada, cosa que no deja de ser un impuesto y que según la legislación está muy claro qué organismos son los que deben tener función recaudatoria, se hubiera recogido por vías administrativas con un control férreo del Tribunal de Cuentas ahora nos encontraríamos en otra situación sin duda. La cultura es algo mucho más amplio que lo que estos sectores, que esta tan constreñidos en sus negocios completamente privados, nos quieren hacernos ver y que han significado un ataque feroz contra Derechos Fundamentales básicos del individuo como la libertad de expresión o la sagrada inviolabilidad de las comunicaciones. Por desgracia la capacidad de rectificación de muchos de estos sujetos no es tan respetable como la de Álex de la Iglesia y que partiendo de ser un férreo defensor de la ley anti descargas supo ver que no sólo era imposible poner puertas al campo, defender de manera desaforada un modelo decimonónico de gestión de los derechos de autor en el XXI, sino que comprendió algo que un día se acabarán de dar cuenta los detractores de un modelo más abierto: que hay formas de gestión no sólo más respetuosos con determinados Derechos Fundamentales sino que algún día el beneficio económico serán mayor con estos modelos. Deberá ser un poema la cara que se les debe haber quedado a algunos pequeños socios de la SGAE, una asociación que es completamente antidemocrática pues el modelo de organización de sus socios es más parecido a las cuotas de los accionistas de una multinacional o de una banca, que después de ejercer como pagadores para que les gestionaran sus derechos sus propios compañeros les estaban presuntamente robando en su propia cara. Para hacer honor y  justicia a este asunto no sólo habría que dejar que los jueces hagan su trabajo esperando que se reponga el dinero que ha desaparecido sino algo más importante: que entidades de gestión como la SGAE dejen de tener capacidad recaudatoria y que estas competencias vayan al Estados en donde, sin bien se pueden dar problemas de que alguien meta mano en la caja, existen los suficientes mecanismos para el control y la fiscalización de cualquier tipo de gravamen. También que se reforme la manera de recaudar este tipo de impuestos culturales basados en la presunción de culpabilidad pues se sobre entiende de manera injustificada que las personas que compran cedés o memorias USB los quieren para hacer copias privadas cuando esto no tiene que ser así. A pesar que el asunto huele muy mal nosotros no hemos querido hacer lo mismo que la cúpula de la SGAE ha hecho con nosotros y hemos supuesto en todo momento que estos detenidos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Vivimos una época sucia en la que han triunfado las malas artes, la corrupción y el engaño como forma generalizada de hacer negocios personales a expensas de la mayoría de la población. Esperemos que la creación, algo que es tan antiguo como la humanidad misma y que en antropología se le llama difusión cultural sin cuya existencia la humanidad no hubiera salido de las cavernas, sea capaz de transcender de estas pequeñas miserias humanas para que la cultura se difunda sin estos parámetros puramente mercantilistas que rozan las actuaciones mafiosas.
Canarias 24 Horas, 4 de julio de 2011.