30 septiembre 2013

En defensa del derecho al aborto


Del más de medio millar de textos críticos que habré escrito en mi vida reconozco que este es de los más pesados que se me hacen porque en pleno siglo XXI, en un país que se las ha arrogado de avanzado como España, hay que retrotraerse casi cuatro décadas para regresar a un debate del pleistoceno y volver a defender, y esto habría que hacerlo cuantas veces haga falta como no puede ser de otra forma, el derecho innegable a que la mujer decida sobre su propio cuerpo y a abortar si esa es su decisión. En sólo dos años el PP, personalizado en un indeseable de la talla de Mariano Rajoy que ha cobrado de este partido centenares de miles de euros en negro y sus pandilla de 13 ineptos ministros, nos ha hecho volver atrás décadas con sus recortes brutales en la sanidad y la educación públicas, nos ha recortado los derechos laborales a la clase trabajadora a etapas anteriores al franquismo, se disponen ahora a desmantelar el sistema de pensiones y ha dejado el país, esta cosa rancia gobernada eternamente por mediocres y segundones mal llamada España, hundido en la mayor de las miserias sociales de su historia reciente. Mientras, la ultraderecha de este país heredera de Franco, personalizada en ministros tan siniestros como falangistas como el de educación con José Ignacio Wert y el de justicia Alberto Ruiz Gallardón, ha desplegado un órdago ultra que tiene su episodio más terrible en eliminar prácticamente de un plumazo los derechos que las mujeres han conseguido tras generaciones de lucha con sangre y dolor de abortar porque es un horrible error que una tradición arcaica o una religión tan nefasta como la católica se arroguen el supuesto poder de decidir lo que debe suceder dentro de los cuerpos de éstas.
La contra reforma que tiene planeado ese peligro púbico llamado Ruiz Gallardón podrían acabar situando el estado del aborto en España a niveles incluso más restrictivos como países ultracatólicos, en los que en cierta medida la iglesia católica es muchas veces el estado mismo, como pueden ser Italia o Polonia. Sólo espero que este tema haga reflexionar a tanto tertuliano progre, que siempre abogaba por este siniestro personaje de Gallardón como la parte más a la izquierda del PP sobre todo cuando él mismo se retrataba como un liberal cuyo padre fue torturado por la policía de Franco en la Puerta del Sol, no sólo para que los que jamás hemos confiado en este falangista nos dotemos ahora de toda la razón sino porque este tipo de personas son un completo peligro público que jamás deberían de tener responsabilidad alguna pues no en vano una señora como Esperanza Aguirre, nada sospechosa de ser una roja de ultraizquierda, lo apodaba el Hijo Puta. Y es que si la actual ley que existe del aborto, aprobada en 2010 por el PSOE y llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que es una ley de plazos se deroga haciendo una ley de supuestos mucho más restrictiva que la de 1985 sería condenar a miles y miles de mujeres no sólo a una completa inseguridad sobre sus vidas sino, a muchas de ellas, a la miseria y a la muerte por la proliferación de abortos ilegales que se acabarían otra vez por establecer, este fue uno de los rasgos más característicos de la España más miserable y siniestra de los años del dictador, en este país que retrocede al siglo XIX a pasos agigantados.
Las mujeres no se levantan todas las mañanas con la idea de quedarse embarazadas del primero que se les ponga a la vista para abortar porque esto no es algo que satisfaga a nadie. Jamás he conocido una mujer que le guste tan sólo la idea, algunas de mis amigas han tenido que abortar por razones particulares, y pasar por este trance de decidir sobre el futuro de un feto es algo que no se le debe de desear a nadie. La decisión no es fácil y, en muchos casos, es una más meditada que la de traer una vida a este mundo, no sólo por la que está cayendo ahora, de manera irreflexiva pensado que dios proveerá. Las mujeres y los hombres que desde hace muchos años defendemos el aborto no seríamos capaces jamás de obligar a ninguna mujer a abortar sino que lo que defendemos, con toda nuestra razón, es a que las mujeres en primera y en última instancia tenga el derecho insobornable a decidir lo que va a pasar dentro de sus cuerpos, en su futuro personal y en el de su familia.

Dicen los ultras que amparan al falangista Gallardón que lo que quieren es que el nivel de abortos se reduzcan cuando lo que se hace es prohibir un derecho adquirido a las mujeres y no resolviendo los problemas sociales que hacen que la gente tenga que abortar empezando por la triste educación sexual que se da en las casas y en muchos colegios a los jóvenes que no es que cada vez estén más espabilados sino que su información de la sexualidad es a través de la pornografía, un arte cinematográfico para muchos que es sin embargo eminentemente violento cuando menos para un menor sin formación, y del boca a boca como hacían nuestras generaciones hace más de 30 años. Nos enfrentamos a un mundo en el que muchos nos pensamos que es una fatalidad traer a alguien a vivir, de hecho cada vez más se piensan que valga la pena seguir en él pues el nivel de suicidios está subiendo de manera alarmante, donde la precariedad social sube por minutos, donde la sanidad, la vivienda y la educación no son derechos sino mercancía y donde el mercado laboral se parece cada día más a uno esclavista. Estos son las verdaderas razones de que las mujeres aborten y no es su maldad natural como cree la secta católica, y la falange que está detrás de Gallardón, porque esta contra reforma es completamente ideológica e inspirada por estos sectores que llevan 21 siglos despreciando la condición de la mujer y su derecho a sentirse libre y a decidir, por si sola y sin la presión de un hombre que jamás sabrá lo que es concebir, sobre su vida y su cuerpo.