El hecho de que la ultraderecha que gobierna en el PP no haya aceptado realmente la victoria del PSOE el 14 de marzo de 2004 ha hecho como nunca que la fecha de 20 de febrero de 2008, día en el que la campaña electoral para este nuevo proceso debería ser efectiva, se haya convertido en un absurdo. Concretamente las últimas semanas asistimos a un esperpento de ofertas fiscales entre Solbes y Pizarro a los ciudadanos que dejaron ver una lucha infantil y ridícula entre el PP y el PSOE por arrebatar votos de los confiados todavía en el sistema. Concretamente el fichaje de Pizarro como número dos del PP, un tipo gris que has estado hasta el mes pasado a sueldo de grandes empresas y en cuya presidencia de Endesa se pueden ver hasta actos genocidas con los Indios Mapuches, da a entender que, por lo visto, gobernar es sólo hacer economía en tanto el gobierno debe plegarse a los intereses de las multinacionales. Contrasta, no obstante, la fe del PP con la libre circulación de capitales en un mundo que parece irremisiblemente globalizado con la basura de contrato que quieren hacer firmar a los inmigrantes que vienen a trabajar a España porque, curiosamente, el sistema económico demanda trabajadores que el sistema local no puede generar.
Lo último ha sido esta semana con el tema de los debates televisados y que el PP estuvo a punto de abortar. Con un estilo yanqui de la doble marca Coca Cola Pepsi Cola tenemos que creernos que estos debates son puramente democráticos porque no hay alternativa más allá del PSOE o del PP. El hecho de que Telecinco manifestara que no va a emitir ninguno después de que se acordara que la señal se va a producir de manera neutra por la Academia de Televisión dejan ver el burdo espectáculo que va a significar estos reality shows. Si en dos debates de noventa minutos se pudieran clarificar las cosas de manera meridiana la política se debería hacer a nivel de share de audiencia y no en el Parlamento que además de salir más caro llega a menos gente. Y es que la democracia, la real, participativa y de calidad en la que los ciudadanos deciden de verdad necesita tiempo, discusión, debate y un programa real y no oculto como el que los dos grandes partidos políticos esconden. Si el PP gana las elecciones volverán de nuevo a gobernar para los suyos como ya lo hicieron con Aznar durante ocho años. Dicen que los noventa minutos de los debates son sin cortes y las cadenas no podrán poner publicidad. Sin embargo si dejaran hacer pausas publicitarias no solo resultaría que la publicidad ocuparía mucho más tiempo que las supuestas propuestas de Rajoy y Zapatero sino que esclarecerían mucho el hecho de quiénes nos gobiernan en realidad: BBVA, BSCH, Repsol, Telefónica y demás empresas transnacionales.
En Canarias siempre nos distinguimos en estas cosas del resto del estado porque mientras los dos grandes partidos nacionales hacen sus ridículos remedos de las campañas ATI, antes CC, despliega sus fuerzas caciquiles en las siete islas y en lo que llaman la octava: Venezuela. Como este año vuelvan a votar los muertos después de la visita de Ana Oramas a este país no habría que pensar en ella sólo como futura presidenta de Canarias sino que se debería hablar con el Vaticano para que, directamente y en vida, sea canonizada como santa patrona del archipiélago, con el permiso de la Virgen de Candelaria, y fiel amparo de la tercera edad. Quizás con una verbena suya organizada en el barrio donde me crié, y si mi madre que en paz descanse le diese su voto, pudiera ser que la haga resucitar hasta el 9 de marzo por lo menos. Ya sabemos lo de una papeleta tuya bastará para sanarle. La podredumbre que dentro de ATI se ha descubierto con el levantamiento del secreto del sumario de Las Teresitas, hasta un leal servidor como el supuesto periodista Andrés Chávez ha llamado estos días inmoral a Miguel Zerolo, no ha impedido la insidiosa y vergonzosa campaña de CC del habla canario que bien recuerda a la campaña de los supermercados del dinosaurio que los ha hecho parecerse de lleno a esta formación con la comida basura.
El PSOE puede volver a ganar las elecciones, las encuestas van por ese camino aunque los márgenes se estrechen. Puede que haya mucha gente, como pasó en realidad el 14 de marzo, que les vote para que no gane el PP. Acaso a este partido le hace falta un buen batacazo para que desaparezca o limpie de sus filas la ultraderecha a la que representan. Quién sabe si la misma ley de partidos que se aplicó en su día a Batasuna, que ilegalizó a cientos de miles de personas dejadas sin referente político, y que se quiere aplicar ahora a ANV o al Partido Comunista de las Tierras Vasca no pueda hacer del PP un partido ilegal. Más terrorismo que el que por culpa de Aznar, que algún día debería ser juzgado por un Tribunal Penal Internacional junto a Bush y Blair, no puede existir en el mundo. Lo que sí es cierto, mientras esto pueda suceder, es que a muchos nos alegraría ver como CC se descalabra totalmente en estas elecciones continuando con el batacazo del pasado 27 de mayo a causa de casi dos décadas de mal gobierno y corrupción en esta formación oportunista. Lo que están consiguiendo, sin embargo, con esta campaña es que la gente se aburra tanto de la política y no vaya a votar el día 9 con lo que pudiera suceder que los partidos más rancios y conservadores saquen tajada del aburrimiento general de la ciudadanía. Esto es lo que siempre pasa.