12 noviembre 2010

Ratzinger, enemigo de la sociedad


Nunca sabremos si realmente aquella noche Pedro, el que se dice como antecesor del Papa Ratzinger en todo el negocio de la fe, negó a Jesús tres veces antes que cantara el gallo porque esto es un mito creado por las sectas católicas para manipular a la población pero sí que es cierto que, en espera de una tercera, José Luis Rodríguez Zapatero se ha arrodillado últimamente ante los poderosos, como bien le gusta decir a este impresentable, al menos dos veces. La primera ante los mercados que tan caro nos ha salido a los ciudadanos, contribuyentes netos en todo este tinglado al fin y al cabo, con uno recortes sociales brutales y unas medida laborales que no sitúan un peldaño por encima de la esclavitud. La segunda ante la iglesia católica y el Papa Ratzinger no sólo por financiar la visita a España de este sinvergüenza, nos habrá de salir bastante más que los 30 millones de euros que muchas asociaciones la han cuantificado cuando le han pasado una factura simbólica de su viaje, sino por detener las medidas que promovían al estado como uno laico y con ello no sólo más decente sino igualitario y justo.

Es de esperar que esta visita de Ratzinger, que ya nos ha salido un pico importante a los ciudadanos que vivimos en unos terribles recortes sociales, sanitarios y en educación, no enriquezca esta vez más de lo normal a nadie como sucedió en 2006 en Valencia en el encuentro con la juventud y que tan bien le salió al PP y a sus amigos que se levantaron aquellos contratos irregulares de la Televisión Valenciana. Eso sí, a pesar de que le pagamos el viaje, no se tiene constancia histórica que la iglesia católica haya pagado una factura de sus parafernalias particulares porque tiene la repugnante costumbre de estar siempre con la mano atrás en actitud de pedir por todo, el Papa se comporta como un arrogante, desagradecido y antes de bajarse de su avión, cuyo vuelo le pagábamos toda la ciudadanía, se dedica a insultarnos a todos llamándonos anticlericales cuando esto no es cierto porque la sociedad es, afortunadamente, más tolerante que este demonio encubridor de la pederastia que usa zapatos rojos de Prada. Aquí la hipocresía y la doble moral vuelven a actuar de una manera completamente repugnante porque si una falta de respeto parecida hubiese ocurrido en una visita de jefes de estado como Chaves de Venezuela o Castro de Cuba, que ya sabemos que también se las traen, muchos se hubieran rasgado las vestiduras pero éste no ha sido el caso. El gobierno y el PSOE han callado como unos auténticos sumisos ante el poder de Ratzinger mientras el PP se ha frotado las manos de ambición porque esto les ayuda y les da un aporte de moral a todo el frentismo abierto, no sólo contra el PSOE sino contra la sociedad civil en general. Sociedad que tiene el orgullo de ser diferente a la tradicional, en una parta cada vez más importante, que sólo aspira a organizarse con la decencia que a estas sectas católicas les falta de una manera pacífica y tolerante. Es absolutamente insólito y no se recuerda de ningún caso en el mundo que un jefe de estado haya viajado a otro país, encima a cuenta de la gente que paga impuestos aquí, y haya despotricado de una manera falsa y mentirosa diciendo que la sociedad odia al clero, cosa que es mentira, o hablando de lo que llama familia natural en prejuicio de otras formas de organizarse completamente respetables o de los derechos de las mujeres como el del aborto o el de ser una parte fundamental de la sociedad o querer, como dijo en Barcelona, relegarlas a la casa que es lo más que la mentalidad de este Papa llega. Esto jamás ha pasado y si existiera la decencia se hubiera invitado a Ratzinger a irse de España hasta que no pidiese perdón, de rodillas como ha tenido a Zapatero, ante millones de ciudadanos no creyentes que, sin embargo, le financian no sólo sus neuras sino sus viajes de negocios.

Ratzinger debería callar de determinados aspectos de los que alardea no sólo por no predicar con el ejemplo, por qué se atreve el clero de hablar de matrimonios y de las formas de organizarse la gente socialmente cuando se supone que son célibes contra natura, sino porque tiene bastante que perder. Ahora que se ha atrevido a nombrar el anticlericalismo de España en los años treinta y cuarenta de la Segunda República y el derribo de ésta debería de hacer examen de conciencia de los pecados de la iglesia y hablar de por qué tenían a un dictador fascista como Franco bajo palio o del nacional catolicismo que tantas cosas buenas aplastó bajo el yugo de la dictadura y que trajo miseria social, moral y hambre a este país. Ratzinger debería pedir perdón, de rodillas, por todo esto al igual que debería de pedirlo por los miles de repugnantes y asquerosos casos de pederastia que cada día siguen saliendo a la luz y de los que ha mantenido un silencio cómplice cuando no los ha ocultado como hizo cuando era la mano derecha del Papa polaco Bojtila. La iglesia católica tiene mucho de lo que pedir perdón pero en la arrogancia que le dan los dos mil años de aplastar las voluntades de las personas, para acaparar riquezas y poder, no se dan cuenta de que la gente ya no es tonta y hasta los mismos católicos critican a la iglesia no sólo porque no esté al día sino por algo que son magistrales y no tienen comparación: amparar la hipocresía.

El PSOE se ha echado atrás en la ley de libertad religiosa que tenía planeada para esta legislatura y siendo el partido que más ha dado nunca, ni siquiera Franco lo hizo, a las sectas católicas se ha acabado plegando a éstas y parece que seremos todos los ciudadanos los que financien por tiempo indefinido el negocio particular de esta gente. Este partido se ha especializado en hacer leyes huecas que sirven para poco, la Ley de la Memoria Histórica no hace que los jueces se personen en la apertura de las fosas comunes de Franco a pesar de que el delito de genocidio no prescribe, y lo que han conseguido es llenar de burocracia innecesaria cosas que no lo necesitan. Para que el estado sea auténticamente laico en España lo único que hay que hacer es poner en marcha las leyes que lo dicen, y que ya existen, como la Constitución y derogar todo aquello que beneficie a esta congregación sobre otras para que al final lo que prevalezca, sobre cualquier creencia, sea la sociedad civil democrática y convenientemente organizada. Por eso ni un céntimo debe ir a parar a confesiones que lo que hacen es extender dogmas y que van en contra de la sociedad civil como hace la secta católica que se dedica a insultar cada cierto tiempo a la sociedad que, vía impuestos, somos los que la financiamos. Es magnífico que tengan sus iglesias y que allí, únicamente a sus fieles, digan lo que deben hacer e inculquen el modo de vida que pretenden, pero que dejen de robar de nuestros impuestos y que se conviertan en unos contribuyentes más. Y ya que hablamos de sus iglesias que se quite la religión católica de las escuelas, en pleno siglo XXI esto no sólo es una anomalía sino una vergüenza que se enseñe dogma y paraciencia en una institución pública, y se la lleven a sus iglesias y congregaciones. Aquí somos tolerantes y respetamos sus creencias, hasta lucharíamos por defender que las practiquen en un ámbito de tolerancia, pero lo que no se puede hacer es seguir bajo lo doble moral y la hipocresía que la iglesia católica nos imponen a todos y todas. Quizá si estas sectas pasaran a ser contribuyentes netos a nuestra sociedad y no sólo beneficiarios absolutos a través de nuestros impuestos otro gallo nos cantaría aunque, para ese tiempo, Zapatero ya nos habría traicionado otra vez.
Canarias 24 Horas, 8 de noviembre de 2010.