19 septiembre 2011

Del ‘Sí Se Puede’ al ‘No Se Pudo’



Creo que pocos habrán tenido más claro que yo la necesidad de la unidad, en este caso que nos trae de la unidad de la izquierda política canaria, no sólo para hacer frente al marasmo que se nos está imponiendo desde organismos supranacionales, financieros y nada democráticos que nos están trayendo recortes sociales, en las libertades, en nuestras formas de vida y que significan la extensión de la miseria en todos los sentidos sino desde siempre. No soy yo nadie para dar certificados de progresía o de reaccionario pero creo que a veces con un poco de buen ojo clínico podemos ver quiénes están en un bando, quiénes en otro o quiénes beben de uno y otro según más les convenga como hace cierta radio que se define como la voz del pueblo. En este sentido la agrupación de Socialistas por Tenerife, fundada por un grupo de tránsfugas del PSOE y que obtuvo cierta representación ciudadana en las pasadas elecciones de mayo de 2011 gracias a una financiación bastante opaca desde Nueva Canarias, no representan el progresismo y son cualquier cosa menos una gente de confianza y  con la que establecer conversaciones de cualquier tipo o traer a casa a almorzar un domingo. Sin embargo Sí Se Puede, haciendo las cuentas de la lechera con lo de los 60 mil votos que se necesitan para el Parlamento de Madrid, se ha unido a estos tránsfugas, y a otros partidos como Equo, para concurrir a las Elecciones Generales del 20 de noviembre como si esta gente nunca hubieran roto un plato cuando se ha cargado vajillas enteras e incurriendo en el más grave de los fallos de todo el sistema de partidos: pensar que los votantes somos bobos y organizar un proyecto surgido de la nada y con escasos visos de triunfar.
Abandonados por su anterior socio, Nueva Canarias al que sirvieron muy bien para que tuvieran los dos diputados en el Parlamento de Canarias y que ahora se ha ido a hacer los madriles sin anestesia alguna con CC, Socialistas por Tenerife y su coalición electoral, a la espera que puedan reintegrarse en el PSOE en un tiempo más que prudencial, no pasaban por el mejor de los momentos y por eso llamaron a las puertas de Sí Se Puede este verano. La política de este formación está basada en el resentimiento y Por Tenerife está formada por gente como Santiago Pérez, un puro ambicioso del echadero político que tragó mucho con los socialistas buscando siempre un cargo acorde a sus aptitudes, que cuando estaba de campaña para las locales no se cansaba de denunciar las barrabasadas que había hecho el PSOE canario cuando él estaba en sus filas y callaba de una manera que se podría calificar de muchas formas pero que, sin duda, el mejor adjetivo para definirla sería el de miserable. Por ahí tenemos también a Ignacio Viciana el breve, pues tan corto fue su cargo como secretario general de los socialistas en Tenerife, que cuando ocupaba cargos en el PSOE se revelaba contra la postura oficial del partido en su momento contraria al puerto de Granadilla y hacía campaña a favor del puerto y se retrataba junto a otros de aquel partido y junto al dueño de muchas voluntades políticas y de las obras de Granadilla como Antonio Plasencia. Poco faltó para que este hombre se pusiera delante del objetivo de las cámaras este mismo verano en ruedas de prensa en contra de esta infraestructura no sólo desdiciéndose de lo que opinaba hace menos de un año sino haciendo un enorme ejercicio de cinismo político. Por ahí tenemos también a José Manuel Corrales, este es el tercer partido en el que milita después de IUC y PSOE siempre a la búsqueda de un buen echadero, que ha conseguido ser concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz con Por Tenerife pero que no ha evitado que su antiguo partido, por quien fue secretario de la organización local en la anterior legislatura, le reclame que dejara las cuentas del partido a su marcha más vacías que la cartera de un parado a fin de mes y por lo que él, muy cínicamente, respondió que antes de su llegada ni siquiera existía una contabilidad en el partido. Esto al ciudadano corriente le debería de sonar, como mínimo, a presunta corrupción máxime cuando no se conoce que Corrales haya iniciado ninguna acción judicial contra los que le han hecho esta grave acusación a pesar de que en su momento dijo que lo iba a hacer. En fin, que con estos elementos se está forjando la presunta unidad de la izquierda que tan contentos tiene a los de Sí Se Puede y que parece que han olvidado la anterior campaña sucia que éstos orquestaron contra ellos. Sumando todos los años que estos tres llevan metidos en política se supera el medio siglo cosa que, en principio, debería de ir contra los fundamentos de Sí Se Puede porque ellos limitan el tiempo en política de sus cargos a ocho años. Cuando este agosto me enteré que Santiago Pérez estaba en reuniones con Sí Se Puede pensé que éstos lo pondrían enseguida en su sitio, que para mí no es otro que la mierda pero entendiendo que es mi forma de ver el asunto porque yo nunca he sido muy diplomático, pero a estas reuniones vino un silencio que me pareció premonitorio de lo que estamos viendo ahora.
Mi postura es contraria a que exista una unidad de la izquierda en Canarias con estos mimbres, con otros no me niego incluso lo demando, porque esta gente ni es izquierda ni es nada y esto lo he tenido meridianamente claro hace una década, hace cinco años, durante las elecciones locales y lo seguiré teniendo claro cuando haya pasado una sola hora del cierre de las urnas el 20 de noviembre momento especialmente proclive para que se olviden promesas de todo tipo. Jamás Pérez, Viciana o Corrales han tenido un voto mío y jamás lo van a tener aunque se les oscurezca la piel y despierten más pasión que Obama en 2008. Me puede llamar talibán de la izquierda, me pueden poner la secuencia de la película La vida de Brian en el que se pelean las facciones judías de la resistencia a los romanos como ya han hecho o reírse de mí pero es mi opinión, está argumentada y exijo que sea respetada. El proceso abierto en Sí Se Puede de acercamiento a estos señores se ha hecho de una manera muy opaca, al contrario que otras decisiones de este partido, y de manera vertical. Si bien respeto la decisión de la asamblea que llegó al acuerdo para que se iniciaran conversaciones, una conversaciones que ya estaban en proceso desde hace tiempo con un candidato ya pensado, el hecho de que la votación fuera muy ajustada revela que mucha gente coherente del partido se ha estado planteando algunas dudas similares a las mías. De repente en Sí Se Puede han abierto un proceso de vender motos, han empezado a mirar lo que es la política de las grandes elecciones, pareciera como si se hubieran olvidado del trabajo que han realizado sus bases durante 5 años y han empezado a hacer lo mismo, exactamente lo mismo y sin ningún matiz, que hacen los grandes partidos como CC, PP y PSOE. El hecho de que muchos ya vean a Manuel Marrero Morales, el candidato de consenso ya elegido pero al que le están dando un suspense absurdo, con 60 mil votos y en el Parlamento Nacional es una prueba más de la ceguera en la que se han embarcado y de que a muchos en Sí Se Puede se les ha subido a la cabeza la pasada victoria electoral. Para mandar a un diputado a Madrid, a parte de ser del PSOE o del PP, hay que tener un sistema clientelar caciquil como el de CC porque si no es algo casi imposible de alcanzar y mucho menos con un invento como este de tan poco recorrido. En mi opinión, y ojalá me equivoque, Sí Se Puede ha empezado a echar tierra sobre su propio tejado, a faltar al respeto a sus principios y a sus votantes y yo paso página sobre un proyecto que reconozco que hace años miraba con escepticismo pero que estos últimos me habían traído mucha ilusión. En honor a la verdad me siento con cierto deber de escribir este texto pero por mi parte se va a quedar aquí porque, entre muchas cosas, lo que hagan en el fondo ni me va ni me viene y no quiero que parezca que me guía un cierto resentimiento porque es un sentimiento que repudio.
Jamás he tenido nada que ver con Sí Se Puede tal que miembro de este partido, como desde comentarios anónimos y miserables en Internet se me ha señalado, más que una buena relación de amistad y buena fe con mucha gente particular, que para mí son trabajadores hasta la médula hagan lo que hagan, y que espero seguir conservando pero para mí estos días me han demostrado que algo no es válido en la política tradicional y es que el sistema de partidos no sirve para nada y cualquier intento de cambiar las cosas desde dentro del sistema acaba pervirtiendo a éstos que intenta cambiarlo para acabar siendo eso, sistema. Estoy dispuesto a rectificar estas palabras por escrito y en iguales condiciones si veo que estaba equivocado con mi forma de ver esta, para mí, falsa unidad de la izquierda pero me temo que esto no va a pasar.
De Sí Se Puede ahora mismo sólo espero tres cosas: que difundan este texto con la misma vehemencia que difundían otros míos cuando les favorecían, cosa que dudo, que los cargos electos se sigan comportando como hasta ahora han hecho, por algunas personas sigo poniendo la mano en el fuego, y que el esperanzador trabajo de democracia participativa que iniciaron en Buenavista del Norte se siga desarrollando en base a la autonomía que tienen los comités locales pues muchos sentimos ilusión por ese proyecto y sería muy triste que ese trabajo se pervirtiera.
En el año 2004 se constituyó en Tenerife una Asamblea en forma de movimiento social paralela a las reuniones de empresarios-políticos-constructores que trataban de hacer su agosto con la especulación sobre nuestro territorio. Durante casi dos años se formó un movimiento social que parecía imbatible y que hizo que las fuerzas económicas del archipiélago cogieran miedo y seguramente fue la mejor etapa que ha ocurrido nunca en las movilizaciones sociales en todas las Islas Canarias. Aquello duró lo que duró y recuerdo las luchas cainitas que se daban en este movimiento social entre compañeros al principio de su declive, las interminables asambleas de buenos propósitos pero desgraciadamente nada de acción y un denominador común en todas ellas: que se acusaban unos a otros de usar dicha Asamblea y hacer trampolín en ésta para consolidar o formar partidos políticos con intensiones de representación en las instituciones. Hoy mirando aquel proceso, que fue maravilloso y del que tengo gratos recuerdos, es fácil llegar a una conclusión: que el noventa y largos por ciento de las personas que formaban aquella Asamblea tenían conexiones con partidos políticos, eran de partidos políticos, hicieron políticos ad hoc a la sombra de aquella Asamblea o acabaron formando un partido que electoralmente tendría éxito como ha pasado con Sí Se Puede. Y lo más grave: éste último parece haber olvidado la base social de la que nacieron. Esto es un detalle nada menor a tener en cuenta si volvemos al punto de partida de este argumento: que el sistema de partidos tradicional está agotado, que debe ser superado y que todo aquello que de progreso se dé en aquellos partidos que aspiran a ser distintos acaba siendo devorado por el sistema. Nunca había visto un caso tan claro como este de ‘Sí Se Puede’ del que parece ya que ‘No Se Pudo’.