09 septiembre 2011

¿Es el fin de la izquierda?


Quizá el fin de mundo sea esto que estamos viviendo, estar cada día un grado más puteados que el día anterior, y no aquellos desastres sin par que desde hace años pregonan flipados y nigromantes acerca de toda esas estupideces sobre el calendario maya y el año 2012. Sin duda en peores circunstancias se ha visto la humanidad pero una buena parte de las personas que estamos vivos ahora, que trabajamos y que nos toca influir en nuestra sociedad, no hemos sabido qué es vivir en un mundo tan inseguro e inconstante como en el que estamos ahora. Y es que los grandes males de nuestras sociedades parecen algo no sólo lejano, pensemos en las dos grandes guerras del siglo XX que aunque haya gente viva que participara en ella parece algo superado que no habrá de volver jamás, sino que nuestra forma de vida había superado de manera definitiva en pos de un mundo con una suerte de paz perpetua kantiana pero de los mercados. Nada más lejos de la realidad: el conflicto no sólo es algo que mueve el mundo ahora mismo, la mayoría de la gente que vive en este planeta no pueden hacer reflexiones como esta sobre por qué estamos en crisis, sino que parece algo difícil de superar y hasta inexorable. El caso es que la época en la que estamos viviendo se basa en un axioma radical: las cosas jamás serán como las hemos conocido en las últimas tres décadas de capitalismo feroz inauguradas por el trío Thatcher, Reagan y Wojtyla.
Pero, ¿y qué pasa con la izquierda en este nuevo mundo que se está forjando? ¿El hecho de que un partido que se define de izquierda, pero que nunca lo ha sido, como el PSOE esté poniendo en práctica medidas ultraliberales que hasta sonrojan a las propias instancias conservadoras a través de un tirano autoerigido en salvador como Zapatero significa que este mundo vaya a tener un solo modo de pensamiento único, universal, irrefutable e imbatible? ¿Vale todavía el clásico esquema izquierda derecha para definir las formas de entender la política? ¿Se sustituirán los usos de la ética que todo político debería tener por unas dosis más volubles de cinismo, doble moral y usos del lenguaje descaradamente manipuladores? Ojalá pudiera contestar a estas preguntas, y a miles más que surgen, porque entonces sería así de simple como los gurús que critico al principio de este texto. O algo peor aún: economista neoliberal que, como bien hemos visto, no sólo han errado más que una escopeta de feria todas y cada una de las previsiones que han hecho en torno a la crisis sino que son los responsables, por su inmovilismo radical y legitimador del sistema, de muchas de las cosas que ahora mismo estamos viviendo.
Las elecciones del 20 de noviembre de 2011 son para el PSOE, con un cínico como Rubalcaba en campaña, una prueba de fuego para ver hasta por cuántos votos no van a perder las elecciones, y lo que se le torna peor, si van a llegar a una debacle como la que sufrió UCD en 1982. Sé que los casos no son iguales, aquel partido era una unión temporal y oportunista de rémoras del franquismo y el PSOE tiene más de cien años de historia, pero un tufo común se deja ver entre estas dos circunstancias con casi 30 años de distancia entre una y otra. Nos conviene a los ciudadanos decentes, los trabajadores que somos los que fundamentalmente con nuestros impuestos mantenemos vivo este sistema, que el PSOE desaparezca para siempre. Y que lo haga, también, el PP y toda esta calaña bipartidista de gente ociosa, mediocre y segundona que en buena hora se afiliaron a esos partidos y han medrado en torno a las instituciones porque no saben hacer otra cosa ni se les conoce oficio ni beneficio a pesar que muchos altos cargos sean de profesión algo que parece darles grima: funcionarios. A pesar de que esta semana, la que será recordada del patadón brutal a la Constitución, hayamos visto en Gaspar Llamazares lo mejor en esa casa de lenocinio que es el parlamento que secuestra la soberanía del pueblo desde el a la mierda de Labordeta, Izquierda Unida, controlada por sectores estalinistas, es también un problema en tanto que lo que falla es un sistema de partidos que siguen instalados de manera muy cómoda en que la democracia de define por el hecho ceremonial de depositar un voto cada cuatro años en una urna. En el sistema contamos también con unos sindicatos desertores de todo aquello que huela a obrero como son CC OO y UGT, que se han vendido como miserables al PSOE, y que son de los mayores males que tiene ahora mismo la clase trabajadora porque han dejado pasar todas las reformas laborales posibles que han envalentonado al empresariado medio cuyo principal objetivo es acabar con todos y cada uno de los derechos laborales adquiridos durante décadas de luchas y sufrimientos de muchos trabajadores.
No sé si el mundo se encamina a un abismo, desde luego las crisis son un factor importante que provoca revoluciones y que propician el cambio de paradigma tal y como lo definía Thomas Kuhn en sus Estructura de las Revoluciones Científicas, pero sí que estamos viendo que todo está pasando por el filtro del pensamiento único donde la política, el sistema tradicional de ejercerla y los políticos que se han erigido en una casta a través de profesionalizar ésta, ya sirven para poco o, mejor dicho, realmente para nada.  En España se ha tocado algo que hasta hace poco era sagrado, no tanto como los acuerdos por los que la iglesia mama centenares de millones de euros de todos nosotros al año por la cara, y es que la Constitución de 1978 se pueda reformar a pesar de que se esté haciendo de una manera que la ensucian con ideología y por una puerta trasera y antidemocrática. En estos momentos debe abrirse un profundo debate ciudadanos no sólo sobre qué es lo que queremos que contenga esta carta magna, cómo queremos ser administrados y un debate profundo sobre esta constitución como se ha hecho estos meses en Islandia. No sabemos cómo va a ser el mundo, eso ya lo he dicho más arriba, pero sí sabemos que no va a ser igual al que hemos vivido estos 30 años de ninguna de las maneras. En nosotros está el profundizar que se logre establecer lo bueno que pueda existir y no lo malo que se está imponiendo. Ahí quizá está la diferencia entre izquierda y derecha y no en ir a las urnas a poner una papeleta por partidos de la doble marca PP-PSOE y que han sido los miserables que nos han llevado hasta estos lodos y que nos pueden llevar hasta la ruina completa.
Canarias 24 Horas, 5 de septiembre de 2011.