08 octubre 2006

HACIA UNA SOCIEDAD MÁS FEMENINA

Estos días se cumplen los 75 años de la aprobación de la ley del parlamento de la República Española que permitió a las mujeres votar. Las efemérides parecen estar hechas para agotarnos y sacar tajada mediática pero ésta, que está pasando prácticamente desapercibida, es algo realmente importante si bien habría que hacer una serie de matizaciones: que en España durante 40 años de dictadura no pudo votar nadie y que las democracias occidentales está tan desvirtuadas que hoy en día votar no es garantía de nada. Como suele decir el escritor José Saramago, se nos permite elegir la composición de gobiernos pero no tenemos la posibilidad de votar en los consejos de administración de las empresas transnacionales que son las realmente gobiernan en el mundo global. Aún así el hecho de que las mujeres tuvieran derecho al voto es un logro histórico porque muchas personas lucharon por ello, y no estamos hablando ahora sólo del ambiente de la Segunda República Española sino de algo más general, máxime porque aún hoy en día existen países, Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos, en los que no se reconoce la posibilidad de que las mujeres puedan votar.

En estos 75 años la situación general de la mujer ha evolucionado mucho pero no con el ritmo y nivel que muchas personas desearíamos. Hay que tener en cuenta que la cualificación técnica, y la situación de mayoría, de las mujeres existe desde hace ya tiempo pero no han podido demostrarlas por estar en situación de marginalidad. Repasando el discurso que diera Clara Campoamor en las cortes republicanas minutos antes de la votación de la ley de sufragio femenino encontramos un dato muy importante. Decía Campoamor que en las estadísticas de finales del siglo XIX y principios del XX sobre la formación académica de los españoles había una clara tendencia que indicaba que las mujeres estaban cada día mejor formadas que los hombres. Era un hecho claro que la reducción del analfabetismo femenino era muy importante y lo enfrentaba a que la cantidad de hombres analfabetos iba en aumento. Los 40 años de la dictadura supusieron un atraso y una involución en todo pero aún así esta tendencia ha seguido imparable. No hacen falta estadísticas sino pasarse por la cafetería de un campus o facultad cualquiera para ver la superioridad femenina en las aulas de formación superior. Probablemente esta mayor tendencia hacia los estudios universitarios de las mujeres significará, si es que no se está dando ya, que la población femenina esté mejor formada que la masculina. La pregunta que salta a todo esto es obvia: ¿se verá reflejada esta superioridad femenina en los cargos de poder e influencia social o el sistema de patriarcado seguirá primando a un hombre mediocre sobre una mujer brillante? La respuesta, como no puede ser otra, es sí y no.

Las diferencias psicológicas profundas de género son hoy en día algo indiscutible. Quizás lo que no esté tan claro es cuál es el origen de esta diferencia, si biológico genético o de carácter cultural. Nosotros, y sin venir aquí a demostrar por qué ya que se nos harían un poco largas las explicaciones, preferimos pensar que la mayor parte de la conducta humana proviene de procesos socializadores que crean individuos según las condiciones de vida y que se enmarcan en posiciones sociales de clase, estatus, roles y cuestiones de género. En seres completamente sociales como los humanos los instintos quedan casi totalmente condicionados a cuestiones culturales y de aprendizaje colectivo. La psicología femenina parte de otros valores y otras sensibilidades que nacen enfrentadas y son, generalmente, más positivas que las claves psicológicas de los hombres. El mundo actual está marcado por la superioridad de la cultura occidental que tiene una forma agresiva de ver la realidad y que se impone económicamente sobre otras culturas. Las formas de este sistema de dominio se enmarcan dentro de lo que es el patriarcado que se trasmite culturalmente entre hombre y mujeres. El hecho de que la mujer, hoy en día, esté mucho mejor formada que el hombre debería repercutir en que la sociedad sea distinta pero en verdad este hecho no se está dando todavía. Se suele pensar como un triunfo de la mujer el que ocupe cargos de poder como ser la presidenta de una multinacional, por ejemplo. Sin embargo, cuando una mujer opta a cargos de responsabilidad acaba llegando a ellos por comportarse como lo haría un hombre. Es decir, de nada nos vale que sea una mujer la que gobierne si su posición y el estatus en el que se encuentran hacen que mantenga el sistema opresor actual. No hay que olvidar que fue Margaret Thacher, junto con Ronald Reagan y el papa Wojtyla, unas de las responsables de que el actual sistema ultraliberal y globalizado que impera en el mundo se haya puesto en marcha para oprimir más a los seres humanos al tiempo que las grandes empresas de todo el mundo se hacía más ricas y poderosas que muchos estados. Y lo hizo, precisamente, por comportarse como un hombre. Todavía recordamos un chiste del programa británico Spitting Images en el que el muñecote de la Tacher entraba en los baños del parlamento británico y orinaba de pie en una letrina de hombres al tiempo que cortaba la meada a dos diputados tories que estaban a su lado. El cambio necesario, que algún día tiene que ocurrir si no se quiere que el planeta sufra un vuelco irreversible debido a las influencias económicas que están produciendo, pasa por un cambio de mentalidad de los seres humanos y, nos atrevemos a decir, que este cambio debería estar guiado por las formas positivas de ver el mundo que poseen la mayoría de las mujeres. Esto siempre nos recuerdan a unos versos del poeta José María Fonollosa: (…) Mas comprobado / de manera exhaustiva que los hombres / no logran resolver la convivencia, / debiera liberarse la mujer. / Y asumir, ella, el mando de la especie. / Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo / y hay que reconocer que fracasamos.

Como siempre nos gusta referirnos en nuestros artículos a Canarias porque, y mucho más en este caso, el cambio necesario del que hemos hablado arriba se tiene que dar primero en lo más cercano pues no en vano la realidad más inmediata que tenemos los que vivimos en esta tierra es la de Canarias. En las islas, y no es la primera vez que lo decimos, las cosas suceden de una manera especialmente peculiar como si la gran cantidad de endemismos de la flora de las islas influyeran sobre la forma de ser de los políticos de nuestro archipiélago. Las personas que se dedican a la política en Canarias, hombres y mujeres, son en un 99 por ciento inútiles segundones que están en su cargo o tienen puestos relevantes en sus partidos por servir los intereses privados de los caciques empresarios constructores del archipiélago. No hay más que recordar como un conocido empresario de la construcción, Antonio Plasencia, se jactaba en una entrevista de haber pasado cheques a políticos de distinto signo y que esto hacía que le debieran favores. Las cuotas de gobierno que han propiciado a la mujer, como es el caso de coalición canaria, se basan en el concepto de mujeres florero, que va en consonancia con la metáfora del principio de este párrafo, y que tienen su máxima expresión en Ana Oramas y Dulce Xerach. En cuanto a lo social las mujeres medias sufren como el que más de una sociedad manipulada por instancias fuertemente conservadoras de ultraderecha, que últimamente se muestran xenófobas y racistas a causa del fenómeno de la inmigración, y que están aplastadas como la mayoría de los canarios que vivimos rechazados por esa mafia de mediocres que se las dan de políticos profesionales pero que no hacen más que legislar para sus amos los constructores. Con el retraso que en las islas todo acontece siempre, también, en poco tiempo veremos que la sociedad canaria no sólo se hará más mestiza sino que el dominio de la mujer será cada vez mayor porque son las chicas de hoy las que se están formando, en grados muy superiores a sus compañeros masculinos, y son las que deberán de ocupar, justamente, los cargos de relevancia. Esperemos, y deseamos, que ese relevo que se deberá de dar signifique un cambio importante en cuestiones de sensibilidad. Eso sí, primero hay que enviar a su sitio, a su casa o a la cárcel, a una gran cantidad de políticos que llevan una década larga mabellizando Canarias y que impiden la expansión en su tierra de las personas mejor formadas, seamos hombres o mujeres.

Canarias Digital, 2 de octubre de 2006.