30 noviembre 2009

Aminetu Haidar en Lanzarote



Pocos serán los que ahora lo digan tan claro pero hace unos 15 días no había oído hablar de Aminetu Haidar. Conozco perfectamente la causa saharaui desde hace mucho tiempo pero reconozco que el día a día de esta lucha se me hace algo ajena no sólo porque el gobierno español la traicionó hace mucho tiempo sino porque la prensa en lugar de informar realmente está más preocupada por niños que supuestamente recorren medio estado norteamericano en un globo, por desembarcos de secuestrados e un atunero en el Índico que no se producen o por agresiones sensacionalistas a niñas que luego resultaron ser un triste accidente. La poca vehemencia de los distintos gobiernos españoles con el tema de la autodeterminación del pueblo saharaui y los jugosos contratos comerciales que se cierran con la dictadura de Marruecos, tiranizada por un vividor de una de las realezas de más baja estirpe del planeta, han hecho que este tema quede aparcado no sólo de las agendas de los políticos que pueden resolverlo sino de los medios de comunicación. El secuestro, tal y como dice ella misma y su entorno, en esa especie de tierra de nadie en la que se ha convertido la terminal internacional del aeropuerto de Lanzarote de Aminetu Haidar, su fortaleza moral que parte de una extremada debilidad física y su huelga de hambre han hecho que el problema saharaui vuelva, con toda justicia, al candelero de la opinión pública mundial.

En un mundo donde las causas se defienden muchas veces vistiendo camisetas como simple moda pasajera, previo pago a una causa completamente mercantilizada del coste de la prenda, sorprende no sólo la entereza de esta activista de los derechos humano sino por su determinación en llegar hasta el final en una huelga de hambre que la tiene muy mermada y que no es la primera que hace pero sí que puede ser la última que haga. En una reciente entrevista para El País, hacia el final de ésta, era preguntada sobre qué sería de sus hijos si ella muere y la respuesta no pudo ser más contundente: “Tengo dos hijos, pero también tengo mi dignidad, que está por encima de mis hijos. Lo que ha sucedido es un ataque a mi dignidad que no puedo aceptar. Entre mis hijos y mi dignidad, prefiero mi dignidad. Ellos vivirán sin madre, pero con dignidad.” Acostumbrados a la tibieza con la que en los países económicamente más favorecidos lo hacemos todo, porque aquí tenemos aparentemente mucho más que perder que una dignidad que muchas veces nos ha sido comprada, estas palabras no pueden dejar a nadie sin inmutar y nos deberían hacer reflexionar a todos los que nos hemos hecho cómodos.

Haidar acusa directamente al gobierno de Marruecos y al de España de su actual situación ya que, según señala, fue el primero el que le retiró el pasaporte deportándola a Lanzarote y el segundo el que conocía de primera mano y en todo momento lo que estaba sucediendo con esta activista de los Derechos Humanos y ha permitido que su situación llegue a estos extremos. No voy a ser yo quien diga ahora, para eso están las hemerotecas plagadas de datos, la siempre complicidad de España con todo aquello que hace Marruecos, pisotear a sus ciudadanos y pasarse por el forro los Derechos Humanos, mientras España mira para otro lado y nuestro rey Borbón llega a afirmar que se siente padre de un tirano, hijo de otro igual o peor, como Mohammed VI. La palabra de esta Haidar basta para reconocer todo esto no sólo porque durante estos años ha sufrido en sus carnes la represión de un gobierno que no respeta a sus ciudadanos, ya que los considera como súbditos y vasallos, sino porque su dignidad, esa que según ella vale el precio de su vida, está moralmente muy por encima de las instancias diplomáticas que ha propiciado su situación.

El gobierno de Marruecos no esperaba que el caso de Aminatu Haidar llegara a tener las repercusiones que ha tenido porque seguramente esperaban que, a su llegada a Lanzarote, se callara la boca y optara por vivir cómodamente en España ya que no tiene ningún problema para residir aquí. El caso es que ella quiere estar en el Aaiún con los suyos y ha demostrado una entereza sin precedentes para conseguir esto aunque sea a causa de su salud y de su propia vida. El caso es que Haidar ha recibido apoyos de intelectuales como Saramago, artistas, políticos de Izquierda Unida, el Centro Robert Kennedy y el cariño de muchos canarios que tienen una vinculación especial con el Sahara porque recordemos éste fue un destino obligado para la inmigración canaria en los años sesenta y primeros setenta del siglo XX. Después de 15 días el Ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el propio Presidente José Luis Rodríguez Zapatero toman cartas en el asunto viendo que este caso puede ensombrecer de nuevo las labores del mediocre gobierno de España más que guiados por la necesidad de hacer justicia porque si alguna vez hubieran pensado esto no habrían dejado que esta situación llegara hasta este punto donde la salud y la vida de Haidar están en serio peligro. Del Gobierno de Canarias, comunidad en la que está incrustado este problema sin querer salvo por la lógica de las escalas aéreas, mejor no hablar porque llevaría mucha tinta y no quiero desviar el texto hacia un gobierno que ha perdido el rumbo y la vergüenza en la comunidad autónoma en la que en peor situación se está viviendo esta crisis económica.

No creo que nadie normal desee ver muerta a Aminetu Haidar pero, salvo las últimas horas donde ésta estaba reunida con un representante de Asuntos Exteriores después de que el ministro le ofreciera la nacionalidad española, esto puede pasar. De hecho, lo último que he sabido en la redacción de este texto que es que Haidar tuvo un desvanecimiento durante la entrevista por lo que se tuvo que aplazar la reunión y ya sin ella porque estaba muy débil en su nombre su abogada, Inés Miranda, rechazó la oferta. Yo espero que todo esto se arregle pronto, que Haidar pueda reunirse con su familia en el Aaiún y que se depuren las responsabilidades, tanto en España como en Marruecos, que han hecho que esta situación, que jamás se tuvo que dar, haya sucedido. El sacrificio de Haidar nunca habrá sido en vano si ha logrado levantar consciencias sobre este tema pero es muy probable que Marruecos sigua aplastando las pretensiones de autodeterminación del Pueblo Saharaui y que España siga mirando para otro lado con esta causa porque prefiere los contratos comerciales de un Marruecos que pisotea los Derechos Humanos y la dignidad de las personas que actuar de manera justa y apoyar el referéndum de autodeterminación que prometió para el Sahara. Una zona, recordemos, que pertenecía administrativamente a España y que, todavía, muchos de sus habitantes conservan el antiguo carnet de identidad español aunque, de un plumazo, estas gentes dejaron de ser ciudadanos españoles en un momento de extrema debilidad del franquismo.


Canarias 24 Horas, 30 de noviembre de 2009.