10 abril 2014

La última chorizada de Movistar: el aviso de llamadas perdidas


Movistar, la teleco que antes conocíamos como la Telefónica de toda la vida, es una empresa de chorizos filantrópicos: siempre les ha gustado robar a sus resignados clientes para dárselos a empleados de lujo como los imputados Iñaki Urdangarín o Rodrigo Rato. Ahora que con la crisis han perdido millones de clientes, en buena hora, que han migrado hacia los operadores virtuales con mejor atención al cliente, no les ha quedado más remedio que desarrollar productos revolucionarios como Movistar Fusión para seguir conservando clientes. A pesar de que con esto se ha logrado una rebaja considerable de los precios que pagamos los ciudadanos por las telecomunicaciones España sigue siendo uno de los países más caros de Europa y con la factura más elevada en esta materia. Eso sí, para seguir con el nivel de entrada de dinero constante que este gigante necesita tienen que inventar nuevos productos chorizo como el que les voy a contar para seguir robándonos, miseria a miseria, por un valor de 15 céntimos.
De toda la vida ha existido recibir un SMS como alternativa al buzón de voz, si lo tienes desactivado, y que te informa del número desde el que te han llamado. El nuevo servicio, o por lo menos yo no lo conocía en toda su plenitud, es el que funciona entre llamadas de Movistar a Movistar en el que puedes dictar un SMS que recibirá la persona que has llamado si ésta no te coge el teléfono, lo tiene apagado o está fuera de cobertura. Lo fuerte, y lo que me ha tenido un poco fuera de quicio, es que el que paga este SMS no es la persona que lo recibe, la que tiene activado el servicio normalmente en contra de su voluntad, sino el que lo emite. Es como si mi vecino usa una luz que tengo en mi casa siempre encendida para entrar en su casa y el coste del recibo eléctrico lo paga él. O si tienes una gotera en tu casa que viene de mis cañerías y tu me pagas la factura del agua. En Movistar te dicen que oyes primero una alocución muy rápida y si cuelgas antes del beep no te cobran el SMS pero si lo haces después sí. En la alocución, por supuesto, no te informan del precio (15 céntimos más IVA donde lo haya) ni de que te van a cobrar un servicio que ni te va ni te viene. Es muy importante tener en cuenta una cosa: que el servicio se puede activar conscientemente pero que para los nuevos clientes de Movistar, que vienen migrados de otros operadores, se les activa por la cara por lo que hay que estar al loro y colgar antes que suene el maldito beep. Para desactivar este sistema de latrocinio hay que marcar 22217 para volver al servicio de aviso de llamadas perdidas básico por SMS. Movistar parte de la siguiente premisa: si te equivocas te jodes que por una miseria de 15 céntimos no te vas a hacer más pobre de lo que eres pero seguro que ellos calculan entradas de decenas de miles de euros por estas miserias que no denunciamos por periodo de facturación.


No sé hasta qué punto esto es legal, seguro que no, pero vivimos en España, el país de los chorizos, de las leyes que no se aplican y en el que es más fácil cometer el delito y luego pagar las multas que dan pena y que siempre favorecen a las grandes empresas. A mi me pasó con una llamada perdida y al llamar al 1004 me dieron una explicación peregrina (esa empresa que se llama Emergia Canarias que atiende este servicio en las islas): que era una obligación impuesta por la CMT con lo cual me quedé pescando. En Twitter, sin embargo, me facilitaron el siguiente enlace que explica la chorizada completa y por meterme con ellos como lo hice me perdonaron los 15 céntimos. Lo fuerte, y lo que indigna, es que la misma Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones o las supuestas organizaciones de consumidores subvencionadas con nuestros impuestos como Facua no hayan metido directamente mano al asunto para sancionar y/o denunciar esta práctica ilegal, irresponsable y completamente miserable. Aquí importa todo un bledo: los políticos que estuvieron en activo haciendo favores a estas empresas pasan por las puertas giratorias y acaban enchufados en puestos de dirección en éstas sin que nunca lleguemos a saber cuál es la auténtica naturaleza de su trabajo.