02 octubre 2012

Policías fascistas



Yo soy de la generación que veía a la policía como un enemigo público que vestían de marrón color madera, evolución natural del gris de la policía franquista, que buscaban a las chivatas de turno para sacarles información siempre de menudeo, que nos pedían la documentación de manera indiscriminada a todos los jóvenes con pinta para intentar requisarles unas chinas que desaparecían en sus manos, que no tenían la menor habilidad social con los ciudadanos y que conoció casos de tortura selectiva en las comisarías en plena democracia. Una vez un completo imbécil peninsulero me criticó en Facebook que yo tenía un problema por ver las cosas de esta manera y mi respuesta le indignó tanto que me acabó bloqueando no sin antes dejarme decirle que era un hijo de policía cosa que en la época que describo era un insulto. Tengo un amigo que se hizo madero, es un informante de la policía de esos que se infiltran en las manis pues casi siempre lo veo en todas y durante su juventud jamás le vi puta vocación política y conmigo no puede disimular, y siempre fue buena persona y nunca ha dejado de serlo pero parece que lo progre es defender a la policía, un cuerpo eminentemente represor, porque son personas normales y lo antediluviano es echar pestes de ellos como hago yo. Yo no digo que no tengan derecho hasta su parcela de dignidad pues la madera es un cuerpo de funcionarios que también se han enfrentado a tres congelaciones salariales seguidas y se han quedado sin paga extra esta navidad pero hay funcionarios, no es lo mismo un médico o un enfermero que salvan muchísimas vidas todos los días, y funcionarios. Cuando tenga un problema grave seguiré llamando a la policía, faltaría más que para eso cobran de mis impuestos, pero la antipatía que se han ganado durante décadas no se les ha ido con una costra de supuesta democracia. Lo mejor que me ha pasado con esta gente es verlas con el rabo entre las piernas cuando en una manifestación un ciudadano los ponía en su sitio cuando iban de resabiados pues ya sabemos que ellos no son la ley sino el garante de que esta se cumpla.
En el hipotético caso que alguien hubiera estado en coma desde los años finales de la represión franquista, cuando la rata del dictador daba sus últimos coletazos, y se haya despertado justo la semana del 25 de septiembre de 2012 pensará que, con toda la razón del mundo, las cosas no han cambiado hacen estos 40 años. La gran diferencia entre aquellos años y estos es que cualquiera tiene una cámara en su bolsillo, en su teléfono, y puede documentar las actuaciones fascistas de la policía que, en otras circunstancias, hubieran quedado impunes, es la palabra de un ciudadano contra un supuesto defensor de la ley, pero que ahora se distribuyen a la velocidad de la luz a través de las redes sociales y los sitios como Youtube. El catálogo documentado estos días es impresionante y más propio de una dictadura fascista que de un país que se las arroga de democrático: detenciones preventivas sin que se hayan cometido delitos como si esto fuera una dictadura como Siria, registros indiscriminados en guaguas a centenares de kilómetros de distancia de Madrid con el heroísmo de requisar un par de petas, violencia indiscriminada contra manifestantes pacíficos que no pretendían ocupar el Congreso como quedó claro en todo momento, detenciones arbitrarias como la de la señora contra la que tres policías malamente pueden esposarla, policías infiltrados reventando la manifestación mientras uno grita que soy compañero, siembra de pánico sin necesidad en la Estación de Atocha simplemente por ira o venganza y mucho fascismo, chulería y malas formas por parte de unos energúmenos que los sacaron a vigilar el Congreso en un número de 1.400 agentes sin placas identificativas y que mosquea profundamente cómo coño estos primates pudieron pasar el test psicotécnico que es imprescindible para ser funcionario de policía. Más que los ciudadanos tomar el Congreso, aquella gente no tenía intención de ello ni eran capaces, somos los ciudadanos los que estamos tomados por una clase política, PP, PSOE, IU, UPyD y los nacionalismos de derecha, que en el mayor momento de crisis de la democracia ceremonial se parapetan tras estos monos amaestrados para preservar sus privilegios ante una ciudadanía que empieza a dar síntomas de cansancio y de que ya no puede más.
España, o lo que queda de ella no sólo por las aspiraciones soberanistas de última hora de un oportunista como Arthur Mas pero también porque esta terrible crisis que amenaza con tumbar todo lo que hasta ahora se había logrado en derechos, es el único país europeo en el que la ultraderecha, de manera muy hábil y eso hay que reconocérselo, gobierna pues el PP no es más que un partido de extrema derecha y que con el terrorismo de estado que estamos viendo con la represión a la ciudadanía en esta crisis merecería ser ilegalizado según la ley de partidos que el propio PP aprobó con Aznar y los votos del PSOE. En consecuencia estos días hemos visto detenciones ilegales a manifestantes en su mayoría pacíficos, desaparición durante 48 horas de los detenidos pues los abogados no sabían dónde estaban, intento de interferencia en la separación de poderes por parte de ministerio de Interior al decir que los detenidos debían ser juzgados por la Audiencia Nacional por interferir en las instituciones del estado cosa que el juez Santiago Pedraz puso en su sitio en una providencia y una fascista como la delegada de gobierno de Madrid Cristina Cifuentes, que no entrega a la justicia a su marido dado en ignorado paradero por unas deudas, no sólo no justifica sino que celebra la actuación fascista de la policía mientras que el jefe de la IUP, Javier Nogueroles, será condecorado, suponemos que con una cruz de hierro nazi, por la misma policía. Todo esto sucede en un momento en el que las algaradas policiales protagonizadas por una suerte de mongolos descerebrados, que podían estar bandas de extrema derecha pero que han tenido la suerte de acabar en la policía seguramente por pura endogamia y amiguismo, llegan a los medios extranjeros que ya nos ven como Grecia mientras en el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, mira para otro lado por los abusos que se están cometiendo, la consigna seguro que era generar violencia contra los manifestantes del 25 de septiembre para atemorizar a la población y que vivamos en un estado de shock, y se acaricia sus genitales y los de los suyos en un error político que esperemos que algún día le deba de salir muy caro.
Mientras tanto esperamos que Rajoy haga la única cosa que le queda para que el cien por cien de su programa de gobierno sea incumplido: que se case con un hombre y defender con la misma vehemencia el matrimonio de personas del mismo sexo como lo ha denostado durante ocho años seguidos. Rajoy es un zombi político y un perfecto pobre de espíritu que se va a Nueva York a fumar puros frente al Radio City Music Hall pensando que en la Gran Manzana pasará desapercibido pero que es recibido en esta misma ciudad con pancartas y protestas mientras en la ONU defiende la Alianza de las Civilizaciones de Zapatero que no simplemente había denostado sino de la que se había burlado con la risa estúpida que identifica a los resentidos porque no hay que olvidar una cosa: Rajoy es el máximo representante de aquellos falangistas del PP que no perdonan que las casi 200 víctimas del Al Qaeda del 11 de marzo de 2004 les levantarán las elecciones en aquel año. Con una extrema derecha en el poder con mayoría absoluta, una mayoría que se la ha dado principalmente la clase trabajadora cosa que habría que hacer un trabajo serio sociológico algún día, la izquierda está completamente desmantelada, me niego a creer que IU que participa y es cómplice en todo este simulacro de democracia sea izquierda, y no tiene capacidad de responder en la misma medida y con la misma contundencia a esta derecha ultra que representa el PP y que se oculta detrás de toda las cloacas del estado y que utilizan una policía, con grandes vocaciones de individuos fascistas, para defender sus intereses particulares haciéndolos pasar como general.
Canarias 24 Horas, 1 de octubre de 2012.

Actualización 4 de octubre:
Contundente es el auto de Juez de la Audiencia Nacional, Don Santiago Pedraz, que archiva la causa abierta por un delito contra las Instituciones del Estado por las protestas del 25 de septiembre contra cinco ciudadanos. De un auto, que no tiene desperdicio, quiero destacar lo siguiente sacado de las páginas seis y siete del documento:

"Y, desde luego, el hecho de convocar bajo los lemas de rodear,
permanecer de forma indefinida …, exigir un proceso de destitución y
ruptura del régimen vigente, mediante la dimisión del Gobierno en pleno,
disolución de las Cortes y de la Jefatura v del Estado, abolición de la actual
Constitución e iniciar un proceso de constitución de un nuevo sistema de
organización política, económica o social en modo alguno puede ser
constitutivo de delito, ya no solo porque no existe tal delito en nuestra
legislación penal, sino porque de existir atentaría claramente al derecho fundamental de libertad de expresión, pues hay que convenir que no
cabe prohibir el elogio o la defensa de ideas o doctrinas, por más que
éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional, ni,
menos aún, de prohibir la expresión de opiniones subjetivas sobre
acontecimientos históricos o de actualidad, máxime ante la convenida
decadencia de la denominada clase política. Es más, la propia Sra.
Delegada del Gobierno tomó conocimiento, esto es no prohibió, de lo que
pretendía la convocatoria, indicando además la forma de hacerlo."