24 febrero 2014

Pederastia en la iglesia


Pocas veces un organismo de la ONU, el Comité sobre los Derechos del Niño, habrá sido tan contundente como con el informe emitido sobre la pederastia en la iglesia católica a principios de febrero de 2014 en el que, tras analizar las respuestas del Vaticano sobre abusos sexuales a niños en la iglesia, señala que esta secta no ha puesto los medios necesarios a que cesen dichas prácticas sino más bien todo lo contrario. La abdicación del Papa Joseph Ratzinger, antiguo militante de las Juventudes Hitlerianas algo por la que jamás ha dado explicaciones, sin duda tiene mucho que ver con todo esto al igual que esa gran operación de imagen que se llama Jorge Mario Bergoglio cuyo buenismo en algunas materias es resulta insultante viniendo de una institución que ha significado la mayor represora de la libertad de los individuos en toda la historia de la Humanidad.
El informe exhorta a la iglesia católica a entregar a las autoridades civiles a los pederastas que oculta cambiando de diócesis o país para que puedan ser juzgados por la justicia civil, señala que la Santa Sede no ha sido capaz de reconocer la extrema gravedad de los crímenes cometidos por muchos de sus sacerdotes durante años, sus políticas y prácticas han contribuido a que los abusos a menores siguieran existiendo en el tiempo y, lo más importante, el Vaticano no ha sido capaz de poner las medidas necesarias para que estos horrendos crímenes sigan produciéndose en el seno de su congregación. Al contrario de aquello que decía Groucho Marx sobre que no pertenecería a un club en el que admitieran a gente como él, si una persona que presume ser decente pertenecería a una organización de la se afirman cosas tan terribles, con pruebas y víctimas contrastadas ya que no estamos hablando de supociciones, sería una perfecta excusa para salir de ella inmediatamente.
En países anglosajones como la Inglaterra católica y la puritana Irlanda las víctimas de estas prácticas tan repugnantes se cuentan por la de decenas de miles. Si estuviésemos hablando de otras formas de crimen, como de corrupción, el crimen organizado y hasta el terrorismo estaríamos diciendo que ha existido una trama completamente organizada y que ha gozado de la mayor de las impunidades, política y judicialmente hablando, que ha amparado estas prácticas, las ha hecho posibles y hasta las ha promocionado entre determinados miembros de esta iglesia. Como muestra que los casos de pederastia en la iglesia católica no son tan raros como desde esta organización pretenden hacernos creer, la misma semana que salía este informe de la ONU en Santa Coloma su párroco, un tipo de 63 años, era apartado de sus cargos por haber abusado de tres menores, hermanos, a los que en lugar de enseñarles catequesis los encerraba en su despacho para bajarles los pantalones y masturbarlos de una manera que sólo una persona repugnante, depravada y sucia puede hacer con menores indefensos a los que domina por su rango social y con el agravante de que sus padres confiaban plenamente en él.
Sería bueno pensar de vez en cuando en las víctimas de este tipo de crímenes tan repugnantes en lugar de la bondad que predica la iglesia católica, una iglesia que es malvada, practica la doble moral y coacciona a sus seguidores con eso de que sean buenos amenazándoles con el infierno pero ya sabemos que con arrepentirse a última hora ya tienen la salvación, y de los que pocas veces nos acordamos realmente pues ellos. Los que tenemos cierta edad siempre supimos de niños que habían uno u otro cura que le gustaba acercarse a los niños más de la cuenta aunque no pudiésemos explicar buen lo que podía esta sucediendo. Dar el paso para denunciar y contar lo que estas víctimas han sufrido en su persona es algo muy complicado porque, precisamente, lo menos que éstas desean es recordar este tipo de cosas que tanto daño y vergüenza les ha causado. Son personas que quedan marcadas de por vida la mayoría de las veces, que crecen con unos sentimientos de culpa, que les cuesta llevar a cabo en sus vidas una sexualidad plena y hasta sana y que tienden a defender y a perdonar a sus agresores como forma de reconciliarse consigo mismos ya que sí no sus vidas se les harían todavía más miserables e insoportables. Espero que esto pueda servir de meditación para aquellos que, teniendo hijos, abrazan la fe católica, cosa que como no puede ser de otra manera no tiene nada de malo, y vayan a confiar a sus hijos ciegamente en el adoctrinamiento de las prácticas cristiana y puedan acabar siendo el objeto del deseo de esta basura humana que obtienen placer sexual abusando de niños cuando, hipócritamente, presumen de haber renunciado a algo tan básico en el ser humano como es una sexualidad plena.

En los 21 siglos en los que ha existido la iglesia católica ésta siempre ha procurado estar al lado de poder mientras simulaba estarlo al lado de la gente más humilde. No voy a decir que todo en ella ha sido negativo pero como institución y poder fáctico su balance no podía haber sido más meno favorable para la condición humana. Poniéndonos nietzscheanos, no cabe sino decir que para nuestra cultura la labor unificadora que su moral ha traído consigo se opone completamente a la esencia del ser humano que es tan diverso, variado y hasta divertido como los dioses griegos y romanos que representaban las vidas y pasiones de la gente corrientes aquí en la tierra. Sin duda lo peor que hemos vivido en occidente ha sido la imposición de la moral cristiana, una moral ni mejor ni peor que las demás, que ha imprimido en nuestra cultura la idea de pecado original presuponiendo que el ser humano es intrínsecamente malo por naturaleza cuando muchas veces es la sociedad la que nos crea esta condición. La represión de ciertas pulsiones del cuerpo, la decisión de antemano de cómo y con quién han de ser nuestras relaciones sexuales por gentes que dicen haber renunciado voluntariamente a la sexualidad, han precipitado a la sociedad hacia una enfermedad moral que en el caso de la pederastia se torna en unas componentes muy repugnantes pues esta recae sobre personas inocentes y poco formadas intelectualmente que el enfermo, un ser cobarde, somete fácilmente a su voluntad.