22 julio 2013

La doble moral de Mariano Rajoy


Más que el hecho que Mariano Rajoy sea un corrupto, un ladrón, un inepto y hasta un miserable, si por estos motivos hubiera que prohibir ejercer la política profesional nos quedaríamos sin duda sin casta política a escala mundial cosa más que deseable por otra parte, lo que molesta es su falsedad como persona, su doble rasero y la falsa superioridad moral que exhibe siempre que puede aunque sea de una manera completamente torpe como alguien que no entiende ni su propia letra. Nunca un dicho popular había cobrado como con Rajoy un sentido tan real: cree el ladrón que todos somos de su condición. En el ADN del mismo PP, entre la casta dirigente cuyo origen es el franquismo y cuya ideología es la ultraderecha, existe una creencia por la que esta gente debe creerse superior al resto de los mortales y que tiene un carácter antropológico y hasta ontológico como el más repugnante de los racismos. La desesperación, el asco que representaba Zapatero y uno de los mayores engaños de destrucción masiva de la historia de cualquier democracia hizo que una gran parte de la ciudadanía en las elecciones del 20 de noviembre de 2011 le dieran la mayoría absoluta a este partido cuyo dirigente máximo, Mariano Rajoy, lleva más de dos décadas financiando su tren de vida con dinero negro no sólo porque en lo personal es un miserable sino porque desembarcó en la política para lucrarse. Cuando este indeseable dice que ha perdido dinero con la política es una patraña más con la que este cobarde justifica el estar escondido de los todos los ciudadanos. El gran problema lo hemos tenido en este tiempo la clase trabajadora, en concreto el obrero que votó al Partido Popular porque en su fuero interno algunos se creyeron iguales a una señora como María Dolores de Cospedal que en los mítines se las daba de íntegra y que le debe producir arcadas el mero hecho de pensar que un trabajador pueda estar a un par de metros de su persona.
A día de hoy ha quedado más que en evidencia que el PP, fundado primero en 1977 como Alianza Popular por el ministro de Franco Manuel Fraga responsable impune de al menos cinco personas asesinadas en Vitoria, se ha financiado de manera ilegal durante todos estos años incluidas situaciones prescritas como el Caso Naseiro al que hay que recordar que este partido salió impune por un fallo procesal porque ya sabemos en qué partido militan los jueces incluido el Presidente del Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos. Esto deja en la más completa de las ilegitimidades la gran mayoría de los procesos electorales a los que se han enfrentado este partido y, en concreto, este último de noviembre de 2011 en el que Mariano Rajoy consiguió la mayoría absoluta con la que ha estado en estos 20 meses desplegando su programa real que oculto como un sinvergüenza a la ciudadanía que votó sin duda otra cosa. Con las actuales revelaciones del delincuente Luis Bárcenas, un delincuente que estuvo a sueldo del PP hasta febrero de este mismo año 2013 y que tuvo en sus manos las finanzas del partido durante 30 años, este partido debería ser considerado como una asociación ilícita de malhechores y la mayor trama conocida en España en su historia reciente de crimen organizado que con un inocente partido político que es lo que y, burdamente, tratan de ocultar sus dirigentes nacionales que en su totalidad se han lucrado durante más de dos décadas con dinero negro. Aplicando la ley de partidos consensuada con el otro cómplice del PP, el PSOE, la ilegalización de este partido político estaría tardando en llegar como en su momento le sucedió a HB por ser considerada una organización instrumental de la banda terrorista ETA. Esto no sucederá conociendo el doble rasero que la casta política y los jueces se gastan con este tipo de asuntos. Sin embargo, tampoco creo que haya que aplicar este tipo de leyes, más bien habría que abolirlas, porque debería ser una ciudadanía concienciada, en esto me siento a esperarla porque sé que es algo que nunca voy a ver mientras viva, la que ponga a estos delincuentes en su sitio y hagan desaparecer el bipartidismo que hemos estado sufriendo y que tan negativo a los intereses de la sociedad han resultado ser.
Una trama delictiva, como la que ha resultado estar en el mismo centro del Partido Popular, no se sostiene sola y nunca una mentira tan grande se puede alagar tanto en el tiempo si no es con la complicidad más absoluta de una multitud de instancias sociales e institucionales. A falta de que aparezca una lista de las empresas y bancos donantes a este partido, de las que Bárcenas recogía dinero como soborno para luego recibir tratos de favor y concesiones allí donde el PP gobernaba, nos quedamos con las cifras de dinero negro que circulaban hacia la calle Génova 13 que estaban recogidas en los famosos Papeles de Bárcenas son lo más parecido a los que una organización delictiva pueda representar. Ahí han estado para que esto suceda otros partidos políticos como el PSOE y los nacionalistas en Canarias o Cataluña que han mirado para otro lado durante todos estos años y, a buen seguro, sus cuentas tampoco pasarían una auditoría seria por lo que la transparencia que muestras estos partidos es completamente nula. También hay que nombrar el grave fallo de los organismos de control, como el triste Tribunal de Cuentas, dónde se ha mirado para otro lado o cuando no ha sido el propio Presidente, Ubaldo Nieto, que en 2004 hacía donativos particulares al propio PP. También a la propia justicia que a los dos partidos que han ejercido labores del gobierno, PP y PSOE, nunca les ha interesado que funcione de manera efectiva ya que el tiempo siempre cuenta a favor de los corruptos con las causas que se eternizan de manera vergonzosa en los tribunales al tiempo que la tímida transición que existió tras la muerte de Franco en 1975 apenas tocó el poder de los jueces que, como dijo el dictador, quedaron atados y bien atados. Nuestros medios de comunicación son completamente cómplices, cuando no representan la correa de transmisión que comunica el mundo empresarial y financiero con el poder político, y que en el caso del diario El Mundo, y su director Pedro Jeta Ramírez, se han especializado en tumbar gobiernos y que, ahora dándoselas de una heroicidad que repugna, tratan de hacer lo mismo con Rajoy porque Esperanza Aguirre ha tenido que esperar mucho hasta este momento. Aunque las pequeñas cabeceras independientes, formadas por periodistas con un mínimo de profesionalidad que han perdido su trabajo por la crisis en los grandes medios dan un poco de esperanza para el futuro, los medios han demostrado ser los verdaderos representantes de la opinión publicada que a un puñado de empresarios y financieros interesa para que los demás creamos como buena y que pueda ser considerada como la verdadera cuando lo que transmiten es una opinión muy sesgada y particular que va contra los intereses de la sociedad.
Rajoy debe dimitir, uno modestamente lo lleva diciendo hace más de un año, no ya porque ha resultado ser un vulgar mentiros, corrupto y hasta un miserable sino porque su actual situación de cobardía en la que se empeña en seguir, un tipo escondido en La Moncloa que le tiene miedo al Parlamento pero no a su móvil desde el que en febrero todavía le mandaba mensajes de ánimo a Luis Bárcenas, es lo peor que puede pasar en la grave situación actual que estamos viviendo. Sí logramos abstraernos del repugnante hedor a corrupción en el que estamos inmersos debemos recordar el país está rescatado por la Troika, el FMI, la Comisión Europea y el lobbie de la banca alemana que es el BCE, y que estaremos décadas pagando con nuestros derechos sociales y nuestras vidas esta deuda que es completamente injusta y que, como no puede ser de otra manera, tiene unos responsables que se pasean por la calle impunes y mirando para otro lado a ver si escapan de las consecuencias. Ni siquiera unas elecciones anticipadas, elecciones que al cómplice del PP el PSOE no le interesan ni por asomo, nos servirían para mejorar porque éstas están abonadas al populismo de la organización falangista UpyD o personajes hasta peores que Miguel Ángel Revilla y sus ocurrencias y porque el fallo es sistémico y no se resuelve con un simple proceso electoral. Una Asamblea Constituyente con el mandato de construir una nueva forma de gobierno liderada desde amplios sectores progresistas que acabe la malograda transición de los años 70 del siglo pasado será lo único que ponga un poco de cordura en un ambiente que se ha convertido en un lodazal repugnante y corrupto.

Mariano Rajoy, toda la casta de dirigentes del PP ha actuado así, en estos años ha tenido la desfachatez de criticar a todo el mundo que no opinara como ellos y mientras nos daban lecciones de honestidad y limpieza democrática nos han estado robando a nuestras espaldas poniendo la mano para recibir sobres marrones repletos de billetes de 500 euros que la clase empresarial española ha pagado de manera opaca para que sus empresas fueran las beneficiarias con contratos públicos que, como no puede ser de otra manera, obtenían la financiación con el dinero de los impuestos de todos los contribuyentes. Mientras ladraban contra todo aquel que trata de llevar una vida distinta, el homosexual que quiere los mismos derechos que el heterosexual, las mujeres que desean hacer con su cuerpo lo que mejor creen y las personas que vemos a la sociedad como una forma de corregir las desigualdades, los dirigentes Populares han tratado de imponer sus creencias e ideologías ultracatólicas ya caducas y minoritarias a una sociedad que es culpable de que ellos estén donde está porque en el fondo es agradecida con la mano que les ha dado de comer porque parece que no les ahoga mucho. Seguramente este desprecio generalizado hacia un impresentable como Mariano Rajoy que se manifiesta por todas partes se debe más a la envidia que suscita el hecho que este personaje haya vivido sin dar un palo al agua a nuestras expensas durante dos décadas que a una denuncia de la corrupción que en nuestra sociedad se muestra de manera sistemática hasta en nuestros más pequeños actos. El análisis de por qué los individuos somos completamente egoístas y no miramos para el bien de la sociedad sino para el propio es una asignatura pendiente que, tarde o temprano, deberemos abordar si queremos mejorar como sociedad.