El gesto de pirómanos malnacidos que en pocos días han conseguido que se devasten más de 35 mil hectáreas de monte en Canarias es una muestra de lo lenta que es la tierra en hacerse hermosa y lo fácil que es destruirla. Es un gesto no muy distinto al que tienen o han tenido personajes como Paulino Rivero, Ana Oramas, Miguel Zerolo, Adán Martí, Ricardo Melchior, Wladimiro Rodríguez Brito y hasta la inefable constructora de puertos Cristina Narbona para que Canarias se sitúe en el centro de la insostenibilidad y al borde del colapso territorial. Digamos que el trabajo de estos personajes, y de las políticas que hacen para beneficiar a sus amigos empresarios, están destruyendo nuestras costas y ahogando nuestros montes. Esos son los verdaderos terroristas ambientales que desprecian nuestras islas pero que no son óbice para que los que queman los montes se pudran en la cárcel a pesar de que el derecho penal los acabe favoreciendo. Y eso que les damos un grado de beneficio porque la verdad es que la climatología, el viento y el calor, no han acompañado nada a pesar de que si rascamos un poco en toda la actuación aparecen negligencias por todas partes que implican a los cabildos, más al de Tenerife, y al gobierno de Canarias como siempre ha sucedido en las islas cuando hay una crisis. Ahí está el apagón de Tenerife o las inundaciones de Santa Cruz. Dejemos, mientras, que los rescoldos y las cenizas se acaben extinguiendo con las lágrimas y el sudor de impotencia que centenares de miles de canarios hemos derramado estos días.
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Reportaje fotográfico Incendios en Tenerife. Verano 2007.