01 febrero 2012

El doble rasero de Megaupload


La Wikipedia en inglés en negro como protesta por las leyes de censura en Internet en Estados Unidos.

El cierre de Megaupload puede inscribirse dentro de la hipocresía y doble moral más absoluta en la que se mueve nuestra sociedad focalizada siempre en ver la paja en el ojo ajeno y no el derrumbe que se viene encima y que tanto les gusta amplificar a los medios de comunicación. Lejos de defender a un, cuando menos, delincuente como el fundador de esta web de descargas, Kim Schmitz, lo que quiero es criticar no sólo este doble rasero con el que se miden cosas que suelen ser similares pero que las perspectivas nos oscurecen el asunto sino la capacidad de hacer que personas sean héroes o villanos según convenga empleando no sólo los medios más sutiles de manipulación social, aunque a veces se tornen burdos, así como el miedo como fórmula de control ciudadano a gran escala.
Por la misma lógica con la que fue cerrado de manera fulminante el servicio de descargas de Megaupload el FBI podría tener en el punto de mira a otros gigantes de la red como Google, Facebook y hasta Twitter no sólo porque sus servicios sirven, en efecto, para violar los derechos de autor de obras protegidas sino, lo más importante, que nunca llegaremos a saber cuáles son los fines y usos que estas empresas les dan a nuestros datos personales que recopilan sin pudor y, en el caso de Facebook sobre todo, venden cocinados a anunciantes sin el más mínimo pudor y sin que un usuario pueda hacer nada para evitarlo. Esto no va a suceder porque estos servicios, que ya parecen inexorables para nuestra vida, son gigantes de la economía mundial que están muy por encima de empresas que producen bienes físicos pero sobre todo, y estoy hay que tenerlo siempre bien presente, los gobernantes de la mayoría del planeta siempre acabarán por favorecer más a la libertad de empresa y los derechos de la propiedad privada que los intereses de la ciudadanía y por las libertades individuales.
Estas dos semanas desde que se produjo el cierre de Megaupload hemos asistido al linchamiento mediático de su fundador destacando sus gustos horteras, que era un millonario extravagante que coleccionaba coches de lujo o que su casa era un arsenal con armas y demás. Si hicieran un registro en las casas de Mark Zuckerberg de Facebook o Larry Page de Google seguramente nos encontraremos las mismas cosas y muchas más que ni nos imaginamos. Ya digo que no es por defender a un tipo tan impresentable como el dueño de Megaupload, con todo su dinero podrá hacerlo mejor que lo que yo lo haga sin lugar a dudas, pero lo que molesta es no sólo el doble rasero que se ha empleado en este caso sino la burda campaña de criminalización contra alguien que lo que ha hecho es lo que el sistema ultraliberal dicta: sacar siempre la mayor tajada económica en un sistema capitalista para el que todo es susceptible de ser vendido incluso la vida privada de las personas.
Y a todo esto ¿qué debería pasar con los derechos de autor de las obras protegidas? Yo admiro la cultura libre como no puede ser de otra forma. La cultura se compone de sustratos históricos entremezclados en nuestra consciencia colectiva de los que la mayoría los desconocemos y que han llegado a nosotros como algo falsamente siempre nuevo a través de la tradición. El sistema de la cultura se ha ganado muchas cosas con la irrupción de la industria cultural como manera de explotación pero también otras malas. Sin embargo desprendernos de esta forma mercantilizada de ver la cultura, no sólo ahora sino que supongo que en el futuro también, va a ser algo muy complicado. Pueden existir múltiples formas de administrar la creación, las licencias Creative Commons son muestra de ello en un mundo donde domina el Copyright, y lo que se debería de primar es que en caso de haber ganancia económica ésta repercuta más en los creadores y no tanto en los intermediarios como sucede hoy en día como es el caso de las agencias discográficas, productoras de cine, galeristas, editoriales o el caso de mafias como las gestoras de medios como hemos visto que se han convertido empresas como la SGAE. El caso es que si empresas como Megaupload ganaban mucho dinero con la gestión de material protegido que no les costaba nada, se lucraban abiertamente de éste, más podrían ganar los gestores de los contenidos si buscaran una manera equilibrada de venderlos a través de la red que sea más ecuánimes no sólo para los consumidores sino también para lo que han producido estos contenidos. Especial mención se merece la mal llamada industria cinematográfica española por la que sólo un puñado de cineastas han sabido hacer honor al adjetivo de industria para que el resto sólo haya sabido vivir de la supuesta excepcionalidad de su arte para acabar siempre en el cuento, o en el timo mejor, de que es necesario que todos le subvencionemos su cine cuando en realidad a nadie le interesa lo que hacen, sus películas pasan sin pena ni gloria porque por lo general están más escritas y son los primeros en llevarse las manos a la cabeza cuando ven que la gente descarga contenido. Lo que no tienen el valor de decir es que su cine no interesa a nadie y que nadie se lo descarga de la misma manera que nadie escucha un disco reciente de Ramoncín ni siquiera legalmente. En un mundo en el que se ha sentido tan poco respeto por la buena escritura de guiones, donde se llama cine a cualquier parida y donde la lealtad de determinados creadores al PSOE ha sido repugnante parece que el deber del contribuyente es pagar con nuestros impuestos sus más que discutibles películas.
La industria de los medios es terriblemente avariciosa. Las pérdidas que les producen la gestión ajena de los contenidos que controlan es significativa pero no dejan de ganar pues vemos se sigue produciendo cine, televisión, música o libros. El caso es que esta industria estaba acostumbrada a mantener un elevado coste artificial con la venta de productos físicos, que se mantendrán en los años pero que será cada vez más residual, y a cobrar por una cosa no sólo una sino hasta cuatro o cinco veces como en su nombre ha hecho la SGAE. La ley contra las descargas en España conocida por el nombre de la infame González-Sinde o el proyecto de ley SOPA que se quiere establecer en Estados Unidos son formas inútiles de acotar un sector como es el de internet que no tiene vuelta atrás y que las gestoras de medios deberían haberse lanzado mucho antes pues como decía Álex de la Iglesia la red no es el futuro sino que ya es el presente.
Por cada Megaupload que se cierre hay diez aguardando a la vuelta de la esquina y cada vez la sofisticación será mayor para que quien quiera descargarse contenido de manera ilegal, en realidad en España por la posibilidad recogida de la copia privada son formas alegales, lo podrá hacer de una manera u otra. El cierre de Megaupload también significó una prueba de fuerza de las autoridades americanas, de los lobbys de las cinematográficas y del mismo FBI ya que con una ley como la SOPA o sin esta el gobierno norteamericano puede cerrar las webs que le dé la gana a pesar que en los Estados Unidos la incidencia de la piratería no es tan grande pues su mercado está bien dotado de medios legales de descarga de contenidos y el cierre de Megaupload significó un revés, solamente transitorio, a gente que vive en otros países sobre todo de Europa donde los medios legales son minoritarios. Y es que no hay que olvidarlo Estados Unidos siempre ha hecho lo que le ha dado la gana pues la economía actual no deja de ser una economía de posguerra de dos campañas infames realizadas en Afganistán e Irak. La que nos queda con este doble rasero y arbitrariedad.
Canarias 24 Horas, 30 de enero de 2012.