09 enero 2013

El centro histórico de La Laguna como laboratorio ultraliberal


El proceso de mercantilización, privatización, cosificación y venta al mejor postor de la empresa privada que los gestiona el Casco Histórico de San Cristóbal de La Laguna, propiedad de María Luisa Cerrillos y que se llama Arquitectura, Urbanismo y Gestión, ha recibido hoy el espaldarazo del Gobierno de Canarias con la declaración de este centro histórico como Zona de Gran Afluencia Turística. Aunque la mayoría en ATI CC y el infame PSC PSOE celebraban esta noticia este es un día para estar bastante triste no sólo porque esta declaración de zona de afluencia turística significa un granito de arena más para la degradación urbana del casco histórico de La Laguna sino también porque con ello se apuesta por la explotación laboral al permitirse que se abran todos los días de la semana, incluidos domingos y festivos, en una sociedad donde el trabajo, principio supremo de la explotación humana, es ahora todo un valor y donde hasta los comerciantes palmeros son capaces de sortear, entre sus clientes, un puesto de trabajo, como si fuera un jamón, que al final se acaba llevando un sindicalisto liberado de CC OO. Tomando la peor, la más miserable y ultraliberal medida del gobierno de Mariano Rajoy, junto con la reforma laboral que ha creado la cifra récord de parados de la historia, como es el Real Decreto de Medidas para Garantizar la Estabilidad Presupuestaria y de Fomento de la Competitividad el gobierno de Canarias se ha inventado este nuevo método para que los comerciantes hagan lo que les dé la gana y, con la excusa de los puestos de trabajo basura creados por las franquicias que están ocupando el centro histórico, se sigan enriqueciendo a costa de la explotación de sus trabajadores. 


Del alcalde Clavijo, especializado en celebrar los mayores macorbotellones de la historia de La Laguna, no esperamos nada más sino que, en todo caso, sepa cumplir con el papel que representa para los caciques a los que sirve de una manera gozosa pero no así, por lo menos en teoría, de alguien como Gustavo Matos que milita en un partido político que exhibe entre sus siglas las palabras socialista y obrero. En todo caso, Matos no es más que una especie parasitaria de niño pijo que le calló un puestito de director general de consumo, tras el reparto de consejerías de CC y PSOE, cuando salió por patas de La Laguna tras haber obtenido lo peores resultados electorales de la historia de los sociatas laguneros. Es un tipo bastante gris que nunca se le ha conocido trabajo productivo alguno salvo el que habrá hecho con sus trabajitos de abogado, quien haya necesitado uno alguna vez en su vida sabe la pasta gansa que se levanta esta gente por hacer poco, y un enchufe como el que tiene ahora del que tiene que sacar partido antes que se acabe. Que un tipo así, carente de ideología de cualquier tipo, sea capaz de tomar sin miedo una de las medidas más ultraliberales que se han acordado nunca en el comercio nos dan cuenta de la catadura moral, del oportunismo y de la cantidad de trepas y zánganos que, viviendo de nuestros impuestos, fagocitan en un partido como el PSOE que, como he dicho alguna vez, no han tenido todavía la vergüenza de quitar de sus siglas lo de socialista y obrero, no ya por coherencia sino por respeto a lo que trabajamos para mantenerlos y nos consideramos socialistas y libertarios. En la rueda de prensa que el señor Matos daba con Clavijo decía, cito de memoria porque es imposible encontrar las declaraciones exactas, que había perdido la cuenta que cuántas tascas se habían abierto ya en La Laguna y que lo mejor que se podía hacer un domingo era ir a La Laguna, disfrutar de éstas y comprar en familia como una expresión máxima de lo que es el ocio. Está claro que para mantener abiertas las tiendas de La Laguna, si es que esta medida llega a cuajar de verdad, los empresarios no van a emplear a más gente de la cuenta sino que los trabajadores que ya tienen contratados acabarán haciendo cincuenta, sesenta o más horas a la semana si quieren abrir todos los días de lunes a domingo. No me imagino yo a Gustavo Matos, que como ya sabemos no ha trabajado de verdad en su vida, un domingo atendiendo una terraza en la Plaza de La Concepción o en una zapatería mientras usted y yo nos vamos de cañitas o a comprarnos unos zapatos. Sinceramente, no creo que este señor aguante más de una jornada de trabajo porque no creo que sepa lo que es hacer esto de verdad.


Las instituciones públicas deben velar para que la ciudadanía no acabe mermada en sus derechos y no para que los comerciantes se enriquezcan a base de explotar a una clase social determinada adoptando sin tapujos decretos tan terriblemente ultraliberales como este de Rajoy para el comercio. La gente debe de educarse y entender que el consumo no es ocio, que durante una semana normal hay horas para ello, como el día tiene su horas para el sueño, que el consumo irresponsable es el peor servicio que hacemos a nuestra sociedad y que el ocio debe pasar por otra cosa que no sea la de consumir. Gustavo Matos se hace un flaco favor a si mismo hablando siempre que puede en los medios para contar sus ocurrencias porque no sólo se pone en evidencia a si mismo de su ineptitud sino porque calladito está mejor para su objetivo: cobrar su sueldazo a fin de mes y lucir, por el casco lagunero, su último modelito de traje comprado en una tienda que, probablemente, no sea del centro lagunero que luego tanto le gusta reivindicar. Viendo como se las gasta esta chusma de clase política que nos gobierna uno no sabe quién es peor, si alguien así por ser cómo es de incompetente o quién le mantiene en su puesto.