09 diciembre 2013

El derbi diario


En Canarias los ciudadanos tenemos que pasar por un derbi constante. Debemos sobrevivir a una tasa de paro de un 33 por ciento o que la desigualdad se materialice en que 21 familias de caciques controlen el ocho por ciento del PIB del archipiélago. Tenemos que plantearnos seriamente el tratar de sobrevivir aquí, la que se ha dado en llamar generación más preparada de la historia de Canarias, o plantearnos la emigración para acabar con el hecho que hemos sido la única generación que no hemos tenido que emigrar de las islas en toda su historia. Tenemos que soportar que una casta de mediocres del PSOE y CC administren nuestros impuestos y gobiernen para sus amigos, para las 21 familias que acumulan la mayoría de la riqueza de este territorio y algunos más, mientras en Canarias la brecha entre ricos y pobres se hace más grande y se empieza a conocer lo que es la miseria después de que durante tantos años estuviera oculta. Todo esto da igual mientras se cumpla la máxima que el pueblo con pan y circo está contento.
El pan lo pone el oportunista Manuel Artiles en Mírame TV con su supuesto telemaratón solidario, cosa de la que hablaré otro día, pero hoy quiero referirme a la parte del circo. Estos días hemos visto como el enchufado de Willy García ha dado de nuestros impuestos 4 millones de euros a Mediapro para emitir en las islas los partidos de la Unión Deportiva Las Palmas y el Club Deportivo Tenerife. Lo ha hecho el director de un ente púbico, como es la Radiotelevisión Canaria, que es una vergüenza para la democracia y cuya nefasta gestión no ha pasado ni los generosos filtros de la Audiencia de Cuentas aunque no vemos que nadie haga nada ni judicial ni mucho menos políticamente. Probablemente cuando esta televisión, que pagamos todos para la satisfacción de unos pocos, deje de tener la eficacia que ha tenido esta década larga de servir para hacer propaganda a ATI CC acabe teniendo un destino muy parecido a la RTVV de Valencia pero, mientras, sus gestores seguirán favoreciendo en ella a sus amigos con el dinero de nuestros impuestos.
Los clubes de fútbol, recordemos que son empresas privadas, son el negocio perfecto: los fines completamente mercantiles y totalmente opacos de estas sociedades mercantiles, qué le pregunten a Florentino si su negocio de la basura sería el mismo si no controlara el Real Madrid, están tapados por lo que se llama afición que son una serie de sentimientos completamente manipulables, irracionales y que nos retrotraen a los cultos de la personalidad y de masas que tanto daño han hecho en nuestra humanidad. Las empresas futbolística se pueden permitir el lujo de deber miles de millones de euros a Hacienda y a la Seguridad Social, es decir a todos nosotros nos guste o no el fútbol, porque no son una empresa normal ya que si se produjera un embargo de una de estas sociedades millones de sus seguidores serían capaces de sembrar el caos social cosa que nadie haría ni por asegurarse un plato de comida diario. Los dueños de los clubes saben que por ello son intocables y los políticos que deberían de reparar esta situación, mientras se gastan millones de euros en fichajes que producen vergüenza, prefieren dejarlo estar porque saben perfectamente que mediante este deporte se producen un importante efecto de control social.
Detrás de los equipos canarios, el CD Tenerife y la UD Las Palmas, está la burguesía más rancia y caciquil del archipiélago cosa que siempre ha sido así y que no va a cambiar nunca. Como consumidor trataría de evitar siempre una empresa en la que presunto defraudador fiscal amigo íntimo de Paulino Rivero como Miguel Concepción, lo digo por sus cuentas parece que manipuladas de Islas Airways donde se pasaban las facturas de las tarifas más caras a Fomento pagando el consumidor la más barata, o el condenado a tres años de cárcel, luego indultado por el PP, como Miguel Ángel Ramírez por el delito contra la ordenación del territorio por construirse una casa ilegal en un paraje protegido con toda su jeta. Como la justicia y las instituciones no son iguales para todos, los ciudadanos sabemos que si defraudamos un sólo céntimo a Hacienda o a la Seguridad Social o incurrimos en uno de estos dos delitos, el de Concepción todavía presunto según la justicia pues se está investigando, cualquiera sabe que nos caerían encima con todo el peso de la ley y las multas millonarias o las penas de cárcel no nos la quitaría nadie. También es cierto que uno jamás en su vida no sólo no va a amasar millones como han hecho estos indeseables sino que nunca financiaríamos a partidos corruptos como Coalición Canaria o el Partido Popular como han hecho Concepción o Ramírez. En el caso del CD Tenerife, que es el que me queda más cerca, no sólo nunca he entendido como los trabajadores apoyan ciegamente a este equipo sino que además cierta progresía tinerfeña, sobre todo relacionada con Sí Se Puede cuando no el mismo partido hace propaganda de este equipo en sus redes sociales de manera oficial, se siente orgullosa de pagar cuotas a este equipo para situarse al lado de personajes tan siniestros como Ricardo Melchior o Paulino Rivero.

Sé que esto que digo no es muy popular, ya me he ganado tanto odio por decir lo que creo que es justo que uno más no me importa, pero vaya en mi defensa decir que no tengo nada en contra de la afición sana ni del deporte en particular y animo a muchos de estos hinchas de cerveza, mando a distancia y televisión a practicar el fútbol, otro deporte y hasta a reflexionar de lo que pasa en su entorno inmediato. No me gusta la manipulación que se produce en la sociedad a través de los deportes de masas y nunca me cansaré de repetir esto. Está claro que todo merece una excepción ahora que en estos días que ha muerto Nelson Mandela, el irreprochable y mejor dirigente de todo el siglo XX, y sólo estoy dispuesto a admitir la que hizo este grande con la final de rugby del 24 de junio de 1995 que logró apartar a 43 millones de personas del odio secular y de una guerra civil que hubiera significado muchos miles de muertos en toda la región.