27 mayo 2013

La caverna de Aznar

Esta foto, tomada por Jesús Guerra con una cámara de emulsión química pocos días después del 11 de marzo de 2004, simboliza el final de la segunda legislatura de José María Aznar con los muertos del atentado de Atocha sobre la mesa del expresidente y el final de una era que este sujeto trata ahora de rescatar. 

El 14 de marzo de 2004 José María Aznar López salió del gobierno por la puerta grande de las cloacas del estado ante la derrota de su mandado designado a dedo, Mariano Rajoy Brey, por un incapaz como José Luis Rodríguez Zapatero al que los electores le dieron la victoria por ser un mal menor en lo que estaba sucediendo. Hay que recordar el contexto: ante el mayor atentado terrorista de la historia de España llevado a cabo por Al Qaeda el 11 de marzo, que dejó sobre la mesa del despacho de Aznar casi 200 muertos como culminación de haber sido el lacayo de su amigo George Bush en la Segunda Guerra de Irak, el gobierno del PP comenzó una campaña de intoxicación y mentiras de destrucción masivas en un intento burdo, patético y a la desesperada de convencer a la ciudadanía que la autoría de dicho atentado recaía en ETA que tuviera validez al menos los cuatro días posteriores al atentado. Aznar abandonó La Moncloa desarrollando un complejo de resentimiento contra todos y contra todo, llamó a ciertas puertas para que le contrataran en trabajitos bien remunerados, Endesa, Rupert Murdoch y el buffet de abogados DLA Pier al que pagó 2 millones de dólares de nuestros impuestos para que el Congreso Americano le diera una medallita para alimentar su ego por haber sido el lameculos de Bush, se afeitó el bigote y volvió a ejercer del chico falangista que siempre fue antes de que le diera por la política y acatara una Constitución a la que siempre criticó.
Si bien es verdad que durante los 7 años transcurridos desde el atentado y las elecciones de marzo de 2004 Aznar ha sacado la patita alguna que otra vez de la caverna en la que vive, memorables son aquellas declaraciones alabando el vino y su derecho a emborracharse como un piojo al volante en un país que ha costado mucho eliminar esta cultura que ha supuesto decenas de miles de muertes inútiles, ninguna había tenido la repercusión mediática en España que ha tenido la entrevista del pasado 21 de mayo en Antena 3 Televisión propiedad del Grupo Editorial Planeta que tan bien se ha portado con el PP históricamente. Ni siquiera esas muestras de alta traición que han significado las docenas de entrevistas a medios internacionales con las que, en este tiempo, el expresidente se ha dedicado en enfangar la Marca España para dar buena cuenta de su ego estando siempre atento a su axioma favorito: el mundo es perfecto sí y sólo sí mi ombligo es redondo. Casi una semana se lleva hablando de las ocurrencias de Ansar, es una labor que se hace repugnante pues se llega a límites altamente escatológicos y que, además, no debería hacer nadie, menos yo con este modesto e intranscendente texto, pues todo lo que se diga de él, lo poco bueno que tiene pero sobre todo lo malo, es hacerle el juego a un ser que desde cualquier punto de vista representa, mejor que nadie, lo grande que puede ser la miseria humana.
La psicología y la psiquiatría moderna tienen una fuente muy valiosa, y probablemente inagotable, de diagnóstico comparado en la entrevista de 36 minutos que dedicó el expresidente Aznar a sus enemigos, y al inepto de Rajoy en especial, y que está filtrada en la red pero que por cuestiones de higiene mental ya tuve bastante con la vez que la vi entera y no la voy a enlazar aquí. Esto se puede decir desde la hilaridad, como probablemente se ha hecho, pero el perfil de José María Aznar, toda su gestualidad y el lenguaje no verbal que se emana en ella, encajan perfectamente en los de un enfermo mental al que, probablemente, su entorno haya pedido alguna vez que se pusiera en tratamiento pero que su arrogancia y el yo controlo propios, también, de un cocainómano haya logrado evitar el tratamiento que ese hombre necesita. Como no voy a perder mucho más el tiempo con este tipo no me voy a mirar un manual diagnóstico como el DSM para ver lo que tiene porque su sintomatología se ve más clara en una clasificación decimonónica, abandonada por peyorativa eso sí, como es la de la oligofrenia. Y es que su perfil correspondería incuestionablemente a la cuarta de las categorías, Idiot-savant, cuyos sujetos tienen habilidad para tareas manuales básicas aunque son carentes de todo criterio a pesar de tener un cierto discurso hilado de más de cuatro palabras aunque imposible de entender.
Con un personaje de esta calaña, metidos en la mayor recesión económica de la historia de España en muchísimo tiempo, con un Partido Popular huyendo hacia adelante aprovechando el despiste para privatizar servicios públicos para sus amigos al tiempo que ejecutan el programa ultra de la iglesia católica que ha estado siempre a poco que le rayásemos la costra de progresía a muchos de sus dirigentes y con un cobarde y miserable como Rajoy, que cobró durante décadas de su partido en negro a pesar de presumir que es multimillonario y que la política le ha traído pérdidas, escondido de todos y de todo en La Moncloa la simple amenaza de que José María Aznar se pueda atrever a volver a la política, para eso ya tiene a una sufrida esperanza como es la señora Aguirre, hace que a muchos se nos encoja en estómago y recordemos la infamia tan grande a la que este personaje nos sometió por aquellos días de marzo de 2004. Si no fuera porque su destino debe ser otro, Aznar nos haría un gran favor poniéndose en tratamiento e ingresando en una institución psiquiátrica en la que no se le escuche, nunca más, uno de sus rebuznos y, mucho menos, la amenaza de volver a la política activa cosa que, por otra parte, nunca ha abandonado con su escuela de difusión de las ideas ultraliberales que es FAES.

El destino de José María Aznar López, también de George Bush, Tony Blair y Durao Barroso, debería ser un Tribunal Penal Internacional que le juzgase como criminal de guerra, junto a los otros sujetos, por iniciar en Las Azores la Segunda Guerra del Golfo bajo la mentira que el cruel régimen iraquí tenia armas de destrucción masiva, cosa que se ha demostrado que era rotundamente falsa a pesar de que Saddam Hussein era cualquier cosa menos un santo. Esa guerra, que fue la que dejó las casi doscientas víctimas de Atocha de clase trabajadora muchas veces despreciadas por las organizaciones de víctimas del terrorismo etarra cercanas a las posiciones ultras del PP, ha significado un punto de inflexión que el mundo entero no se ha recuperado todavía, seguramente tardarán otra década más en hacerlo, y cuyo conflicto continúa todavía con más de cien mil muertos civiles e inocentes que parece que a un amoral y oligofrénico como José maría Aznar lo que quitan el sueño. Aunque esto es muy difícil que esto suceda la muerte de otro genocida dentro de prisión como el asesino Videla, dicen que lo encontraron caído en el suelo del cuarto de baño imagen que resulta la metáfora más absoluta de lo que significó la mierda moral que era este personaje responsable último de 30 mil asesinatos, nos deja por lo menos la esperanza que la ley de punto y final que este sistema representa pueda acabar algún día.