13 agosto 2014

Si los pulpos gritan Acebes, a veces, también

Hoy me he quedado un poco perplejo ante la noticia de que los pulpos, ante el peligro, gritan. Por lo visto quieren hacerse pasar por lo que no son: un animal más fiero que disuada a sus enemigos de comérselos. Acebes, ministro de Aznar cuando el 11M, también cuando habla quiere hacerse pasar por un tipo que dice la verdad cuando es algo que no podrá hacer ya nunca.


En Canarias nos comemos el pulpo normalmente guisado solo en agua, con papas arrugadas y aliñado con un chile picante, aceite y vinagre. Verlo entero con sus ocho tentáculos, su cabeza ovalada y sus ventosas que parecen ojos que te miran y te dicen no me comas es una experiencia que jamás se podrá tener al comerse un pulpo elaborado a la gallega troceado y flotando entre verduras. Ahora que descubro que el pulpo es capaz de emitir sonidos me va a costar comérmelo al estilo canario porque voy a pensar que en cualquier momento se va a poner a gritar para que no lo haga.
Igual me pasa con Ángel Acebes, se pueden escuchar sus declaraciones de seguido o a fragmentos pero nunca se encontrará en ellas un atisbo de verdad. Cuando se siente acosado porque los homosexuales se pueden casar, porque el 11M está lleno de patrañas, porque hasta su gobierno negoció con ETA o porque la educación para la ciudadanía es eso, educación para la ciudadanía y nada más, grita para que la sociedad se fije en otras cosas que se van por las ramas y se pierda el horizonte real de los que nos afecta a los ciudadanos. Aceptemos Acebes como animal salvaje.