17 enero 2007

Coalición Canaria especula con nuestro patrimonio




Los políticos canarios, sobre todo aquellos que se dicen nacionalista y que hablan en nombre de las siglas de CC, jamás creen en lo que dicen. Bueno, sería más correcto decir que no tienen fe en lo que sus asesores les dicen que digan. Repiten como un beato tonto las doctrinas del catecismo que dicen es el código del buen nacionalista pero que en realidad no es más que una extensión de la globalización ultraliberal y conservadora aplicada a la idiosincrasia canaria.
Muchos anuncios del gobierno de Canarias, de los distintos cabildos insulares o de los ayuntamientos suelen contar lo magnífico que resulta nuestro patrimonio, el amor que todos debemos sentir hacia él o la suerte que tenemos de que, por estar en sus manos, esté tan bien conservado como dice que está. Esto es una absoluta mentira: coalición canaria es una formación completamente analfabeta y de lo único que entienden es de dinero, concretamente del trasvase que se produce de las arcas públicas a las empresas y manos privadas de los amigos de éstos políticos. No hay más que ver el pelotazo de Las Teresitas por el que la Fiscalía Anticorrupción pide que se procesen a más de una docena de personas o la documentación de Forum Filatélico en la que aparece el nombre de cierto alcalde y cierto presidente de autoridad portuaria ligados a comisiones que se exigían para permitir construir una marina deportiva en la playa del barrio de San Andrés en Santa Cruz. Sin duda esta formación tiene una idea aberrante de lo que significa el patrimonio. Sólo hay que echar un vistazo a este esperpento que llaman bienal de arte y paisaje de Canarias pero que no es más que una operación de cosmética y maquillaje de nuestro maltrecho medio ambiente y que es un encargo personal del presidente saliente Adán Martín a esa viseconsejera llamada Dulce Xerach que cada vez que abre la boca cientos de miles de canarios nos avergonzamos de que haya gente como ella ocupando y cobrando un sueldo público.
En manos de ATI el patrimonio arquitectónico, artístico y cultural de nuestros antepasados no es más que un simple objeto o mercancía con el que especular. Esto lo saben bien, y lo tienen claro, en el ayuntamiento de La Laguna en Tenerife. La especulación urbanística feroz ha llegado al casco histórico de esta población que se dice de las más importantes de Canarias pero que ya no es sino una sombra triste de su pasado. Ya el poder ático consiguió forzar un ridículo y exagerado pronunciamiento de la UNESCO para hacerla formar parte de la red del Patrimonio de la Humanidad que esta fundación reconoce. A Ana Oramas y a su grupo de gobierno se le dio en 1999 un cheque en blanco para especular con una zona completamente deteriorada y culturalmente estéril desde hace más de dos décadas. No hay que olvidar que en esta ciudad existe un teatro que lleva más de 15 años cerrado, pasto de las cagadas de paloma, por culpa de las distintas administraciones de ATI, las dos de Elfidio Alonso, Sabancerdo jefe, pero también las dos de Ana Oramas hija de los caciques que a principios del siglo XX se cargaron el primer tranvía de la isla porque tenían intereses en las guaguas que habrían de venir.
En las fotos vemos el estado actual de las obras de la Plaza de la Concepción que, a pesar de que lleva más de 20 años remodelada, se conservaba en un magnífico estado y que hacía ya mucho tiempo había adquirido solera pero que está siendo levantada para restaurar cuando no hace realmente falta. Todo ello es una estrategia del actual grupo de gobierno, que esperemos que se marche pronto para siempre en mayo, de trasvasar dinero público a una empresa privada como es Acciona que es la que se está llevando los contratos de peatonalización del Casco histórico lagunero en una operación de libro: nadie de la ciudadanía demanda que hayan obras públicas sino que son los grupos de presión de determinadas empresas los que proponen la solución a problemas que plantean después de crearlos artificialmente y los imponen de manera totalitaria y nada democrática a los ciudadanos que las deben de sufrir cada día. El grupo Acciona no sólo remodela el centro de La Laguna con materiales de mala calidad, en cuarenta años más que uno viva seguro que habrá que hacer tres veces más la obra completa, sino que está comprando casas y edificios en el centro urbano. Para ellos es calderilla, claro, cuando son capaces de pujar por ese gigante de barro y torres podridas llamado Endesa y ser rival de, nada menos, esa otra bestia negra de la energía llamada EON. Los dineros del sector inmobiliarios son capaces de comprar de todo, hasta las voluntades de los políticos traidores. ¡Qué asco da todo esto!