02 junio 2014

La casta antisistema


Antes que nada debo decir que de Podemos no espero ni más ni menos que de cualquier otra formación que, gracias a las urnas, alcance ciertas cuotas de poder dentro del sistema que antes no tenían. Soy lo suficientemente joven como para seguir deseando que el mundo cambie pero lo suficientemente mayor como para dejar que me engañen nuevamente con el cuento que desde dentro del sistema, que está corrupto, degenerado y que representa una dictadura sibilina de los poderes económicos, se puedan transformar las cosas pues ya vemos que a lo más que se llega es parchear. La lección que me dio un grupo político en Canarias que, por cierto, también conjuga el verbo poder con adverbio afirmativo y un pronombre personal antes que Obama descubriera la frase yes we can es un ejemplo de libro de esto que digo y no se me olvidará en la vida.
Advertencia: voy a cometer conscientemente una falacia pues nunca se puede afirmar que algo que haya sucedido antes tenga que ocurrir siempre y de manera inexorable. La historia nos enseña que no sólo los partidos que entran en el sistema acaban siendo parte de éste sino que todos los grandes cambios que ha habido en la humanidad son traumáticos y tienen un coste muy alto hacia la parte más débil de todas. Dicho esto, añadir dos cosas: necesitamos un cambio radical que remueva el sistema de arriba a abajo y ojalá, nunca había tenido tantas ganas de equivocarme, este cambio se puede dar con partidos y procesos al que ha abierto la formación Podemos en estas elecciones europeas aunque lo pongo en duda. Es completamente falso y una mentira muy grande que de esta crisis en la que nos han metido sólo se sale de una forma, precisamente la que le interesa al sistema ultraliberal que controla nuestras vidas, sino que hay cientos de maneras mejores de salir del agujero en el que nos han metido la mayor casta de incompetentes que lleva más de 35 años subida al coche oficial.
Dicho esto, espero que se vea que más imparcial que yo no hay nadie en cuanto al tema de partidos pues no confío ni confiaré en ninguno. Sin embargo, no he podido sino sentir bastante repugnancia a las críticas, reproducidas fielmente desde los medios de comunicación de la opinión publicada con la que los sectores financieros tienen atrapada a la prensa por medio de créditos impagables, que se han vertido desde la casta gobernante, ultraderecha del PP, socialdemócratas falsarios del PSOE y burócratas envidiosos de IU, hacia lo que sin paliativos es el gran éxito de Podemos: lograr 5 eurodiputados y 1,2 millones de votos en apenas cuatro meses de existencia sin contar con un presupuesto, no como los grandes partidos que llevan todo el tiempo de democracia financiándose ilegalmente. La grieta de votos abierta a la doble marca PPSOE, en última instancia estos dos partidos pactarían invocando la mentira del interés general, es el suyo particular por lo que lucha, puesta en evidencia por el Señor X de los GAL Felipe González después de que hayan perdido más de cinco millones de votos entre las europeas de 2009 y 2014 poniendo nerviosos a más de un servidor de la casta que ve en peligro su puesto de jubilación en Endesa, Iberdrola o Telefónica. Las acusaciones hacia Pablo Iglesias y su partido de que son un grupo de populistas, antisistema, radicales o hasta bolivarianos como dijo el abuelo González desde una conferencia pagada por La Caixa son de un cinismo terrible y una falta de respeto enorme para una formación política que ha recogido tantos votos ciudadanos en una etapa en que la política da asco y dejan ver que la podredumbre instalada en el sistema es mucho más grande de lo que habíamos pensado. La secular mentalidad envidiosa y rencorosa del hispano es tierra abonada para que mucha gente, de manera irracional, empiece a sentir rencor gracias a los medios de manipulación hacia esta formación que quizá lo peor que haya hecho es hablar claro de lo que está sucediendo.
No hay más antisistema que los altos cargos del PP que tienen cuentas por docenas en Suiza a pesar de presumir de ser tan Españoles. Son los que aceptan regalos de la Trama Gürtel en forma de bolsos de lujo, trajes y relojes, las ministras que se van de viaje a Eurodisney con los gasto pagados de una trama corrupta y que ignoran que tienen un Jaguar en el garaje de su casa, los que pagan indemnizaciones en diferido en forma de simulación a un delincuente que está en prisión como Luis Bárcenas, los que hacen las reformas en negro de su sede en Madrid de la calle Génova, los presidentes de gobierno cobardes que se esconden detrás de una pantalla de plasma después de llevar décadas cobrando millones de euros en negro los sobresueldos, los de los sobres, los miserables como Belsa que hundieron una caja con siglos de historia y han provocado el rescate financiero y un agujero a las arcas del estado de 40 mil millones de euros que estaremos pagando durante décadas, los muertos de hambre que con sentencia firme de prisión desvían un millón de euros en ayudas para la cooperación al desarrollo para comprarse pisos en Valencia y los que con la excusa de la crisis se han cargado las leyes laborales, los derechos sociales y las garantías sanitarias de casi 50 millones de personas y desean que las mujeres paran como conejas mientras sus hijas se pueden ir a abortar al extranjero. Esos indeseables andan libres entre nosotros, no están en prisión y son los auténticos antisistema y no la gente de Podemos que si de algo pecan es de optimismo y de habernos dado una pequeña alegría en un lustro de miseria abriendo una brecha en el bipartidismo que ojalá sea la muerte de éste.

La mayoría de la gente que estamos vivos en este país y que trabajamos y contribuimos con nuestro esfuerzo y nuestros impuestos para que siga adelante, y para que la casta viva gracias a nuestros impuestos, ni pudimos votar ni nos han dejado plantearnos nunca lo que implica la carta constitucional de 1978. Nada es eterno: ni la monarquía, ni este texto que se ha reformado para imponer los intereses privados de la deuda antes que los derechos sociales de los ciudadanos, ni un partido que tras 135 años de historia como el PSOE debería de desaparecer, ni otro creado por Fraga para aglutinar la ultraderecha del franquismo que nunca ha movido ni un céntimo de manera legal. Ese es el sentido de Podemos, un podemos que trasciende del partido político y que aglutina a millones de indignados que decimos que ya está bien de tanto robo y tanta delincuencia organizada en contra de la ciudadanía. Cuando la casta de indeseables insulta a Podemos, por mucho que no nos guste este partido, nos están insultando a todos los ciudadanos.