Este
periodo que estamos atravesando no es una crisis cíclica más.
Estamos viviendo un completo cambio de paradigma, en el sentido más
kuhniano
del término, que probablemente acabe trayendo un nuevo orden social,
político y económico del mundo y durante el cual muchos de los que
estamos vivos ahora acabemos pagando con nuestras vidas, la historia
de la humanidad está llena de estos procesos, el horizonte de vacío
al que nos enfrentamos. Hay síntomas por todas partes que este viejo
mundo se derrumba, nadie sabrá nunca si lo que está por venir será
mejor o peor, y lo notamos sobre todo por los patéticos movimientos
de la vieja guardia para aferrarse a su trono. Teniendo claro lo
dicho y que los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo
del pasado 25 de mayo no son directamente extrapolables a ningún
otro tipo de cita electoral, cabe decir que nunca 1.245.948 votos,
que fueron los que obtuvo Podemos,
habían causado un pánico generalizado del nivel que lo están
produciendo en este país.
Sin
duda, la abdicación del viejo Borbón garante
del bipartidismo en
su hijo El
Preparado,
la epidemia generalizada de diarrea que le ha dado a toda la cúpula
del PSOE quitando a Rubalcaba de en medio, la invocación a ETA de la
ultraderecha del PP que gobierna este país, la miserable campaña
que ha emprendido la opinión
publicada
de la prensa endueudada
a la banca
como por ejemplo El
País
un diario ya
controlado
por la ultraderecha anticastrista contra Pablo Iglesias, la propuesta
de reforma electoral para que gobierne la lista más votada en los
municipios para evitar los pactos como los tradicionales del PPSOE
que tanta corrupción han producido y, si nos apuramos, la hasta
campaña
iniciada contra la aplicación Uber
por uno de los sectores más protegidos del mundo como es el del taxi
tienen que ver con lo resultados cosechados por Podemos
en las pasadas elecciones de mayo. Sin querer magnificar al personaje
que esta casta
anda criticando estos días, hay que reconocer una cosa sobre Pablo
Iglesias: que a día de hoy de todos los que se dedican a la
política, a nivel institucional
profesional,
Iglesias es el único que ha estudiado el fenómeno de la política y
sabe bien de ello, como se demuestra en sus discursos, pues no por
casualidad es profesor titular de Ciencias Políticas de la
Universidad Complutense de Madrid. Y no creo que para dedicarse a la
política, una forma que debería ser la de servir a la sociedad
durante un tiempo limitado y
nunca hacer carrera en ella, haya que ser estudioso del tema ni mucho
menos pero viendo la media de políticos que nos rodean, ninguno
entiende más de dos palabras seguidas de inglés por ejemplo, lo de
Iglesias es una gran excepción donde la regla es que el que vale
para político es el segundón de una estirpe y de ahí el apelativo
cariñoso de casta
que muchos les dedicamos.
Cuando
alguien cuestiona el estado de
cosas en el que vivimos y
que aparentan como el
natural,
la gran mentira en la que hemos vivido durante cuarenta años
resultado de una Transición inacabada donde las estructuras
franquistas de poder se han perpetuado hasta nuestros días, parece
que el recurso de último momento es relacionarlo todo
siempre
con ETA. A la ultraderecha española, esa que entre 1990 y 2011 con
Rajoy a la cabeza cobró más de 22 millones de euros en
sobresueldos, siempre le ha interesado que exista ETA para poder
articular su discurso ultra mientras por otro lado nos roban en
nuestra cara y mantenían tramas corruptas como la Gürtel, en
realidad a esta red de delincuencia organizada habría que llamarla
la Trama
PP,
que enriqueció a sus familiares, amigos y empresarios mientras la
sociedad tenía una tolerancia muy alta hacia la corrupción pues
nuestra cultura latina lo es secularmente. Dijo Pablo Iglesias en el
Hotel Ritz de Madrid que el tema de ETA podría ser político y los
medios de comunicación resaltaron esta
cuestión sobre otras muchas que dijo en aquella conferencia porque
ya sabemos que los medios se comportan como bisagras entre el poder y
la manipulación de la opinión pública para tratar de imponer el
punto de vista de la casta dirigente al que se lo confunde con la
verdad absoluta haciendo
creer que en la vida sólo existen las estrategias que esta clase
representa. Mucho tienen de cierto las palabras de Iglesias que, por
cierto, recogen lo que pensamos muchos hace mucho tiempo: algo
político tiene que haber en el conflicto entre Euskadi, ETA y el
gobierno de España cuando todos los presidentes de la democracia
ceremonial, menos el corrupto de Rajoy, se han sentado a hablar con
la banda terrorista y hasta un oligofrénico falangista nada
sospechoso de ser de izquierdas como el genocida de José María
Aznar dijo aquello del Movimiento
de Liberación Vasco
en
pleno proceso de negociación.
Poca
confianza tengo en los partidos que pasan por las instituciones pero
en un parlamento donde la doble marca PPSOE, la socialdemocracia y la
derecha que gobiernan en pacto en Grecia, Alemania y aprueba el 80
por ciento de las decisiones del Parlamento Europeo, no tuvieran un
mínimo de un 50 por ciento de los diputados las cosas se
complicarían mucho para estos partidos. Quién sabe si hasta un
parlamento así tendría que disolverse para convocar un proceso
constituyente, que los ciudadanos eligiéramos por fin
democráticamente el modelo de estado que deseamos tener, que se
corrigiera la irregularidad grave que en 80 años sólo hayan
habido 3 jefes del estado y enviar de nuevo a los borbones al exilio
después de que cumplan con la justicia de este país. El mundo va a
cambiar en los próximos años de
cualquier manera
y estos patéticos movimientos de perpetuación de las élites no
tienen más objeto que perpetuarse en el tiempo tratando de evitar lo
que a todas luces se demuestra como inevitable: que en poco más de
una década este mundo nadie vuelva a conocerlo como había sido.
Seguramente
un mundo más violento que el de los asesinatos de ETA se acabe
instalando a través de una violencia cada vez más descarada que es
la que está generando este sistema y que todos los días se está
cobrando vidas y haciéndonos más miserables.