04 noviembre 2013

La libertad de horarios produce trabajadores precarios


Hace unos días escuchaba en un programa de radio la típica tertulia de profesionales de la opinión apaciguada por el sistema en la que se trataba de manera contrafáctica la posibilidad de que España se convirtiera en una suerte de China al sur de Europa. Los tertulianos se rasgaban las vestiduras y decían que esto no iba a pasar nunca. Yo lo tengo meridianamente claro: si tuviera que enunciar todo lo que esta gentuza ha dicho que no iba a pasar desde mucho antes de la crisis y ha pasado o está pasando acabaría haciendo una tesis doctoral de este artículo de opinión por lo que no me cabe la menor duda que, en la medida de nuestras posibilidades, esto no sólo no va a pasar sino que está pasando ya. Conviene decir esta verdad de vez en cuando: las sucesivas reformas laborales de este último lustro, perpetrada en primera instancia por el PSOE y consumada por el PP, han tenido como objetivo hace más precaria a la clase trabajadora, destruir las leyes laborales y crear un mercado de trabajo atractivo a los explotadores laborales y jamás resolver el tema del desempleo ni arreglar el paro galopante que se ha cebado con la clase trabajadora.
Sé que muchas veces los ciudadanos no tenemos toda la responsabilidad de los que nos está pasando por eso que dicen los que han robado por encima de todas las posibilidades que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades pero muchas veces nuestras actitudes, bien sea porque no estamos educados para hacer política en sociedad o bien porque somos unos gandules redomados que preferimos callar antes que ejercer nuestros derechos, son las culpables de lo que nos está pasando. Tenemos que asumir aquí nuestra responsabilidad. Nos deberemos creer que somos los seres más libres del mundo cuando podemos ir un domingo a una tienda de conveniencia, a un gran almacén o un supermercado y comprar cualquier tontería que no compraríamos un día normal pero es que este acto sin meditar produce explotación laboral. Puede ser tu novia, tu hermana, tu madre o el colega con el que salías a caminar por el monte los domingos el que esté trabajando por un miserable sueldo para que estos empresarios, ya pueden ser los propietarios de El Corte Inglés, una cutrada como HiperDino o el dueño vividor de la tienda de conveniencia de la esquina, se hagan cada vez más ricos a costa de que tu familia o tus amigos no puedan pasar el tiempo juntos simplemente almorzando en familia y charlando en la sobremesa. No hacen falta que los horarios comerciales se alarguen hasta la nausea para ser más feliz sino que lo que hace falta es que nos sepamos organizar durante la semana para tener en casa lo que necesitamos para el fin de semana y que todos, en la medida de nuestras posibilidades, seamos más felices disfrutando de la compañía de nuestros familiares, amigos o simplemente haciendo cosas que no supongan excesivo gasto económico. Durante muchos años las tiendas de alimentación cerraban a medio día y no abrían los sábados y la gente tenía lo que necesitaba en casa y no pasaba nada. Tampoco es volver a unos horarios comerciales franquistas pero sí que viene bien cierta planificación durante la semana que no nos cuesta nada.
Abrir los fines de semana y todos los días hasta bien tarde no favorece la economía ni crea más puestos de trabajo sino todo lo contrario. En los grandes almacenes los trabajadores hacen horas extras irregulares, no se les paga nocturnidad ni por trabajar días festivos, mientras que los pequeños comercios no pueden competir con las grandes superficies cosa que en muchos sentidos podría dar hasta igual ya que el pequeño empresariado no está para echar cohetes, o los que se adaptan, como las multitiendas tan de moda ahora, suben los márgenes de forma abusiva mientras contratan a su personal a media jornada y les pagan las horas extras en negro y en sobres marrones. De Mercadona, ese emporio que ha hecho el segundo hombre más rico de España a un franquista como Juan Roig que ha untado bien al PP, no voy a ser yo quién diga nada bueno pero sí que ojalá cierta de su filosofía empresarial, que parte de un capitalismo franquista y paternalista todo sea de paso, se contagiara en la clase empresarial española: no por abrir más horas a la semana se gana más dinero sino que las horas en las que el establecimiento está abierto deben optimizarse al máximo.

Puede que la gran crisis de este siglo XXI, la más larga que ha sufrido la economía española contemporánea y que tiene pinta de prolongarse hasta bien avanzada esta década, no la resolvamos con pequeñas actitudes pues lo que hace falta es una completa revolución social pero el tema de las horas indecentes de explotación laboral de los domingos o por la noche sí. Si los ciudadanos nos quedamos en casa y no vamos a comprar a las horas que ellos nos dicen sino a las horas que más necesitamos entonces estas tiendas, estos supermercados y esas multitiendas permanecerán cerradas pues así es como deberían de estar. No es feliz el que más tiene sino el que mejor partido saca de su vida y de su tiempo personal. Sobre todo porque esta crisis la ha producido no sólo la avaricia sino una enfermedad de egoísmo sin precedentes en la historia de la humanidad. Seamos considerados con el otro aunque sea por un egoísmo altruista pues de su bienestar devendrá indudablemente el nuestro.