19 agosto 2006

CRÓNICA DE UN APAGÓN Y EPÍLOGO

El apagón del Área Metropolitana y Sureste de la Isla de Tenerife, producido entre finales de noviembre y principios de diciembre de 2005, significó algo más que un pequeños trastorno como lo calificó con total desfachatez, e insultando a las miles de personas que lo padecimos durante días, un alto cargo del gobierno. Un buen amigo, que ha emigrado de las islas porque las oportunidades de desarrollo y laborales de los que no tenemos dinero en la reserva para las inversiones de Canarias han menguado mucho, nos ha enviado esta pequeña crónica escrita por aquellos días. Es algo personal que narra someramente lo que por su vida pasó aquella semana y algo. Nosotros, porque no queremos que aquellos días malos se olviden, la reproducimos aquí, con permiso del autor, recortando anécdotas muy personales y resumiendo el texto.

Lunes, 28 de noviembre de 2005.

He salido antes del trabajo. El jefe llamó a Unelco porque hubo un corte de luz a media tarde y le dijeron que iban a tardar 45 minutos en volver a poner la electricidad, así que por ello, y por el estado de emergencia que se ha declaro esa tarde, antes de las siete estoy en casa. Llamo a una amiga para tomar algo. Ya ha vuelto la luz y me apetece salir un rato. Tengo algún problema para conectar vía móvil. Ella no se atreve a salir y yo, mientras me acerco al cajero, me doy cuenta de que el viento es ya muy fuerte y decidimos dejarlo para otro día. En buena hora porque poco más tarde de las ocho de la noche hay un corte de luz, el que iba a ser inmenso, aunque en ese momento ni lo suponía. Todo está muy oscuro, no hay un alma en el Cuadrilátero de La Laguna, y fuera los árboles y palmeras hacen mucho ruido. Tengo el corazón agitado, una chica de la que estoy enamorado me ha dicho que no me quiere, y desde la ventana exploro el barrio con la luz de una linterna. Con el pensamiento de que es mi corazón agitado el que produce la tormenta, algo así como un efecto mariposa un poco afectivo, y con la radio trasmitiendo noticias preocupantes, me voy a la cama. Ya he hablado con la chica por el fijo, que vive en Güímar, y me ha dicho que está bien.

Martes, 29 de noviembre de 2005.

He pasado una mala noche. Por la SER de Tenerife he escuchado a Zerolo, a Melchior y me he enterado de que el presidente Adán, retenido en el Aeropuerto Sur, escapa de allí por la puta cara mientras las demás personas que viajaba en su mismo vuelo se quedan retenidos en el aeropuerto. En la TF1 hay una torreta eléctrica tirada a la altura de Añaza y avisan de que la autopista va a estar cerrada. Un portavoz de Unelco, con pinta de que no se entera de nada, dice en la radio que el corte va a durar hasta últimas horas de la tarde. Como se ha aconsejado que la gente no salga de sus casas llamo a los compañeros de curro y les aviso que no vayan a la empresa. A eso de medio día me atrevo a salir a la calle, el viento desde las seis de la mañana ha remitido completamente, y me encuentro a muchos como yo, pululando como muertos vivientes, mirando los árboles caídos y los destrozos de la tormenta. Llamo a mi amiga de Güímar y me entero de que allí la situación es crítica. A la hora de comer Unelco empieza a guardar silencio de manera miserable y se anuncia una comparecencia del presidente Adán Martín a las siete de la tarde. A las tres los barrios más pijos de Santa Cruz empiezan a tener electricidad pero los que no tenemos esa suerte empezamos a pensar en cómo pasar otra noche a oscuras. Después de la siete Adán sale a dar la cara por Unelco y en su usual tono rey de paraíso bananero dice que los problemas seguirán hasta el viernes por la tarde y da un calendario de zonas y fechas. Apago la radio con indignación y me siento en la oscuridad de la sala. El Cuadrilátero, una zona que siempre bulle de gente y música, está completamente en silencio y no se oye nada, ni siquiera el viento. En más de siete años que llevo viviendo aquí nunca había estado en tanto silencio.

Miércoles, 30 de noviembre de 2005.

A la 1:36, con mal sueño cogido, me despierto con el equipo de música que se pone a reproducir el último disco que el lunes pasado estaba oyendo, con las luces que dejé encendidas, con la nevera funcionando y la gente gritando de alegría en sus casas. Como zombi me levanto y enciendo el ordenador. Quiero buscar otra información que no sean las mentiras que me he tenido que tragar en la radio. Me encuentro online sólo a una amiga que está de cooperanta en Ecuador pero que ha ido a pasar unos día a Las Galápagos. Se ha enterado del Delta por los noticiarios de Chile y está preocupada por su familia. Por la mañana me voy al trabajo pero me siento culpable porque yo ya tengo electricidad y mi amiga en Güímar sigue a oscuras y pasándolo mal. Antes de medio día hay otro corte. En el teléfono, de pago, de Unelco no tienen ni idea de lo que ha pasado ni de cuánto va a durar. En el trabajo nos indignamos de que en la contraportada de El Día haya un anuncio de Endesa-Unelco a todo color. La gente anda muy mosca y espero que después de esto, y de la manifestación del 26 de noviembre en contra del puerto en Granadilla, se espabilen. Las colas en los super que tienen generadores son bestiales y desisto de ellas porque tengo suerte de tener algo de comida en casa que puedo alargar todavía más tiempo porque estoy a mínimos: a mínimos en las baterías de mi cacharrería electrónica, en las pilas de la radio, en la comida, en el gas que tengo en la bombona rosada, en la higiene personal y en el terreno afectivo. He hablado con Güímar y mi amiga me ha dicho que allí están peor y que esperan que pasen algunos días más sin luz. Me he enterado que en la Punta del Hidalgo y Bajamar empiezan a tener problemas con el agua potable. Comparado con estos lugares me considero un afortunado pero eso no me consuela y me desespera el no saber cuándo se va a arreglar todo. Por el atardecer el Cuadrilátero de La Laguna sigue a oscuras pero se forma una cacerolada espontánea en la calle Elías Serrá Rafols. Yo, sin embargo, paso de la cacerolada y me voy a al parte iluminada del Casco Histórico. Los mismos muertos vivientes que andábamos el primer día por la calle nos encontramos en los sectores iluminados. Nos sentimos afortunados. Después de media noche vuelvo a tener corriente en casa.

Jueves, 1 de diciembre de 2005.

Me doy cuenta a las dos de la tarde de que por fuera de la residencia femenina Nazaret, en la zona del Cuadrilátero, han puesto un generador de los que han traído de Gran Canaria por la matrícula del vagón que lo transportó. Sin duda ha sido para callar las protestas como la cacerolada espontánea que se hizo la anterior noche en la zona. Al mismo tiempo que Zerolo y Oramas hacen de salvadores populistas y chafalmejas de la ciudadanía criticando a Unelco la empresa busca la manera de lavar la cara a los de la coalición. La protesta de la anterior noche ha llegado a los medios nacionales. También las fotos de la web noincineraciontenerife.org que muestran las torres caídas de Unelco en avanzado estado de corrosión y que son recogidas por El País. Este medio llega a editorializar sobre el asunto. Muchos barrios populares siguen sin luz, al igual que Güímar, Arafo, Bajamar y la Punta que empiezan a tener problemas con el agua y el alcantarillado. Desde el municipio de La Esperanza dicen que los han olvidado como perros. En mi zona hay algún corte durante el día pero se puede empezar a pensar en que todo vuelve a la normalidad. Por la noche la gente ocupa los bares del Cuadrilátero y vuelve el bullicio. Nadie quiere recordar estos días que han vivido como en las cavernas. En barrios como Ofra, con cortes intermitentes, la gente hace caceroladas esa noche. Yo intento gastar la menor electricidad posible: me acuerdo de los que no tienen pero sobre todo de mi amiga de Güímar.

Viernes, 2 de diciembre de 2005.

Ya con la electricidad mi vida es casi normal. Sin embargo pienso que, a pesar de todo, he tenido suerte. Vivo sólo, en una zona bastante privilegiada, no me ha faltado el agua y he comido bien. Pienso en las más de 100.000 personas que aún no tienen electricidad y que viven en barrios populares o en la zona Sureste. Muchas familias tienen niños pequeños, cuidan de ancianos o tienen personas dependientes a su cargo. A ellos, a nosotros, nadie nos ha pedido una disculpa, es más, desde presidencia de nuestro gobierno bananero se dicen que sólo se han tenido que aguantar unas cuantas molestias. Por la noche mi amiga me envía un sms desde Güímar. Ya tiene electricidad y ha podido cargar la batería de su móvil. Han puesto generadores en la zona del Puertito que van a ser lo que les den la corriente durante un par de semanas. El periódico El Día ignora la realidad y no publica ni se refiere a una sola de las torres de alta tensión caídas que por los medios alternativos sabemos que han sido como 150.

Sábado, 3 de diciembre de 2005.

Vía mensajes a móviles se ha convocado una cacerolada en la Plaza de la Paz de Santa Cruz para protestar contra Unelco y el gobierno de Canarias. Somos casi 2.000 personas que acabamos en el auditorio: dentro hay una enésima inauguración, esta vez es un órgano que ha costado casi un millón de euros, y los que estamos allí nos parece una falta de vergüenza que un acto así no se haya suspendido. Todavía hay gente sin electricidad en núcleos rurales. Me ha llegado un mensaje de una amiga que vive en La Esperanza en el que me dice que le acababan de poner la luz, por primera vez, en 5 días. Grito con la gente hasta desgañitarme si tienen vergüenza apaguen esa luz porque los focos que iluminan el edificio insultan a miles de ciudadanos.

Domingo, 3 de diciembre de 2005.

Me entero por la versión electrónica de El País que todavía hay zonas de Arafo sin luz y ahora sin agua.

Lunes, 4 de diciembre de 2006.

Se cumple una semana del Delta, de la cola de la tormenta tropical más bien, que en Tenerife sólo afectó con intensidad poco más de cuatro horas. Todavía hay irregularidades en el servicio en mucho lugares. Nunca había sentido tanta vergüenza de vivir en Canarias y por estar gobernado por unos políticos nefastos e inútiles que privilegian a empresas monopolistas que sacan mucho dinero en las islas y que no invierten un céntimo en mantener sus redes. He pensado en irme fuera de Canarias un tiempo.

Esta crónica, que ya decimos que nos ha enviado un amigo que ha marchado de Tenerife, es una más de las vivieron varios centenares de miles de personas aquellos días. Mariza Tejedor consejera de industria del gobierno de Canarias, en la pantomima que han montado como comisión de investigación parlamentaria por la tormenta tropical Delta, ha declarado que el ejecutivo estudia multar a Unelco-Endesa con 420.000 por el apagón y por el mal estado de la línea de 66 Kv de Granadilla a Caletillas. El 29 de diciembre de 2002 un apagón de la misma empresa afectó en el Pirineo Catalán a 22.000 personas durante 9 horas y la Generalitat de Catalunya multó a la empresa con 120.000 euros. En Tenerife los afectados fueron casi 300.000 personas y hubo problemas por más de una semana. Un gobierno que es competente y que legisla para los ciudadanos debe contundente con estas cosas. Para que a Endesa no le salga gratis el apagón, como ya le está saliendo, se le debe poner una sanción que suponga el pago de un tanto por ciento de los beneficios generados en el archipiélago por día de trastornos y una gratificación, y no el insulto a la inteligencia que ha supuesto el folleto que ha enviado la eléctrica a los abonados, a los clientes con descuentos en el recibo de la luz. Si nos ponemos hasta serios habría que hablar de una expropiación de la empresa por controlar un sector que en el archipiélago es estratégico y que queda claro que Unelo ha buscado beneficio rápido sin invertir apenas en las redes de distribución. Lo demás que se pueda hacer, lo que se han propuesto hacer, es salvar la cara a la empresa e insultar a los ciudadanos que son para quiénes los políticos deben gobernar.

Canarias Digital, 24 de abril de 2006.