19 agosto 2006

LA IGLESIA Y EL PATRIMONIO

Tras el desastre del incendio del Palacio de Salazar en La Laguna cabe una reflexión en profundidad de cómo la iglesia católica gestiona su patrimonio, que en el fondo es nuestro, y su incidencia en la sociedad y los presupuestos del estado. Y digo que el patrimonio que controlan es nuestro porque lo han confeccionado tras 20 siglos en los que su estrategia se ha basado en estar al lado de los poderosos, aplastar a los débiles y sacar siempre el mayor partido de todo en lo que se han implicado. Son unos bienes que están manchados por la sangre y el sudor de millones de inocentes en toda la historia. Y digo de la incidencia en los presupuestos porque, al final, quienes pagamos su sostenimiento somos todos, creyentes y no creyentes. Eso sí, su dinero, el de sus fieles, lo tienen a buen recaudo financiando radios que intoxican la opinión pública o sociedades de inversión, como fue el caso del chiringuito financiero de Gescartera en el que la conferencia episcopal y varias organizaciones religiosas habían puesto allí dinero, y que para nada comulgan con los desfavorecidos. Parece que han decidido que mientras vivan esta vida, y hasta la llegada al paraíso eterno, quisieran primero estar muy cerca de los fiscales. Parece que en el fondo no creen en lo que predican y que son más ateos que un ateo declarado.
En el caso de la destrucción del Palacio de Salazar, cede hasta ahora del Obispado de Tenerife, habría que hacer una investigación profunda de por qué se produjo el incendio y no como hasta ahora de acallar echando tierra sobre el asunto. Muchos nos preguntamos si ha habido un peritaje adecuado del edificio y de cuáles fueron las causas del incendio. ¿Por qué ha habido tanto secretismo tras el fuego incluyendo la calle cerrada durante ya más de dos semanas? ¿Por qué el seguro que pagaba el obispado era tan pírrico que ahora se va a tener que recurrir a la cuestación monetaria del periódico de la diarrea y seguramente a dinero público que pagamos todos los que nos somos empresarios beneficiados por la RIC, sino simples empleados dependientes de una nómina? ¿Por qué el ayuntamiento de La Laguna le va a ceder gratis la Casa Anchieta durante el tiempo que tenga lugar la restauración? ¿No pueden pagar ellos un local con su dinero, el de sus fieles? El rezado de ATI-CC cuando algo malo pasa en estas islas es decir que no es tiempo de buscar responsabilidades sino de actuar. Lo dijeron cuando el apagón de Tenerife y lo sigue diciendo la alcaldesa de La Laguna semanas después del incendio del Palacio. ¿Cuándo será el momento de una vez en estas rapiñadas islas de hablar de responsabilidades y de juzgar a culpables? Nos tememos que en ese momento vamos a toparnos con dos problemas técnicos: la fiscalía anti-corrupción no dará a basto y en las cárceles de Canarias no habrá sitio para tantos.
El patrimonio histórico de Canarias no merece que esté en manos de curas gordos y beatos ignorantes. El patrimonio que controlan nos pertenece no sólo porque todos lo pagamos con nuestros impuestos sino porque ha sido hecho de manera indigna a base de confundirse con el poder pasa sacar siempre su mayor beneficio. Salvo probablemente raras excepciones siempre han cuidado de las obras de arte que están en su poder, documentales, pictóricas, escultórica e inmobiliarias, de una manera chapucera. El Cristo de La Laguna está secuestrado por una hermandad rancia que lo expone de una manera ridícula y cutre y no como una talla única y representativa de un estilo del siglo XV. Siento la destrucción del Palacio de Salazar pero más lo sentiría si lo hubiera podido visitar alguna vez. Nunca me dejaron pasar, no dejaban a nadie. Eso sí, con el dinero que yo he generado como trabajador y como consumidor que ha ido a parar a las haciendas públicas y que luego ha revertido en ellos tras el deber del estado de financiar la iglesia por el concordato de 1977, han hecho lo que les ha dado la gana. Y, que se sepa, no hay cuentas transparentes de su uso en casi 30 años. Esto por no mirar un poco más atrás, a la dictadura fascista del general Franco, cuando iglesia-estado se confundían y donde paseaban al dictador bajo palio y alzaban el brazo derecho a su paso.
Seria de justicia que el patrimonio artístico que la iglesia controla en las islas se catalogara y pasara a depender de un Patronato Público que cuidara de él para que todos pudiéramos disfrutarlo. Un Patronato que velara por el mantenimiento de la obras de arte que guardan con celo para que todos podamos conocerlas y disfrutarlas. Un Patronato que rigiera el mantenimiento, uso público y religioso de los edificios históricos que controlan de forma exclusiva. Un Patronato, en definitiva, que dignifique los bienes culturales inscribiéndolos en un marco histórico para el uso colectivo. Y que sus fieles mantengan sus vicios como cada uno mantiene los suyos. Y que la religión la enseñen en sus iglesias y sólo a sus fieles. Puede que después de esto nos dejen en paz a los que no queremos saber de ellos y así dejen de juzgar nuestras consciencias y empiecen a mirar más a las suyas.
Amén.
Canarias Digital, 6 de febrero de 2006.