19 agosto 2006

POLÍTICAS MENORES

En poco más de una década Canarias han pasado de ser un territorio con una economía de subsistencia y generadora de emigrantes a ser una tierra paraíso de grandes capitales y receptora de inmigrantes. La causa de esta situación ha sido la sopa de letras que tiene que ver con las siglas REF (régimen económico y fiscal), su máxima expresión que se llama RIC (reserva para las inversiones de canarias) y la ZEC (zona económica de canarias) ya fagocitada por la reserva de inversiones al ser aquél un sistema de blanqueo de capitales más potente. La mayoría de los canarios ignoramos que detrás de estas nomenclaturas existe un sistema injusto basado en las desigualdades sociales y en la capacidad de generar más dinero a los poderosos. Nos parece que nuestra sociedad se ha degenerado por una especie de proceso de selección natural generalizado llamado globalización cuando, en realidad, ha sido impulsado desde los altos cargos de coalición canaria para enriquecerse personalmente al tiempo que sus amigos empresarios ocupaban el espacio de lo público. En este período en el que se han generado 18.000 millones de euros para la RIC, dinero hurtado de los impuestos que los empresarios no han pagado, apenas se ha invertido dinero público en el sistema de bienestar social. El consejero Ruano ha dejado la enseñanza pública en un estado lamentable, la sanidad se está convirtiendo en un sistema de beneficencia con listas de espera de más 25.000 personas mientras se privatizan los servicios básico en contratas privadas de los amigos del gobierno autonómico y los servicios sociales no sirven ni para revolver en los despojos a los 442.888 canarios, casi un 25% de la población residente, que viven bajo el umbral de la pobreza. Uno de estos marginados se llama Adrián, es un menor que está dentro de lo que ha sido llamado como maltrato institucional y lo conozco ahora hace casi diez años.

Digo su nombre sin temor alguno a que pueda ser reconocido y que sea contravenida la ley que protege la intimidad de los menores. Son tantos en Canarias, y tanto ha sido lo que han pasado las instituciones de chicos como él, que es imposible que el lector, o cualquier gabinete jurídico que busque en escritos como éste la forma de demandar a los medios de comunicación alternativos para censurar su presencia, que no sentimos temor de revelar identidad alguna. En 1996 éramos bastantes los que habíamos elegido la postura cómoda de hacer una objeción de conciencia frente a la posición más arriesgada de la insumisión. Por aquella época, para poder gobernar, el PP estaba profesionalizando las fuerza armadas. Cuando eso Adrián, con seis años, y yo pensábamos que aún había futuro en estas islas. Él era un niño que tenía toda la vida por delante y yo no quería problemas con la justicia o sanciones administrativas. Siempre he recordado algo que me dijo una tarde de verano en el jardín del centro de menores en el que vivía y donde yo hacía la prestación sustitutoria de la mili: nunca pienso en cosas tristes, cuando vienen a mi pensamiento cierro los ojos muy fuerte y me acuerdo de boberías que me hacer reír. Su madre era prostituta y como vivía en una única habitación de una pensión con el chico, lugar donde recibía a los clientes, un día no fue a recogerlo al colegio para que las instituciones se hicieran cargo de él. Eso explica la sensación de ser un estorbo que tenía el muchacho y que imitara tan bien la forma de la copulación cuando los otros chicos del centro le pedían que lo hiciera ante ellos. En aquella época, hablo de un poco más de mediados de los noventa, los centros de menores eran casi todos públicos. En los años siguientes comenzó a aumentar el número de chicos internos y por una cuestión de ahorrar dinero se disparó la privatización a través de establecer conciertos con determinadas asociaciones, normalmente se hacían llamar ONG pero la búsqueda de beneficio era tan grande que habían nacido con el sentido social desviado, o hasta empresas de trabajo temporal. Los beneficios debían ser muy grandes a juzgar por la cantidad de empresas que entraron en el asunto. Años después yo trabajé en uno y la consigna era clara: había que racanear con la comida y la empresa se pensaba mucho a la hora de pagar las nóminas de los trabajadores o las cosas de los chicos. A la mínima de cambio las facturas eran desviadas a la consejería de asuntos sociales o al cabildo de Tenerife. Una vez, en unas jornadas sobre inmigración, un alto cargo de esa consejería dijo las palabras mágicas que todo político que privatiza servicios sociales ha dicho como mil veces en su vida: nosotros, conscientes de las necesidades sociales de determinados colectivos, (menores marginados, inmigrantes…) financiamos con fondos público a asociaciones que son especialistas en la atención a estos sectores y con ello no quedan desatendidos sino todo lo contrario porque la experiencia de esta gente redunda en beneficio de todos. EULEN es una empresa de servicios tales como limpieza de edificios o seguridad privada. Tiene técnicas de contratación de una empresa de trabajo temporal como el despido libre o la explotación de sus trabajadores. Ésta ha tenido a su cargo algunos centros de menores en Canarias. Recuerdo que cuando el alto cargo en la jornada dijo aquello todos nos reímos en su cara. Un ponente había dicho una hora antes que esta era la excusa oficial de todas las administraciones para desentenderse de los servicios sociales.

Años después Adrián ya no reía tanto. Lo vi un día callejeando. Había cambiado mucho y me costó reconocerlo. Él se dirigió a mí y me hizo recordarlo. Me contó que andaba fugado de un centro y que hacía tiempo que no sabía nada de su madre. Había tenido que volver a uno porque sus abuelos, con los que había vivido, no le daban buena vida. Me pidió un cigarro y dinero. Le di algunas monedas todavía en pesetas pero no de fumar. Luego habría de verlo varias veces más, siempre en situaciones un poco pintorescas. Estos años las políticas de menores han sido terribles, sobre todo el mandato de Águeda Montelongo como consejera del PP en la consejería de asuntos sociales. Los centros de protección se han extendido por todos lados. Algunos de ellos han tenido mejor fortuna que otros sobre todo por la buena voluntada de las personas que trabajan en ellos como educadoras más que por las empresas que los administran que sólo buscan el beneficio y les importan un bledo los menores. Los empresarios saben de la buena voluntad de la gente que trabaja en los centros y aprovechan la vinculación afectiva con los menores y la capacidad de sacrificio para dar valor al puesto de trabajo. En una época de mi vida tuve entrevistas para trabajar en asociaciones como ACAFAM (ya desaparecida), PROAFAM (con un centro especial en Tenerife y que contaba como gerente de la empresa al hermano de Román Rodríguez, ex presidente de Canarias) o Mensajeros para la Paz (con Ana Botella, ex primera dama nacional y concejala de asuntos sociales que resuelve la prostitución en Madrid ocultándola, como presidenta de honor) y me pareció curioso que en todas tuvieran una constante. Al final de la entrevista siempre me acababan diciendo muy paternalmente este trabajo está así de pagado, no se puede hacer nada más, pero tú sabes que esto no es un trabajo corriente sino que es más importante la gratificación personal que te llevas por ello. El sueldo no solía pasar mucho de los 600 y pocos euros con jornadas que en horas pasaban las 50 semanales y con turnos disparatados.

Sin embargo, lo que no ha funcionado en absoluto son los centros de retención de menores con medida judiciales. A finales de diciembre de 2004 el número de menores en el archipiélago en estos centros, 6 en total, era de 795. Sólo en el año 2005 tuvieron lugar 20 incendios, dos intentos de motín, cientos de agresiones, algunas violaciones y dos muertes en estos centros. Esto hizo que el diputado del común canario denunciara la situación insostenible de esto centros e instaba a una intervención urgente calificando la política que había en estos centros como maltrato institucional. A mediados de 2005 la gestión la tenía la organización Ciceron Siglo XXI hasta que las competencias las recibió la Fundación Ideo, de carácter público, por haber quedado demostrado que los menores sufrían maltrato físico, se encontraron correas de atención psiquiátrica para atar a los chicos a las camas para que no molestaran y hasta tenían que dormir en el suelo, incluso algunas chicas embarazadas lo hicieron, muchas veces sin colchones. Con esta fundación, y con el cambio de consejera de asuntos sociales por Marisa Zamora, la situación ha cambiado levemente pero sigue haciendo falta una cosa muy importante: dinero. Es de vergüenza y de genocidio y limpieza étnica sobre una generación completa el trato que estos jóvenes, que algún día deben ser el futuro de Canarias, están recibiendo. Ellos son un ejemplo, uno de los más miserables que hay, de que las grandes fortunas que se han generado en las islas se han quedado acumuladas en los sectores más ricos de la población. Sectores que hace una década no pagan impuestos sino que los destinan a la reserva de inversiones. Con ese dinero se compran mansiones mientras los menores marginados son hacinados en cárceles como La Montañenta, Valle Tabares o Hierbabuena.

A principios de abril de este año he visto a Adrián por última vez. Era una tarde de domingo primaveral pero ya con sabores de verano con el cielo muy azul. Había habido una redada en el Barrio de La Candelaria de La Cuesta. Pasó de sopetón delante de mí, iba esposado y era conducido por un policía nacional a un coche patrulla. Estoy seguro que no me vio porque cuando pasó delante de mí tenía los ojos cerrados y de la comisura de sus labios se esbozaba una leve sonrisa. Pensará el lector que voy a decir que me acordé de aquella tarde de verano en el centro cuando me contó lo de reírse de todo. Ahora es cuando lo pienso y hasta me pongo triste. Lo que pensé en ese momento fue en lo que diría Adán Martín. Hace poco en una entrevista a Canarias 7 dijo que la corrupción en canarias se podría controlar si existiera la policía autonómica al haber un contacto más estrecho entre el ejecutivo canario y las fuerzas de seguridad. Yo pensé que si a Adrián lo hubiera detenido un policía autonómico todo quedaría en casa pero tampoco nadie le hubiera dado una oportunidad a este muchacho porque una sociedad decente se construye con gasto social y no con represión policial.

Canarias Digital, 1 de mayo de 2006.